El consenso social demócrata
Axel Kaiser Director ejecutivo Fundación para el progreso
- Por Axel Kaiser
Axel Kaiser
Si se analiza el escenario político hoy día en Chile desde el punto de vista de la filosofía económica y social , debemos concluir que solo existen dos polos: la izquierda radical que encarna la Nueva Mayoría y la socialdemocracia razonable que representan los demás partidos.
Sin duda la UDI, RN, Ciudadanos, Amplitud, Evópoli y al menos parte de la DC, no quieren la retroexcavadora socialista de Quintana, Andrade, Bachelet y compañía. No ven con buenos ojos un Estado filo socialista que controle totalmente la educación, que prometa beneficios que no puede cumplir, que se expanda vorazmente aniquilando la libertad individual bajo el pretexto de lograr igualdad o que reemplace a la sociedad civil en aquello que esta puede hacer relativamente bien. Ellos son moderados, aun cuando la DC haya jugado el triste papel – en el que históricamente se empeña por lo visto- de tonto útil de la izquierda más radical. Pero lo cierto es que no existen diferencias irreconciliables entre estos grupos si excluimos a los sectores DC más socialistas.
Casi todos creen, con mayor o menor intensidad, en un rol activo del Estado en el diseño del orden social y económico. Tienen, a pesar de la evidencia que conocen, fe en que si a ellos les tocara administrar el poder ahí sí la cosa funcionaría bien. Por cierto, con excepciones, también comparten la creencia de que el Estado debe ser un providente y realizar una distribución eficiente de recursos porque, sin un mínimo de riqueza, dicen, nadie puede ser libre. En otras palabras, todos son, en mayor o menor medida, social demócratas razonables que buscan ese misterioso equilibrio entre la libertad de las personas e intervencionismo estatal, como si fuera posible contener el crecimiento del Estado una vez que se acepta la premisa de que este es el encargado de resolver los problemas relevantes de nuestras vidas. Con un conjunto de ideas así, un país puede avanzar en la medida en que se logre la sumamente difícil tarea de mantener contenida la rapacidad propia del juego democrático en que salen electos aquellos que prometen más beneficios.
En nuestro país, intoxicado por un ideologismo refundacional y populista, lo mejor que podría pasarnos es que los partidos mencionados formaran un solo bloque de centro izquierda moderado capaz de dar estabilidad a Chile hacia el futuro. Como hemos dicho, la diferencia entre ellos no es la filosofía económica o social, ya que casi nadie cree por principios que el Estado debe ser limitado para preservar la libertad y responsabilidad individual en el máximo grado posible. De ahí que ninguno de ellos ofrezca un programa liberal auténtico que contenga ideas como una baja de la carga tributaria total del país, una disminución general de las regulaciones, privatización de empresas estatales, apertura sistemática de la competencia en todos los sectores de la economía, etc. Por cierto hay elementos de lo anterior y sobre todo críticas a la radicalidad ideológica de la izquierda gobernante, pero no una postura clara en favor de restringir el poder del Estado como la tendría un liberal clásico.
Lo que los separa son temas morales: están los conservadores social demócratas y los liberales social demócratas ambos en posiciones irreductibles. Ahora bien, dado que no existe una genuina alternativa política liberal que proponga en serio y con argumentos éticos y técnicos la reducción del Estado de manera consistente, probablemente Chile se irá inclinando una y otra vez por opciones más de izquierda que ofrezcan la "verdadera solución" cuando el intervencionismo social demócrata haya demostrado ser insuficiente en satisfacer las expectativas que ha generado. No es casualidad que Jackson, un político filo chavista, sea el mejor evaluado en Chile y de que ME-O haya tenido posibilidades serias de llegar a la Moneda hasta hace poco.
Un referente liberal integral ayudaría a correr el eje de la discusión desde la izquierda hacia el centro en lugar de dejarla en los márgenes opuestos de la izquierda. Es de esperar que surja. Por ahora debemos desearle suerte a la social democracia razonable que existe en Chile, sin olvidar que si tuvo éxito bajo la Concertación fue precisamente porque se montó sobre el legado institucional e intelectual del liberalismo clásico del que hoy reniegan.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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Santiago- Chile