Gracias a los altos precios de los cereales, la ganadería y la explosión de nuevos rubros, la agricultura del sur vive el mejor momento de su historia.
EDUARDO MORAGA VÁSQUEZ / TEMUCO
Se respira optimismo en la agricultura del sur. Nunca en su historia había vivido un panorama tan positivo como en 2007: precios del trigo y la leche por los cielos, un boom de nuevos rubros como los ovinos y arándanos y la creciente demanda de productos por parte de la industria salmonera.
En fin, un reventón de oportunidades. Y los agricultores están respondiendo. Las tierras con aptitud agrícola se pelean metro a metro. Por ejemplo, una buena hectárea lechera en Osorno vale 3,5 millones de pesos, un salto de 130% en los últimos cinco años.
Pero los nuevos aires sureños no se terminan allí. Los productores muestran una ambición desconocida hasta hace pocos años. Unas semanas atrás una delegación de temucanos viajó a Estados Unidos y Canadá para cotizar una planta de biodiésel.
De hecho, la imagen tradicional del productor sureño cómo temeroso de la apertura comercial y con un bajo uso de tecnología en el campo no puede estar más alejada de la realidad actual. Una nueva generación de empresarios agrícolas, que se siente como pez en el agua con la globalización y usa tecnología de punta, está dando forma a la nueva agricultura sureña.
Un sector que, paradójicamente, tiene como principal "problema" cómo aprovechar la excelente coyuntura actual para lograr un desarrollo de largo plazo. Un punto de vital importancia, no sólo económica, sino social, pues algunas zonas rurales sureñas ranquean entre las más pobres del país.
Para conocer de primera mano qué deben hacer los productores para aprovechar el buen momento, Revista de Campo se reunió con representantes de la nueva generación de empresarios agrícolas sureños: Pedro Nickelsen, agricultor de Collipulli e introductor de la fruticultura de exportación en la IX Región; Alexander Schurch socio de agrícola Puelche, que administra 1.500 hectáreas; y Mauricio Momberg, pionero de los berries en la Región de los Lagos y director de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno (Sago).
ESPECIALIZARSE EN RUBROS
Mauricio Momberg tiene un ejemplo claro de cuál es el ánimo de los agricultores sureños en la actualidad.
"El agro rejuveneció. Cómo los retornos están buenos y existen más alternativas productivas, hay más jóvenes que se están metiendo en el rubro. Hasta hace unos años el norte del hijo de un agricultor era estudiar e irse a Santiago, pues no había nada que hacer acá", afirma el osornino.
En el caso de los precios de los productos típicamente sureños el salto es enorme. El trigo acumula un alza de 50% respecto de febrero y la semana pasada llegó a cotizarse a $165 el kilo. En el caso de la avena, es aún más impactante, pues en dos años ¡cuadruplicó! su valor. Para que hablar del alza de la leche, el dolor de cabeza de los consumidores a la hora de ir al supermercado, que permite a los productores recibir 187 pesos por litro por estos días, con un aumento de 10,8% en el primer semestre comparado con igual período de 2006.
Sin embargo, lo que hace diferente el actual auge sureño no son los altos precios, porque en su historia el sur experimentó ciclos similares, eso sí más focalizados en algunos productos. Lo más llamativo es que, como nunca, los agricultores tienen muchas posibilidades productivas para barajar. Hasta hace poco las opciones sólo eran dos: cereales o ganadería vacuna.
En la actualidad, en zonas como Malleco o Collipulli, en el extremo norte de la IX Región, las plantaciones de manzanos y cerezos están avanzando a paso sostenido. La idea es aprovechar las temperaturas más bajas de la zona para alargar la temporada exportadora.
A ello se suma el desembarco de los ovinos. Inversiones como la de Tattersall, que destinó US$ 7,5 millones a levantar un núcleo genético y una planta faenadora en Osorno, están llenando de albos corderos el paisaje de la IX y X Región.
Punto aparte es el auge de las plantaciones de arándanos. La demanda de los agricultores supera la capacidad de los viveros, que tienen listas de espera de casi un año.
Un panorama que puede marear incluso al más experimentado de los agricultores.
"El gran problema actual es decidir entre tantas alternativas. En el sur tenemos una superficie muy acotada sobre la que están confluyendo muchas presiones. La duda es si jugársela fuerte por un rubro o esperar un tiempo hasta que el mercado decante", afirma Alexander Schurch.
Para Pedro Nickelsen la principal tarea de los agricultores sureños es usar los recursos extras para mejorar el desempeño en el campo.
"Este momento de holgura hay que aprovecharlo para hacer las cosas mejor que antes. Hay que especializarse en el rubro en que se tienen ventajas comparativas. Esos son los agricultores que prosperan, incluso cuando hay ciclos negativos de precios", afirma el frutero de Collipulli.
La receta, entonces, es no dejarse llevar por modas, sino que analizar con la mente fría las diferentes opciones, usando como escala de análisis un horizonte mínimo de diez años.
CAPITALIZAR EN TECNOLOGÍA
Para consolidar el buen momento, otro punto clave es invertir en tecnología.
La explicación está en que todavía queda mucho espacio para masificar la agricultura de precisión. La deficiencia no implica sólo la ausencia de tractores con GPS y maquinaria computarizada para la aplicación de semillas y agroquímicos, sino que también a la inexistencia de un paquete tecnológico propio para el sur.
Es allí donde instituciones como las universidades y el Inia tienen un papel urgente que cumplir."Hay que copiar el ejemplo de los países desarrollados, en que los investigadores están conectados con su realidad local, trabajan codo a codo con los agricultores y no tienen miedo de meter sus pies en el barro", afirma Mauricio Momberg.
El problema es que los sureños estiman que hasta ahora las instituciones de investigación han operado justamente al revés: lejanas a las necesidades reales del agro y lentas para incorporar nuevas tecnologías.
Recuerdan que el Inia de Temuco enfrentó denuncias por la quema de rastrojos. La paradoja es que algunos agricultores pioneros de la zona viajaron al exterior para traer la tecnología que permite evitar las quemas e incorporar al suelo la materia vegetal que queda luego de la cosecha.
PENSAR EN GRANDE
La otra gran tarea que se viene para aprovechar el boom sureño es que los agricultores deben ser más ambiciosos respecto de su participación de la cadena productiva.
A pesar de que la gestión administrativa del campo no tiene nada que envidiarle a la de la zona central, hay consenso que en el sur se necesita más agresividad para la comercialización y para invertir en rubros aprovechados por inversionistas del centro.
"Muchos agricultores tienen diamantes en bruto con los cauces de agua que cruzan sus propiedades. Hoy pasa que vienen inversionistas de Santiago y les compran sus derechos para construir centrales de paso. Con una mirada de corto plazo los productores prefieren el dinero al instante por sobrenegociar alguna participación en el proyecto, lo que les permitiría ingresar a otro nivel de negocios', afirma Alexander Schurch.
Una mayor ambición implica unir fuerzas con otros agricultores para comenzar a escalar en la cadena. Tradicionalmente, los sureños han tenido un escaso poder de negociación frente a la industria procesadora.
Este es el momento de revertir la tendencia. Los mayores recursos que tienen les pueden servir para montar sus propias empresas comercializadoras o negociar el acceso a la propiedad de las ya existentes.
La intención de la Sociedad de Fomento Agrícola de Temuco, Sofo, de levantar su propia planta de biodiésel es una señal de hacia dónde debe ir la agricultura sureña.
Después de todo en países como Australia, los agricultores cerealeros asociados participan en toda la cadena, desde el transporte hasta los puertos. El desafío es pensar en grande.
MEJORAR CONECTIVIDAD
Pero las tareas no recaen sólo en la espalda de los productores. El Estado tiene que ponerse a tono con el auge del sur. Y la sensación general es que debe hacerlo en forma urgente.
Un ejemplo de esto fue la labor del Ministerio de Obras Públicas de la IX Región en 2006. Por incapacidad para sacar adelante proyectos, se devolvió al gobierno central cerca de 10 mil millones de pesos.
Increíble. Toda vez que la conectividad rural deja mucho que desear.
"Para sacar mi producción desde el campo a la carretera me demoro casi dos horas, eso que estoy a 16 kilómetros. El camino es tan malo que hay que desinflar los neumáticos y andar muy lento para que no se dañe la fruta", explica Pedro Nickelsen.
Punto a parte es el escaso acceso a banda ancha, lo que dificulta las comunicaciones con los clientes y los proveedores.
"Mientras los empresarios agrícolas avanzan a mil por hora el Estado camina a diez", afirma Momberg.
Los agricultores entrevistados por Revista del Campo argumentan que se necesita que las autoridades regionales vean a las empresas agrícolas como organismos destinados a crear riqueza para la comunidad local.
En ese sentido, requieren que la meta de las autoridades sanitarias y laborales se oriente a cómo superar las falencias, más que sólo dedicarse a pasar partes.
Ese es el panorama. Las tareas para aprovechar el buen momento son muchas. Hay que subirse las mangas y poner manos a la obra. n
El conflicto mapuche
Aunque la visión general entre los agricultores es que la tensión por el conflicto mapuche bajó, se ve con preocupación la ausencia de políticas serias y consistentes para superar la pobreza en que viven las comunidades de esa etnia. El problema es que la posibilidad de nuevos estallidos limita la generación de proyectos agrícolas en sectores de la IX Región.
"Es la típica situación en que las políticas se diseñan desde Santiago, desconociendo la realidad local. A través de la entrega de tierras sin posibilidades de enajenarlas se fomentó su aislamiento, en vez de articularlos con el resto de la economía. Hasta ahora las experiencias más exitosas son cuando se fomenta su ingreso a la cadena exportadora, como pasa con el merkén", afirma Pedro Nickelsen. Eduardo Moraga Vásquez.
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