La maternidad y paternidad; un nexo de amor
La condición del ser mujer junto a la contingencia de los últimos días, hace casi obligatorio, el realizar una opinión frente al aborto y especialmente del terapéutico.
El comienzo de la vida es un punto de inflexión, en diferentes escenarios discursivos (Biología, Teología, Psicología, Sociología, etc.), ya que existen una diversidad de posturas y explicaciones acerca del momento que comienza la existencia y desde cuando se considera una vida con la conceptualización de "Ser". Algunos prefieren pensar que se inicia desde la concepción, otros en el momento del parto y varios preferimos optar por la postura que la vida empieza mucho antes de que un hijo pueda estar concebido.
El surgimiento de la vida subyace del deseo de los padres, cuando éstos lo piensan lo dibujan desde antes, en sus pensamientos y sentimientos. Para muchos puede sonar descabellado, ya que no es habitual concebir que la existencia de un hijo pueda surgir antes de su procreación, sin embargo, es en ese instante cuando comienza a ocupar un lugar en la vida de sus padres.
En ocasiones los padres no poseen la suficiente madurez, por tal razón es deber de la ciudadanía y de las leyes, el velar por su protección, para impedir que madres o padres arbitrariamente decidan el detener la vida o no. Según la experiencia clínica, gran parte de estos padres que deciden desde la inmadurez, en su adultez siempre se arrepienten por la interrupción de un embarazo.
Creo que la mayor parte de las mujeres y hombres desean experimentar la paternidad y maternidad desde lo ideal, como una experiencia maravillosa, cimentado en la compañía y amor de dos personas.
Pero no siempre este escenario es tan ideal, ya que para algunos padres su experiencia resulta ser adversa y ésta se puede transformar en una pesadilla. Es así que encontramos a mujeres y/o adolescentes en donde el ser madre no es una elección y su hijo es producto de una violación. Además existen situaciones de enfermedad de la madre y de enfermedad del feto.
Con todos los casos señalados se ocasiona sufrimiento de la madre y sufrimiento fetal, ya que no requiere cuestionamiento la idea que cualquier emoción que tenga la madre durante el período de gestación, el niño la resiente y en el trascurso de la vida esta situación traumática se evidencia en el comportamiento o forma de relacionarse de un niño o niña. Si hablamos de madres violadas, enfermas en su gestación o fetos con enfermedades graves o terminales, es imposible no creer que se da una experiencia en sumo traumática y es inadmisible pensar que este feto, si es que vive, construye desde su nacimiento un apego seguro con sus padres que básicamente es un nexo de amor, contención y protección, que en situaciones de trauma genera angustia, ansiedad, miedo en los integrantes de este vínculo.
Finalmente es necesario resaltar la importancia de velar por la vida de un nuevo ser, sin embargo, es distinto cuando la experiencia de trauma y dolor es inevitable, por lo tanto, en este dilema social, tal vez sea necesario que legislen la prohibición a la ley de aborto terapéutico, las madres y padres que han tenido que experimentar situaciones de violación, enfermedad etc., y no madres o padres que viven en la comodidad de sus hogares con hijos sanos y con cuentas corrientes que permitan y aseguren continuidad de un tratamiento, físico o psicológico, para los sobrevivientes.
Mariella Krause Zúñiga
Psicóloga Clínica
Docente IP Los Lagos, Sede RancaguaFuente
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Saludos
Rodrigo González Fernández
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