Los bluegills son muy resistentes y existen muchos en EE.UU. Foto: Departamento de Peces y Vida Silvestre de EE.UU. |
Uno de los peces más comunes de EE.UU. ha sido reclutado en la guerra de dicho país contra el terrorismo.
San Francisco, Washington y Nueva York están utilizando bluegills - también conocidos como peces de sol- para salvaguardar el agua pública que se bebe en el país.
Para tal efecto, un pequeño número de peces se mantienen en tanques que son llenados constantemente con el agua que se encuentra en los depósitos municipales.
El tanque está conectado a un sistema computarizado que registra cambios en los signos vitales de los peces y expide una alerta si algo le llama la atención.
Desde el 11 de septiembre de 2001, el gobierno de EE.UU. ha tomado con seriedad la amenaza de ataques a su suministro de agua.
Peces, como auténtica carnada
De acuerdo con la ley federal, casi todos los sistemas de agua comunitaria deben examinar su vulnerabilidad ante el terrorismo.
Por ello, el suministro de agua es constantemente supervisado y examinado para descubrir si hay presencia de agentes químicos o biológicos.
"Es como un sistema de alerta temprana, actúa como otra línea de defensa", aseguró Bill Lawler, cofundador de la Corporación de Inteligencia Automatizada, la compañía con sede en San Diego que se encarga de este dispositivo anti terrorista.
Bluegills -una especie muy resistente- es altamente sensible a un gran número de toxinas. Cuando se exponen a dichas sustancias experimentan la versión acuática de la tos, flexionando sus branquias para expulsar las nocivas partículas.
Al primer síntoma de tensión en los peces, la computadora envía una alerta por correo electrónico, radiolocalizador o dispositivo móvil, a la que también se conoce como "el pez llama".
Los bluegills de Nueva York empezaron a trabajar hace poco cuando el sistema detectó rastros de un derrame de diesel antes que cualquier otros dispositivo ambiental del gobierno lo hiciera.
Sin embargo, los peces sí tienen limitantes. No se les puede confiar que detecten gérmenes y tampoco se les puede utilizar contra otro tipo de ataques como bombardear un depósito de agua o un ataque cibernético contra los sistemas que controlan el flujo.
Por lo pronto, cuando en el consultorio de su dentista observe a la pecera que busca relajarlo, sabrá que los peces -al menos los bluegills- también luchan en otro frente.
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