por Salvador Valdés Prieto
Mito Nº 1: Transparencia Internacional (TI) es una organización de prestigio universal. Realidad: TI es una ONG universalmente temida por su poder -su principal actividad ha sido acusar a gobiernos y a burocracias de corrupción, lo que asegura cobertura en los medios. Un problema de la estrategia mediática es que la acusación no pueda ser probada, o peor aún, sea falsa. TI no pregunta por corrupción en los medios de comunicación, ni en aquellos organismos públicos internacionales que se han asociado a ella. Este vacío también debilita.
La ejecución de esta estrategia ha sufrido problemas. Por ejemplo, el índice de corrupción no es respetado por los expertos. Su índice se basa en encuestas de "percepción", no de hechos reales ocurridos al encuestado. Se informa que entre las preguntas usadas por algunas encuestas hay algunas tan vagas como "¿Confía usted en el gobierno?" y "¿Es la corrupción un gran problema en su país?". Para clasificar a los países pobres, TI utiliza encuestas a inversionistas de países ricos. Hay reportes de que en algunos países la palabra "corrupción" es entendida como un mercado en que el Estado no vela por el orden público económico (una "ley de la selva"), lo que impide homologar puntajes.
Recuerdo bien cuando hace 10 años, el cientista político Michael Johnston presentó un excelente trabajo ante la Comisión de Reforma del Estado del CEP. Después contó que había renunciado al directorio de TI-EE.UU. porque su mayoría había dado prioridad al impacto mediático por sobre la solidez del indicador que reportaba.
Mito N° 2: El informe de TI está respaldado en los hechos. Realidad: la vocera en Nueva York declaró que TI ¡no revisa! los informes que le envían más de 100 capítulos locales, previo a su publicación. O sea, TI no se cubriría del riesgo de que algún capítulo falte a la verdad, como en este caso. Hace pocos días, otro funcionario de TI reconoció que ésta borró la acusación a la empresa Tata de corrupción del informe sobre Chile. Esta contradicción indica que la vocera, o el funcionario, faltó a la verdad.
Mito Nº 3: TI-Chile había tenido un desempeño impecable hasta ahora. Realidad: a inicios de 2003, la opinión pública chilena ardía de indignación ante la revelación del caso MOP-Gate, referido a la corrupción permitida en el Ministerio de Obras Públicas. Frente a esa presión, el Presidente Ricardo Lagos formó una comisión liderada por el entonces presidente de TI-Chile, Luis Bates. Se esperaba que Bates luchara por lograr transparencia en el caso MOP-Gate. Sin embargo, a las dos semanas, Bates se pasó a defender la causa opuesta: ser ministro de Justicia del propio gobierno de Lagos, principal investigado por permitir el caso MOP-Gate. El historial de TI-Chile no fue impecable en el período anterior al de Davor Harasic.
Mito Nº 4: Nadie de TI-Chile conoció el informe que sería publicado el 23 de septiembre, excepto los autores Cerna y Noriega. Realidad revelada por la prensa de estos días: el director ejecutivo lo revisó antes de enviarlo, y además, recibió la versión final el día anterior a su publicación mundial. La directora Politzer, quien ayudó a preparar al candidato Frei para el debate televisivo, reconoce que en ese mismo momento otras personas, que también preparaban al candidato Frei, sí conocían el informe y estaban preparándolo para usarlo en el debate. Se ha postulado que ninguno de los preparadores en este segundo grupo se acercó a la directora Politzer para verificar fuentes y conceptos.
Mito Nº 5: TI-Chile es una institución indispensable para que nuestro país avance en transparencia. Realidad: el principal avance institucional respecto de la transparencia en Chile ya fue logrado en 2008, con la creación e instalación del Consejo para la Transparencia. Este cuerpo cuenta con personal muy calificado, con dedicación adecuadamente remunerada, sin facultades mediáticas desmedidas y protegido de la captura de parte de lobbistas y candidaturas presidenciales. El mérito de su creación corresponde -creo- al equipo liderado por Davor Harasic. Si bien durante un tiempo tuvo como base a TI-Chile, el éxito de su empresa no se explica por eso, sino por la validez del concepto y su laboriosidad. No se ve cómo estos avances podrían estar en riesgo si TI-Chile desaparece o es refundada con otro nombre.
* El autor es investigador del CEP, profesor de economía PUC, miembro de Tantauco.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
Diplomado en Gestión del Conocimiento de la ONU
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