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jueves, noviembre 16, 2006

bioetica: El dilema de la 22.ª semana

El dilema de la 22.ª semana
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Incubadora del área de neonatos del Hospital Central de Asturias.
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Un comité de bioética británico recomienda no intentar sacar adelante a los bebés con menos de 22 semanas de gestación

Oviedo / Londres, P. Á. / Efe
El dilema se sitúa en la vigésimo segunda semana. ¿Deben los médicos pelear por sacar adelante a un bebé que nace tras sólo 22 semanas de gestación? Un comité de bioética británico acaba de dictaminar que no. Especialistas asturianos consultados por este periódico matizan esta aseveración y coinciden en una premisa: en una cuestión tan delicada no cabe establecer protocolos generales.
Según un informe del Consejo de Bioética de Nuffield -una organización caritativa del Reino Unido- difundido ayer, los bebés prematuros nacidos con 22 semanas de gestación no deberían ser reanimados o sometidos a cuidados intensivos. Para el caso de los bebés de 23 semanas, el citado documento señala que los médicos deberían considerar la situación con los padres y tener en cuenta sus deseos.

«No se puede pretender un consenso ni un protocolo sobre esto», explica José López Sastre, jefe del servicio de neonatología del Hospital Central, quien precisa que las decisiones de esta naturaleza han de ser «personalizadas» a la luz de cada situación concreta. También Rosa María Simó, presidenta del comité de ética asistencial del Hospital Central, subraya que generalizar en este terreno «es un profundo error», pues el criterio fundamental ha de ser «la maduración de los órganos». Simó sostiene que «dejar morir por sistema a los prematuros de 22 semanas supone cometer una injusticia puesto que, aunque sean mínimas, las opciones de viabilidad existen».

Según el doctor López Sastre, los especialistas del Central trabajan con un criterio generalmente aceptado según el cual con menos de 23 semanas de gestación las posibilidades de sacar adelante al bebé son prácticamente nulas, por lo que en general «los obstetras consideran que se trata de un aborto» y no se establece ningún intento de tratamiento.

López Sastre argumenta que un estudio japonés publicado hace unos años obtuvo unas conclusiones que corroboran esta estrategia. Y aporta datos del complejo hospitalario referido al trienio 2003-2005. De los 7.033 partos atendidos, sólo tres eran de bebés de 23 semanas de gestación, y los tres fallecieron. De 24 semanas nacieron siete y sobrevivieron tres. Las estadísticas en función del peso también establecen una relación directamente proporcional entre el bajo peso y las tasas de mortalidad neonatal, pero el especialista del Hospital Central enfatiza que el dato más indicativo no es el peso, sino el período de gestación.

Para hacerse una idea de la cuestión que se está debatiendo, conviene tener en cuenta que un bebé de 22 o 23 semanas de gestación puede pesar al nacer en torno a los 450 gramos. En el Hospital Central, el récord de bajo peso que han sacado adelante corresponde a una niña nacida con 476 gramos. Llegó a pesar 450. Su desarrollo actual, con seis años, es totalmente normal. En este contexto, una variación de 50 gramos arriba o abajo «es una barbaridad», indica López Sastre.
El informe británico establece una serie de pautas para médicos y padres con bebés muy prematuros en alto riesgo de morir o de sufrir alguna discapacidad. Asimismo, ofrece consejos a los progenitores sobre cómo resolver las discusiones con los facultativos sobre el futuro de sus hijos.
Informe de los anglicanos
Según el diario «The Daily Telegraph», el umbral de supervivencia para un bebé prematuro es de veintidós semanas. De acuerdo con estas mismas estadísticas, ningún nacido de sólo 21 semanas sobrevive; y sí lo hace un uno por ciento de los que nacen a las veintidós semanas de gestación.
Para la directora de la sección ética de la Asociación Médica Británica, Vivienne Nathanson, sería un error tomar una decisión basada en el tiempo de gestación. «Lo importante es que el médico tiene un deber tanto para con el bebé como con los padres, que quieren que su hijo sea considerado como un individuo», declaró Nathanson a la cadena de televisión BBC.
El estudio del Consejo de Bioética de Nuffield se publica días después de que la Iglesia anglicana señalara que el derecho a la vida de esos bebés no es absoluto. En ese mismo informe eclesial, se recomienda que se autorice a los médicos retirar el tratamiento a los bebés prematuros y con dolencias y discapacidades muy graves, aunque sólo en circunstancias excepcionales.

En opinión de Rosa María Simó, «no se puede considerar que la mala calidad de vida o una expectativa de vida corta signifique que el derecho a la vida no sea absoluto». Más en :
 
RODRIGO GONZALEZ FERNADEZ
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