A la búsqueda de biocombustibles
EN los años ochenta se inició una campaña de apoyo y reivindicación de los combustibles renovables, y por tanto en principio ilimitados, en contraposición con los combustibles fósiles necesariamente limitados. Los impulsores creían que esta era una de las formas más eficaces y elegantes de luchar contra la contaminación producida por el petróleo y el carbón. Entre los combustibles renovables se encuentran el bioetanol y el biodiesel. Ambos combustibles se utilizan ya en los automóviles y se cree que su utilización en un futuro inmediato es exponencial.
Ahora toca una campaña política orquestada a nivel mundial contra estas fuentes de energía aduciendo que son alimentos y que no deben ser utilizados como combustibles. En el caso del bioetanol, que no es un alimento, se dice que su producción ha provocado el alza en los precios de los cereales que se utilizan para la fermentación alcohólica, maíz, trigo, etc. En base a este argumento se asevera que la desviación de cereales para la producción de bioetanol está ya provocando la subida de productos de primera necesidad como el pan, la leche, la carne, etc.
Algo parecido pasa con el biodiesel, obtenido del aceite y las grasas por un procedimiento químico sencillo denominado trans-esterificación, debido a que hasta ahora se están utilizando aceites comestibles de soja, cacahuete, colza y girasol, entre otros.
Como la sociedad no es tonta busca continuamente nuevas fuentes de energía. Este es el caso de una de las estrellas energéticas crecientes, la Jatropha curcas. Esta es una planta arbustiva perteneciente a la familia botánica de las euforbiaceas. Ser caracteriza por ser muy resistente a las condiciones climáticas y por ello se utiliza en algunos sitios para recuperar tierras degradadas por la erosión y combatir la desertificación. Se adapta y crece en prácticamente cualquier tipo de terreno.
La utilidad de esta planta ha sido muy reducida hasta ahora, habida cuenta de que, excepto ciertas aplicaciones medicinales de su corteza y hojas, las semillas, que son muy oleaginosas, son relativamente tóxicas como para ser utilizadas en la alimentación humana y ganadera, y por lo tanto son inutilizables. Estas semillas tóxicas poseen un cuarenta por ciento de aceite que puede ser extraído fácilmente y ser utilizado en la producción de biodiesel de alta calidad y bajo contenido en azufre, que lo convierte en apto para su uso en los modernos motores diesel. Un cálculo aproximado indica que se pueden producir unas tres toneladas de semillas por hectárea que rinden al final unos mil seiscientos litros de combustible.
Al ser tóxica la planta su aceite no puede ser utilizado como alimento, con lo cual se puede disponer de un combustible de automóvil, que no está afectado por los precios de los aceites comestibles y que constituye una alternativa eficaz, viable y con dinámica propia. A este respecto, países con un potencial de crecimiento como India apuestan por esta planta, y empresas automovilistas, como por ejemplo, Mercedes-Benz y Wolkswagen, estudian la utilización de este biodiesel en sus automóviles. El interés que despierta el biodiesel no puede verse empañado por los comentarios y opiniones sin fundamento científico ni económico. Se trata de buscar, encontrar y desarrollar materias primas renovables y baratas que hagan atractiva la producción de estos combustibles, y que no nos pase como con las plagas, que cuando vienen siempre nos cogen desprevenidos.
Tomás
Girbés
Saludos
Rodrigo González Fernández
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www.el-observatorio-politico.blogspot.com
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