La madurez de los berries
El nuevo momento de esta industria es auspicioso. Aunque el boom de plantaciones terminó hay una mejora de la competitividad por avances en la comercialización y en el manejo de huertos.
Luis Jiménez hizo una jugada de lujo en 2004. El campesino de Coihueco, a 25 kilómetros de Chillán hacia la cordillera, compró un pequeño campo de 1,5 hectáreas. Los 6 millones de pesos que le costó era todo un dineral para Jiménez, y sólo gracias a la ayuda de un familiar logró reunir la pequeña fortuna. El objetivo era plantar frambuesas. Jiménez manejaba un pequeño huerto de 0,2 hectáreas en su casa desde fines de los años 90 y estaba seguro de que el berry podía ser un negocio mejor que las típicas chacras de hortalizas de la zona.
El agricultor de Coihueco parece sacado de un libro de texto de cómo es la producción de frambuesa en Chile. Luego de la crisis de precios de los 90, muchos grandes productores dejaron el cultivo. El agricultor promedio sólo tiene 0,7 hectáreas. La frambuesa es tierra de pequeños. Eso sí muy empeñosos.
Con un olfato propio de los goleadores, Luis Jiménez supo estar en el lugar y momento adecuado. En el último lustro, los precios de las frambuesas no sólo estuvieron firmes, sino que, en algunas temporadas, marcaron récords.
Luis y Paulo, hijos de Jiménez, estudian en la universidad en Chillán. "Sin la frambuesa hubiera sido imposible para ellos. Además, me compré una camioneta nueva, será china, pero es cero kilómetros", explica el satisfecho campesino de Coihueco.
Las cosas van tan bien, que junto a otros pequeños productores agendaron una reunión con su alcalde la semana pasada. Sin embargo, no se trató de las tradicionales peticiones campesinas; por el contrario, su objetivo es pedirle al edil de Coihueco ayuda para promover la llegada de trabajadores temporales desde la costa de la VIII
Región para la próxima cosecha frambuesera. Muestra de ese nuevo espíritu empresarial es la proliferación de talleres, asistencia técnica y alianzas entre Gobierno, procesadores y campesinos para mejorar la calidad y productividad de la frambuesa.
El caso del negocio de los arándanos, el otro berry importante en Chile, también muestra una nueva dinámica.
La crisis de precios que se vivió en la temporada 2008-2009 encendió las alarmas en el rubro. Tanto, que por primera vez las empresas exportadoras se unieron el año pasado para coordinar sus envíos. El salto de calidad en la comercialización, aliada a una producción relativamente normal, hizo que la temporada anterior tuviera precios interesantes; además permite mirar con más tranquilidad los fuertes incrementos en la producción que se esperan para los próximos años.
Es que, luego de una o varias temporadas en el infierno, la industria de los berries vive un momento auspicioso, marcado por la madurez tanto en la producción como la comercialización.
Tarea de chicos, grandes resultados
Las cifras oficiales indican que la superficie de frambuesas en Chile alcanza las 9.500 ha, con 10 mil agricultores detrás. De ahí que se trate de uno de los rubros más atomizados del agro chileno.
Lo que en principio podría ser una desventaja en términos productivos, pues los campesinos tienen menos educación y capital que sus colegas más grandes, se ha transformado en una oportunidad para ese rubro. Las pequeñas escalas aseguran la estabilidad en la producción para los poderes compradores, que ya vivieron el golpe de la partida de grandes agricultores. Las superficies que apenas superan la hectárea son muy resilentes frente a las vicisitudes de precios; pueden ser manejadas con un solo campesino durante el año y en el momento de la cosecha se echa mano a los familiares.
De más está decir que el impacto social es aún más notable.
"La frambuesa está transformando algunas zonas de las regiones del Maule y del Biobío. Hay que pensar que, por ejemplo, la rentabilidad de una hectárea de trigo, que requiere además de grandes superficies, ronda los 100 mil pesos, mientras que una de frambuesas supera el millón de pesos. Por eso es una alternativa muy atractiva para los campesinos de la zona centro sur", afirma Rodrigo Pavez, encargado nacional de Alianzas Productivas del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap).
El interés de los poderes compradores, básicamente empresas de congelados, por mantener a los pequeños productores como proveedores, y el del Estado, por el beneficio social que este rubro trae aparejado explican por qué ambos actores están inyectando financiamiento, asesorías y mejoras tecnológicas a una escala inédita.
En el Indap, las nuevas autoridades decidieron apretar el acelerador al encadenamiento de frambueseros y procesadores. Aunque no hay registros separados por rubro, como para dar cuenta de los recursos invertidos, el número de productores que ya son parte de ese sistema subió de 120 en 2007 a 1.000 este año. La meta es llegar a 3.000 pequeños agricultores en 2014.
El sistema funciona bajo la lógica que los poderes compradores son los que mejor conocen qué es lo que requieren de los agricultores y tienen vías de información directa con ellos. El fisco subvenciona hasta el 70% de los costos de asistencia técnica a los campesinos. Además, hay líneas de financiamiento para mejoras en infraestructura.
El caso de Luis Jiménez, nuevamente, es sintomático. La empresa a la que le vende, gracias al apoyo estatal, instaló un centro de acopio en Coihueco para los 25 socios de la agrupación de frambueseros orgánicos que preside Jiménez. Con eso se acabaron los viajes a la planta de Chillán, evitando el deterioro que se producía por la falta de refrigeración. Todos ganaron, incluso el Estado, que recibe más impuestos por el mayor volumen transado.
La fuerza de la unión
A diferencia de las frambuesas, los arándanos son tierra de grandes productores. Los US$ 10 mil de inversión por hectárea que se requieren en este cultivo son una fuerte barrera de entrada. Sin embargo, los arandaneros no las vieron fáciles en el último tiempo.
La fría primavera de 2008 retrasó la producción nortina y de la zona central y terminaron por juntarse con la sureña. Los precios se fueron a pique y se levantó una gran duda sobre la viabilidad económica del sector que la última temporada exportó US$ 178 millones, el 6,1% del total de la industria frutícola chilena. Después de todo, hasta hace un par de años se plantaban más de mil hectáreas al año. Actualmente el volumen exportado crece cada año a una tasa de entre 20% y 40%.
La campanada de alerta de la temporada 2008-2009 fue escuchada por las exportadoras que se dieron cuenta de que el crecimiento del sector había sido demasiado inorgánico, especialmente en el diseño de la comercialización.
El fuerte aumento de volúmenes que se viene -en la industria se asume que quedan unos tres a cuatro años hasta que la producción se estabilice- podría ser una verdadera bomba de tiempo. Eso explica uno de los mayores hitos en la historia de los arándanos chilenos: las exportadoras decidieron crear el Comité de Arándanos. El objetivo es coordinar la comercialización, estableciendo pautas para no saturar los mercados en algunas semanas críticas de la temporada, además de emitir información constante a los importadores y cadenas de retail sobre los envíos para que estas puedan programar mejor las ventas y evitar "tacos" de fruta.
"Frente al crecimiento de las exportaciones, no era lógico que la comercialización siguiera igual como antes, en que todo lo que se producía se vendía sin mayor problema", afirma Andrés Armstrong, gerente general del Comité de Arándanos.
En pocas palabras, se pasó de una comercialización individualista y simple a una asociada y compleja. El resultado de la última temporada, ayudado por buenas condiciones climáticas, avaló el nuevo espíritu gremial de los arándaneros.
Las tareas
Si bien en el último par de años el negocio de arándanos y frambuesas muestra señales de mayor madurez, todavía quedan varias tareas por delante.
En el caso de las frambuesas, la principal área por mejorar es la producción primaria. Los huertos son más antiguos que los de productores top en Estados Unidos o Serbia, en que se renuevan cada cuatro años, mientras que en Chile pueden superar los siete años, por lo que presentan el natural declive en la producción.
Además, es necesario introducir nuevas variedades certificadas. Entre los pequeños productores es tradicional usar patillas de sus mismas plantas para formar nuevas o comprarlas a vecinos que realizan el mismo proceso. Es por eso que entre los pequeños frambueseros hay una alta presencia de virosis en sus huertos y que el promedio de producción sólo ronde las 5 toneladas por hectárea, mientras que uno top puede superar las 12 toneladas.
"Una planta de heritage antigua comprada a un vecino puede costar 50 pesos, mientras que una de generación más moderna, y por ende más productiva y de frutos de mejor calidad, vendida por un vivero certificado, vale entre 150 y 200 pesos. La estrategia tradicional de los campesinos es replantar de a poco, pues no pueden dejar de producir un año y a los viveros no les interesa vender de a 50 o 200 plantas. Esa realidad tiene que ser tomada en cuenta por las autoridades y adaptar sus programas para facilitar el salto productivo", explica Pilar Bañados, profesora de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica.
Y si en las frambuesas el objetivo prioritario es mejorar la base productiva, en el caso de los arándanos hay que hincarle el diente con aun más fuerza a la comercialización.
"Esta temporada se va a producir un aumento de envíos entre 60 a 70% en algunas semanas específicas, por lo que es vital la coordinación. Con el buen resultado de la última temporada, ha surgido mucha gente con deseos de exportar en forma directa. Aunque las exportadoras tradicionales ya están trabajando en conjunto en el Comité, falta que esos nuevos actores también trabajen en forma conjunta", afirma Juan Ignacio Allende, gerente general de Vitalberry.
En tanto, Manuel José Alcaíno, presidente de la consultora Decofrut, afirma que se requiere salir de la dependencia del mercado norteamericano.
"Más del 80% se envía a EE.UU., que se ha comportado muy bien. Sin embargo, hay que tener presente que la palta tenía una concentración similar, y cuando México ingresó con fuerza a ese mercado los palteros chilenos vivieron momentos complejos", recuerda Alcaíno.
En el Comité de Arándanos afirman estar conscientes de la dependencia del mercado gringo, por eso apuestan al apoyo del Gobierno para acelerar la firma de los protocolos sanitarios necesarios para ingresar con arándanos a China, India y Corea del Sur.
Como se ve, el trabajo de los berries no se detiene.
Se requiere acelerar la apertura de China, India y Corea del Sur para los arándanos, con la firma de protocolos sanitarios.
Fuente: diario.elmercurio.comFuente:
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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