En las últimas semanas, el Concejo Municipal de la Ciudad de Nueva York ha atraído mucha atención como resultado de las acusaciones en contra de nuestro colega, el concejal Ydanis Rodríguez, por una empleada del Concejo. Nuestro colega ha negado cualquier mala conducta intencional, y la Junta Editorial de El Diario recientemente describió las recomendaciones a la cual llegó el Comité de Éticas del Concejo Municipal como "castigo político."

Pero el punto más importante que todos han estado perdiendo es que debe haber un reconocimiento de la clara dinámica del poder que existe en cualquier lugar de trabajo entre una empleada y un hombre que tiene más poder e influencia dentro de ese lugar de trabajo. El concejal debería demostrar más conocimiento y sensibilidad acerca de la realidad que nosotras como mujeres enfrentamos en el trabajo.

La Junta Editorial cruzó una línea cuando sugirió que las acusaciones presentadas por esta empleada se habían "salido de proporciones" y que no parecía ser un caso de mala conducta o violación de la ley. El Concejo Municipal – como cualquier empleador –debe tomar cada queja en serio y responder con una investigación rigurosa que también protege la identidad del demandante. Algo menos de esta respuesta envía el mensaje equivocado a otros miembros del personal que pueden estar enfrentando el acoso laboral.