Dr. Italo Isaac Antinori Bolaños
Doctor en Derecho
Especializado en Derecho Constitucional
Registro Nacional de Títulos de Doctor del Reino de España (Ministerio de Educación y Ciencia) 1995/142145
Registro Universitario Español de Títulos de Doctor por la Universidad Complutense de Madrid N° 0100746
Especialista en Altos Estudios Internacionales por la Sociedad de Estudios Internacionales (SEI) de Madrid
Post grado en Derechos Humanos por el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Complutense
Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad de Panamá
Título expedido por la Universidad de Panamá el 31 de agosto de 1981
Correo electrónico: iantinorib@cwpanama.net
Universidad de Panamá
Universidad Complutense de Madrid
ELEGÍA ANTE LA MUERTE DE BLAS JULIO
Cuando me dijeron que Blas había fallecido repentinamente como consecuencia de un fulminante infarto del miocardio, no lo podía creer. Pensé que era una falsa noticia de esas que suelen darse a menudo en Panamá. Y es que sólo dos días antes me había enviado un correo electrónico en el que nos daba cuenta del terrible asesinato de una joven panameña ocurrido en México. Allí nos pedía a un sinnúmero de personas y organizaciones – con la vehemencia con la que hacía suyas las causas ajenas – la solidaridad para con la familia de la joven asesinada y exigía una investigación imparcial. Convencido de que debía ser una información falsa, llamé a su esposa la Dra. Anabell Herrera y lamentablemente comprobé la aciaga noticia… Con el dolor a flor de piel, comprendí – una vez más – cuán corta, efímera, transitoria y fugaz es la vida. Recordé a Cicerón (en Pro Sex) quien decía que el curso de la vida es breve, pero que el de la gloria debía ser eterno…
Blas sólo tenía 57 años y había mucha energía creadora en su alma para seguir adelante y continuar luchando por los ideales de justicia que tanto amó y en los que siempre creyó. La muerte física del amigo y ex colaborador, me hizo refugiarme en profundas meditaciones y recordar imperecederos momentos en los que coincidimos tantas veces en la lucha por la libertad y por los grandes valores de la humanidad. Evoqué una frase del célebre escritor y premio Nóbel de Literatura en 1913, Rabindranath Tagore (1861-1941) cuando en su obra "Pájaros Perdidos" decía: "un día hemos de saber que la muerte no podrá robarnos nada de lo que nuestra alma ganó, porque el tesoro del alma es eterno". Y escribí estas reflexiones que envié por correo electrónico a algunas amistades y que en verdad nunca creí que algún día tuviera que escribir…
Como muchos de ustedes deben saber, Blas Julio fue el periodista más cercano al suscrito, durante nuestra gestión como Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001). Desde su posición en la Defensoría del Pueblo, Blas libró grandes luchas en contra de las injusticias y mantuvo posturas valientes y dignas en defensa de los derechos humanos, sobre todo, a favor de los más necesitados. Su extraordinario papel en la búsqueda en Colombia, del líder colonense Luis Ladeautt – quien había sido expulsado por el Gobierno Panameño – fue determinante. Recuerdo que en nuestra angustia por encontrar a quien estaba prácticamente desaparecido, no tuvo reparos en acompañarnos por distintos lugares y centros penitenciarios de Colombia, hasta encontrarlo en Cali, Colombia a donde lo tenían detenido en una celda de máxima seguridad considerado como un subversivo (con ese calificativo lo habían llevado agentes de la policía desde Panamá). No tenía identificación puesto que el gobierno panameño expulsó al líder social colonense, sin documentos de ninguna naturaleza y lo envió a Colombia, identificado solamente como un subversivo colombiano. Hicimos todas las gestiones para liberarlo, previa presentación de la identidad que Blas me consiguió con sus familiares en Colón. Así dejamos instalado a Ladeautt en Cartagena, hasta que pudiésemos lograr que el gobierno panameño permitiera su retorno a Panamá. Desde ese momento, no hubo un día en que Blas no me recordara la situación de Ladeautt y me insistiera en buscar una solución. Por ello, lo sentí feliz – como cuando a un niño le brindan caramelos – cuando algún tiempo después, le invité a Colombia para buscar a Laudeautt, a quien, un nuevo gobierno, le había autorizado a regresar. Habían pasado casi tres años de la expulsión, cuando el entonces Legislador Francisco Ameglio y el suscrito, logramos persuadir al nuevo gobierno para que permitiera el retorno de Luis Ladeautt, quien, a los cuatro (4) años había llegado desde Colombia a Panamá, había vivido toda su vida en Colón, donde se educó y tenía hijos panameños. A pesar de ello, había sido deportado hacia Colombia por casi tres (3) años como represalia política debido a su inquebrantable posición de pedir mejores días para Colón. De igual forma, no puedo olvidar la férrea voluntad de Blas y su incansable ahínco para lograr el rescate heroico de Nicolás Pérez, quien estuvo secuestrado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), durante catorce (14) meses en las selvas colombianas. Blas Julio tuvo la valentía, el arrojo y la intrepidez de acompañarme, en algunas de las peligrosas, discretas y difíciles misiones a donde tuve que viajar para entrevistarme, previamente y en territorio colombiano (en campamentos improvisados) con los dirigentes de las fuerzas insurgentes que retenían al panameño, para convencerles y solicitar su liberación por razones humanitarias. Una vez me dijo: "Doctor, a veces me pregunto si usted no piensa en su familia cuando asume tantos riesgos…" Y le respondí: es que tanto usted como yo – y los que nos acompañan – estamos locos de amor por la justicia…
Cuando después de varios meses de intensas conversaciones se acordó el posible día de la liberación, no dudó un instante en estar presente. Y cuando el avión volaba desde Panamá hacia Colombia para realizar una misión cuyos resultados eran impredecibles, inesperadamente se acercó a mí, y me dijo "La libertad, Dr. Antinori, es un don de Dios y nadie debe cercenarla, por eso estoy aquí". Con un valor y un coraje del que muchos carecían – aun con el riesgo de nuestras propias vidas – estuvo a mi lado en todo momento en la densa y tupida selva colombiana el memorable día 9 de junio de 2000, cuando pudimos lograr el primer rescate que registra la historia de la lucha armada colombiana (sin uso de armas ni pago de dinero, sin contraprestación ni condición alguna). Cuando el Ejército de Liberación Nacional (ELN) aceptó entregarnos por razones humanitarias al ciudadano panameño Nicolás Pérez, volví a verlo radiante de felicidad porque decía que, como instrumentos de Dios, habíamos logrado una hazaña sin precedentes a favor de una familia que sufría con la injusta ausencia de una sencilla persona quien no era objetivo de ningún comando de la insurgencia y que su secuestro fue un hecho fortuito. Y en el momento preciso en que la columna guerrillera del Ejercito de Liberación Nacional (ELN) se acercó a nosotros – en un punto geográfico desconocido – para entregarnos al panameño secuestrado, a pocos centímetros del sucrito, estaba Blas con su cámara, lanzando rápidas, oportunas y ágiles fotos que recogieron ese acontecimiento (también único en la historia de nuestro país). Blas no dejó de estar pendiente de ningún detalle del escabroso proceso de entrega de Nicolás Perez, a pesar de que estábamos en pleno campamento guerrillero, lejos de nuestro país y en un lugar que no conocíamos y, además, rodeados de al menos quinientos hombres con armas de guerra. No tuvo miedo cuando días antes le expliqué las reglas de la misión que, entre las más difíciles, estaba saber y ser conciente de que si fallaba la entrega, porque el ejercito colombiano atacaba en ese momento, no se podía garantizar nuestras vidas, ni la vida de nadie. Una de las extraordinarias fotos que tomó ese día, aparece en la portada de la publicación que hicimos para contar lo ocurrido y que denominamos "Nuestro testimonio para la historia: así liberamos a Nicolás Pérez" (Impresora Panamá, Panamá 2000. Número de ISBN 9962-619-06-9)
En ese inolvidable día, Blas Julio estuvo cubriendo tan histórico acontecimiento de forma exclusiva para el "Diario El Siglo", junto al periodista Herasto Reyes (q.e.p.d.) del Diario "La Prensa", al periodista Humberto Castillo y al camarógrafo Rolando Aizpú de TVN-Canal 2 y a la periodista Larabel González de la emisora KW Continente.
Jamás podremos olvidar las muchas veces que de forma incansable anduvo por las serranías, montañas y pueblos perdidos de nuestro Panamá profundo, acompañándonos para luchar por los derechos de los más humildes y necesitados… No hubo cansancio físico que lo detuviera ni presión política que lo doblegara, cuando se trataba de defender una causa noble y darle voz al oprimido y al huérfano de justicia… Hacer propias las causas y problemas de sus semejantes – y luchar por la justicia – lo hizo feliz porque se entregaba a los demás y a sus causas – a cambio sólo de tener la satisfacción íntima de servir.
En ese afán indómito por lograr la justicia que se le negaba a muchos, también fue incomprendido, atacado y no pocas veces vilipendiado. Por eso tengo la convicción y la satisfacción que en la Defensoría del Pueblo y bajo mi administración, fue inmensamente feliz ejerciendo como periodista porque tuvo la oportunidad de hacer, luchar y combatir – de manera indoblegable y como un fiero león – por las causas populares y por la justicia en este mundo, lamentablemente, cada día más superficial y esnobista…
Blas Julio ha muerto, pero sus luchas y su esperanza por un mundo más justo son una semilla inagotable que germinará en el alma limpia de quienes viven con, por y para batallar por las causas trascendentes y profundas…
Hace algunos años específicamente en 1991, fue publicada una obra nuestra denominada Ricardo Duarte o un Ideal, (Editorial Lil, San José, Costa Rica). En las páginas 89 y 90, escribí algunos conceptos sobre los ideales y la muerte. En esta ocasión, cito una de las frases que escribí en esa obra:
"¡Cuántos son los que mueren viviendo de un ideal y cuántos los que viven con ideales muertos!
Blas Julio ha muerto físicamente, pero ha pasado a caminar por las hermosas y verdes praderas celestiales junto a Dios Todopoderoso, con ideales vivos, por eso tendrá luz eterna…
Ciudad de Panamá, lunes 5 de octubre de 2009.
Dr. Italo Isaac Antinori Bolaños
Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001)
Doctor en Derecho
Universidad Complutense de Madrid, España
Para verificación académica en la Universidad Complutense de Madrid y en el Gobierno del Reino de España, se agradece pulsar sobre los dos (2) vínculos directos que a continuación aparecen:
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Fuente:
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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