Las democracias también hablan por sus edificios
30/05/11
La Asamblea Nacional del Ecuador es un edificio nuevo en un barrio deteriorado de Quito. Predominan los cristales y el interior es luminoso. Es un edificio dinámico con pasillos llenos de periodistas y ciudadanos. Las oficinas tienen espacios abiertos para las reuniones de las comisiones. Sentadas esperando podíamos sentirnos participantes de esos debates a puertas abiertas. Imaginando el edificio de la Asamblea como una representación de la política ecuatoriana, nos quedaron imágenes contradictorias entre la modernidad del edificio y la depresión del barrio, la limpieza del recinto y el gris de los alrededores. Paradojas de Ecuador donde lo nuevo se mezcla con lo viejo, donde la renovación que Rafael Correa prometió se va pareciendo cada vez más a otro gobierno caudillista y clientelar con matices novedosos.
Pero los alrededores siguen grises y caóticos.
El Congreso argentino tiene dos sedes principales: el Palacio y el Anexo. El Palacio es un edificio espléndido con una escalera de mármol magnífica. Pero los sillones de la sala de espera estaban desvencijados y rotos.
Faltan las tulipas y picaportes en la puerta de madera. Las glorias pasadas no las perdimos, más bien nos las robamos a nosotros mismos.
Los que se llevaron esos recuerdos del Senado ¿serán trabajadores del recinto? ¿Los exhiben como trofeos? ¿O se rompieron las tulipas y no hay dinero para cambiarlas? Si el Palacio muestra el esplendor de una época imposible de recuperar, el Anexo de Diputados presenta miserias actuales. La entrada está sucia. Cada piso es un laberinto de pasillos. Las oficinas son claustrofóbicas. Las cortinas blancas exhiben un gris intenso. En muchas oficinas hay computadoras viejas arrumbadas junto con botellones de agua vacíos y polvorientos.
El deterioro y la suciedad nos sorprendieron. Muestran la desidia instalada en la política.
A nadie parece importarle el polvo o el destino de las tulipas. Argentina, como sus edificios legislativos, tiene una política gastada, viejas contradicciones mezcladas con impunidad. Robarse una tulipa o millones de dólares no llama la atención. Nos fuimos con la sensación que a nadie le importa nada.
En Uruguay también hay un Palacio y un Anexo. El Palacio está cuidado y limpio. El Anexo tiene pasillos amplios, acogedores, sillones cómodos sin agujeros. Esos pasillos sirven de salas de reuniones improvisadas donde los legisladores conversan, toman mate, consensuan. Todos se conocen y se respetan.
Trayectorias conocidas y transparentes como la política uruguaya. Los edificios nos mostraron una cultura política amigable y respetuosa. En los pasillos hay un clima de camaradería y respeto.
Nuestras casas hablan de nosotros. No sólo escuchamos a los legisladores. Los congresos también nos murmuraban historias para contar
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN .
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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