Bajezas democráticas
Una mentira del tamaño como decir que alguien ejerció presión para salvar de la cárcel a su hermano o imputar acusaciones que son falsas, nos debiese tener castigando al mentiroso, no apretando al perjudicado por el cuestionamiento. Frei, en una sociedad desarrollada, habría padecido el peor de los castigos por recoger esta información que sabía falsa.
Por José Miguel Izquierdo S.*
Crosstalk es el concepto que usan los norteamericanos para señalar la pugna verbal desatada en contextos de estrecha competencia. Que Obama votó de tal forma para la guerra de Irak y que los intereses económicos de los Bush estaban confundidos con políticas públicas. Un gran cúmulo de cuestionamientos provenientes de la trayectoria y el pasado de los candidatos emerge a la agenda pública cuando se trata de competir por captar la adhesión de electores.
El escándalo de hecho ha sido usado y tematizado académicamente para entender cómo se desarrolla la política contemporánea. De hecho, es un elemento que la clase política más bien sufre que protagoniza. Porque no hay espacio al secreto, porque no se puede dejar nada a la suerte de las sombras, en la política contemporánea conviene atacar todo con la claridad de las luces.
Tanto el sistema político como el sistema de comunicación social tienen a su alcance herramientas útiles para controlar el efecto que produce el cruce de acusaciones. Es decir, existen estándares éticos que constituyen un soporte para el nivel de conflicto desatado en campañas. Básicamente, el umbral acordado está determinado por el apego a la verdad. La verosimilitud de una fuente es crucial a la hora de evaluar la pertinencia política e informativa de subir un contenido o utilizarlo como centro gravitacional de un argumento público. Y en estos aspectos nuestro sistema falla.
La última estocada del comando de Frei sobre Sebastián Piñera, protagonizada en el debate presidencial organizado por TVN consiste en la selección de una información que el candidato oficialista conocía como falsa y que utilizó a pesar de conocer su alcance. De hecho, la misma publicación en medios de comunicación de este error editorial de Transparency Internacional contiene una falla profesional inexcusable. Si el medio conoce la falta de verosimilitud de un informe debe limitar su difusión, no excusarse en ella para difundir una determinada línea editorial.
Como vemos, el efecto de la publicación de una información tan ambigua como la referida es una señal de que el sistema político y de comunicación social chileno carece de los filtros necesarios para soportar una campaña dura y cerrada. Esto, porque el ataque se monta sobre mentiras y somos demasiado laxos frente a este recurso. Una mentira del tamaño como decir que alguien ejerció presión para salvar de la cárcel a su hermano o imputar acusaciones que son falsas, nos debiese tener castigando al mentiroso, no apretando al perjudicado por el cuestionamiento. Frei, en una sociedad desarrollada, habría padecido el peor de los castigos por recoger esta información que sabía falsa.
El efecto del hecho comentado es más serio y permanente que lo esperado por sus actores. Suponemos que esperaban influir sobre la intención de voto de un grupo de electores indecisos. Pero produjeron mucho más que eso. Inducen al hastío de aquella parte no interesada en distinguir lo cierto de lo falso. Cuando un hecho es revestido de objetividad y resulta ser falso, lesiona el diálogo social; no es posible deliberar sin reconocer recíprocamente legitimidad en el verbo. Tampoco confiamos en personas centradas en desacreditar a otros, porque se transforman en sospechosos de sus odios.
El mecanismo es nefasto y se ha instalado más de lo deseable, llevando a que la acción política no secunde al pensamiento, sino viceversa. La reversión de esta lacra no se impondrá por generación espontánea. Es preciso cuidar el paso de la campaña. Si nos vamos a ir revisando el pasado, debemos tener claro para cuál es la idea de futuro que queremos cimentar. Corremos el riesgo, en cambio, de caer en una destrucción sin sentido. Algo a lo cual nos está arrastrando, lastimosamente, el candidato de la Concertación.
*José Miguel Izquierdo S. es Director del Área de Análisis Político y Electoral del Instituto Libertad. Coordinador Ejecutivo, Comité Estratégico de Sebastián Piñera.
Rodrigo González Fernández
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