Solidaridad condicionada
La protección del medio ambiente se hace cada vez más importante, pero, como con toda gran motivación, también aparecen distorsiones y reduccionismos. Así, algunas organizaciones que financian al movimiento ambiental chileno tienen un claro sesgo antidesarrollo y una ideologización que en la práctica llevan a negar la dos formas eficaces de proteger la naturaleza: el progreso científico y la economía libre, capaces de conducir a un uso racional de los recursos.
En esa perspectiva, reviso el caso de Global Green, una de tantas organizaciones ni la más importante, ni la de mayores aportes a Chile, pero interesante como ejemplo para captar por dónde surgirán nuevos focos de conflicto y el sesgo con que operan. Esta canaliza apoyo a una serie de ONG y otras organizaciones más coyunturales. El común denominador es su propuesta antidesarrollo, y el objetivo de mantener a determinadas zonas de manera intocada, así como una clara tendencia a indigenizar conflictos.
Es interesante ver sólo algunos de sus apoyos, con montos que van de US$5 mil a US$60 mil, a un total de proyectos que ya van en 18 este año. Está un «Comité de defensa valle Chuchiñi», "para enfrentar la incursión de empresas trasnacionales de minería". O un «Grupo de trabajo mapuche por los derechos colectivos» para "realizar, reuniones que juntarán a líderes mapuche" para una "participación activa en debates sobre el efecto de centrales hidroeléctricas a gran escala en su territorio", así como el diario electrónico indigenista y ambientalista Mapu Express. El comité «Defensores del mar», organización para oponerse a la construcción por parte de una planta de celulosa de un ducto al mar, también ha recibido ayuda de esta organización extranjera. Ecoceanos, una radical ONG que se ha opuesto a la salmonicultura, recibe fondos para "usar el conocimiento del grupo mapuche-lafkenche indígena de terremotos, tsunamis, y catástrofes naturales". Terram, por su parte, una organización más seria y con estructura formal, recibe fondos para vigilar a la industria salmonera, y se abre a un nuevo frente: la miticultura (cultivo de choritos).
Los opositores a las represas en Aisén también son beneficiarios: la «Agrupación ambiental y antükülef sociocultural» recibe fondos para oponerse a la construcción de éstas, y también la fundación Pumalín, con el objetivo de "parar la construcción de cinco grandes represas en el sur de Chile".
La solidaridad internacional para la preservación ambiental siempre será bienvenida, pero sus beneficios serán discutibles si va condicionada a objetivos ideológicos y conclusiones ya tomadas respecto de proyectos aún en etapa de estudio.
Saludos,
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