LOBBYING:
El cabildeo, necesario ante Congreso plural
Presente en todos los ámbitos de la vida económica, pero sobre todo en la política de México, el cabildeo es una práctica que llegó para quedarse y constituirse como una herramienta poderosa para quien la utiliza de manera conveniente o bien, llevar al fracaso a quien la minimiza o no recurre a ella.
Carente de reglas que transparenten su presencia o utilización es una práctica relativamente nueva en nuestro país y por lo mismo, provoca escepticismo, dudas y hasta temor de recurrir a esta herramienta, sobre todo en la clase empresarial y legislativa, pues se corre el riesgo de ser satanizado, ya que muchas veces se estigmatiza como "coyotaje" o se le vincula con negociaciones en lo "oscurito", sobornos y corrupción.
"Se ha denostado la labor de cabildeo, como el simple mercado de favores o corrupción hacia los legisladores", explica Guillermo Rosales, subdirector de Relaciones Gubernamentales de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA).
Pero no sólo son estos factores los que inhiben la utilización del cabildeo en la iniciativa privada, en especial entre las pequeñas empresas, sino que también impacta de manera determinante los costos económicos de recurrir a los famosos "cabilderos", que no siempre entregan buenos resultados en los asuntos que se les asignan.
Se cotizan
Los hay de todos precios y formación profesional, pero un cabildero promedio cobra miles de pesos para operar en favor o en contra de un proyecto o iniciativa de ley que le interese a los empresarios, más un bono adicional en caso de lograr el objetivo.
"Todos los organismos empresariales tienen un presupuesto para este tipo de labores (cabildeo). (Pero) el costo es alto y la respuesta es limitada", afirma Roberto Sánchez de la Vara, encargado de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana.
Las tarifas pueden aumentar de acuerdo con la importancia, coyuntura y complejidad del tema, si es que hay mucha oposición de partidos en ese asunto, lo que muchas veces frena la intención de los empresarios por recurrir a expertos en el llamado lobbying, término que utilizan los estadounidenses para el cabildeo.
"Se requiere de más trabajo y eso es muy costoso, necesita uno de analistas de primer orden, expertos y un cuerpo de alto perfil, que no siempre es barato, es costosísimo", explica Arturo Mendicuti, presidente de la Cámara de Comercio de la ciudad de México.
Tan sólo por entregar un resumen a sus clientes de las iniciativas que llegan al Congreso de la Unión o bien que les pueden afectar en sus intereses, una persona cobra de 10,000 a 45,000 pesos mensuales.
Rezagados
Hasta hace unos años, el cabildeo se reducía a una práctica de relaciones públicas entre políticos y empresarios para sacar adelante los objetivos, planes o iniciativas que promovían. Lo mismo para frenar las que no convenían a sus intereses. Era cuestión de reunirse con el Presidente de la República en turno para "dar luz verde" o bloquear alguna iniciativa o ley según sus intereses.
Pero hoy el futuro alcanzó a la clase empresarial y la tomó desprevenida; sin estrategias claras ni concretas para hacer frente a los retos y condiciones que imponía la nueva composición democrática y partidista en el Congreso de la Unión, ahí donde se frenan o promueven leyes.
"Hace muchos años, sólo teníamos que cabildear con el Ejecutivo y ahora con todos los órdenes de gobierno y los niveles. Con el Legislativo y Poder Judicial, y se ha ampliado el espectro de estar en contacto con las autoridades", dice el presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, Claudio X. González, quien ha estado al frente de infinidad de negociaciones por parte del empresariado.
La IP en México no está acostumbrada a utilizar de manera formal el cabildeo; el uso de esta actividad es incipiente al grado de que no existe una estrategia común para su aplicación y menos aún para adoptarlo, lo que ha provocado rezagos en los resultados para el sector empresarial.
Desde que se conformó un Congreso más plural, básicamente del año 1997 al 2000, y todos los cambios que se han venido dando en el Legislativo, los organismos empresariales se dan cuenta que cada vez es más importante, y se requieren esfuerzos y formas de influir, refiere Ignacio García Lascuraín, encargado del enlace legislativo del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
El responsable para el organismo empresarial de la recepción de las iniciativas o proyectos en el Senado desecha el mito de que la paga en su profesión sea por "millonadas", y argumenta: "Según el sapo es la pedrada, pero es un oficio parecido al resto de las profesiones o bien como el abogado con un sinnúmero de casos".
lgonzalez@eleconomista.com.mx
Lilia González Velázquez / El Economista
Saludos,
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