Modernos socialistas (castristas y chavistas), que son verdaderos fascistas
El gobierno venezolano ya reconoce que han muerto dos estudiantes de los muchos que se echaron a la calle, ya sea para defender el "chavismo" o para protestar por el cierre de la televisora privada RCTV, crítica con el gobierno de Chávez. Los estudiantes mueren en las calles de Venezuela, víctimas de un fascismo que se viste de rojo para disimular su gusto por la opresión. Ya no es posible disfrazar de progreso ese "Socialismo del Siglo XXI" que propicia Hugo Chávez y que, en realidad, es un sucio fascismo que coincide en su esencia totalitaria con los de Stalin, Hitler, Mao, Pol Pot, Pinochet y otros muchos.
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Dos estudiantes asesinados en las calles de Venezuela por una violencia generada por el régimen de Hugo Chávez, que reprime sin contemplaciones la protesta masiva por la libertad y en contra del cierre de la única gran cadena de televisión que mantenía posiciones independientes y críticas.
Algunos socialismos se han deteriorado tanto que se confunden cada día más con el peor fascismo. Han abandonado la ética, se han olvidado de la igualdad, han renunciado a los valores y sólo conservan el apego al poder. Sin ética y sin valores, nada les impide controlar el poder a cualquier precio. Ese socialismo es fascismo en estado puro.
Quien quiera ver fascismo puro en acción que mire hacia Venezuela, donde la policía ha tomado las calles para aplastar la revuelta de los que reclaman derechos tan fundamentales como la libertad de prensa y de información. Afincado en el poder y manteniéndolo con todos los medios que el Estado pone a su servicio, existe un gorila totalitario que se viste de rojo para disimular el color negro de sus venas, que amedrenta y aplasta la adversario, que intimida a los que se le oponen, que cierra los medios de comunicación críticos y que lanza a sus perros, soldados, policías y pandilleros, a las calles para sembrar el miedo y la inseguridad entre la gente que aspira a ser libre y próspera. Eso es fascismo en estado puro, aunque, para engañar, le llamen "Socialismo del siglo XXI" o "Revolución Bolivariana".
En Cuba, desde donde soplan la mayoría de los vientos totalitarios de Occidente, el color rojo también disimula el negro fascista del terror y la opresión de los hermanos Castro. El fascismo cubano tiene las cárceles repletas, las calles y cuadras atiborradas de chivatos y espias al servicio del partido único y mantiene uno de los ejércitos más nutridos y mejor armados del mundo, a pesar de que el pueblo en masa pasa hambre. Eso también es fascismo en estado puro.
Cuando cayó el muro de Berlín, desapareció también aquel comunismo que tenía ideología y que pretendía explicar el mundo desde su óptica. Gran parte de sus herederos han cambiado el color rojo por el negro y se han hecho fascistas puros. Han aprendido a manipular la democracia y han descubierto que el pueblo, con su inocencia y deseos de paz y justicia, puede ser engañado si se esgrimen con astucia y eficacia la mentira y las viejas consigna del igualitarismo, la protección social y el apoyo a pobres y a débiles.
Por mucho que se vista de rojo, cualquier observador independiente y demócrata descubrirá pronto que el fascismo conserva los mismos rasgos y tics que tuvo en la Alemania de Hítler, en la Italia de Mussolini , en la Argentina de Videla o en el Chile de Augusto Pinochet, casi idénticos también a los que patrocinaron Stalin y Mao: los adversarios son encarcelados o exterminados; los líderes se mantienen eternamente en el poder, el pueblo es engañado, manipulado y marginado; la policía y el ejército dejan de servir a la nación para servir al partido único; la economía fracasa; la libertad desaparece y la verdad es expulsada de la sociedad y de la vida cotidiana.
El auge del socialismo totalitario y su adaptación a la democracia, a la que manipula y pervierte desde dentro, ha provocado todo un cambio de 180 grados en el análisis correcto del mundo político, que ya no se divide en izquierdas y derechas, sino en totalitarismo y democracia.
El primer deber de la gente de bien no es ya militar en la izquierda o la derecha, sino en la democracia, que es algo muy diferente. La principal obligación de los justos es oponerse a los totalitarios, a los que marginan al pueblo, a los que anteponen el Estado al individuo, sean de derecha o de izquierda.
En el bando totalitario, revueltos en un cóctel sin ética y sin otro objetivo que el poder, conviven hoy todos los fascistas, los que no respetan los derechos humanos, los que adoran al Estado, los corruptos, los que protituyen la democracia, los que han expulsado al pueblo del poder y los que han abrazado la mentira como método infalible de gobierno. En el bando negro de la Historia, en el núcleo del nuevo fascismo, que no es otra cosa que el viejo fascismo travestido de falsa democracia y de populismo engañoso, están hoy países como Cuba, Irán, Venezuela, Nicaragua y otros, todos ellos con el denominador común del desprecio al ciudadano y la exaltación del Estado y del líder, rasgos que también fueron dominantes en la Alemania hitleriana, la Italia musoliniana, la China maoista y la Rusia estalinista, entre otros regímenes sanguinarios y opresores, todos ellos cargados de oprobio y dignos de desprecio.
Pero el verdadero drama para los demócratas del mundo no es que exista el bando del mal, algo que ha ocurrido siempre a lo largo y ancho de la Historia, sino que existan complices tan ajenos a la democracia, que ni siquiera perciben la alitosos fascista, que conviven con la corrupción política mundial y que, para colmo de desvergüenza, mantienen relaciones amistosas y de cooperación con esos modernos estados sátrapas del siglo XXI, nidos de fascismo y enemigos mortales de la democracia, la libertad y el bien.
Para desgracia y vergüenza de los demócratas, la España de Zapatero, amigo y estrecho colaborador de Cuba, Venezuela, Irán, Nicaragua y otras sucias satrapías, es uno de esos paises que han perdido la capacidad de distinguir entre fascismo y democracia, entre desvergüenza y dignidad, entre el bien y el mal.
Algunos socialismos se han deteriorado tanto que se confunden cada día más con el peor fascismo. Han abandonado la ética, se han olvidado de la igualdad, han renunciado a los valores y sólo conservan el apego al poder. Sin ética y sin valores, nada les impide controlar el poder a cualquier precio. Ese socialismo es fascismo en estado puro.
Quien quiera ver fascismo puro en acción que mire hacia Venezuela, donde la policía ha tomado las calles para aplastar la revuelta de los que reclaman derechos tan fundamentales como la libertad de prensa y de información. Afincado en el poder y manteniéndolo con todos los medios que el Estado pone a su servicio, existe un gorila totalitario que se viste de rojo para disimular el color negro de sus venas, que amedrenta y aplasta la adversario, que intimida a los que se le oponen, que cierra los medios de comunicación críticos y que lanza a sus perros, soldados, policías y pandilleros, a las calles para sembrar el miedo y la inseguridad entre la gente que aspira a ser libre y próspera. Eso es fascismo en estado puro, aunque, para engañar, le llamen "Socialismo del siglo XXI" o "Revolución Bolivariana".
En Cuba, desde donde soplan la mayoría de los vientos totalitarios de Occidente, el color rojo también disimula el negro fascista del terror y la opresión de los hermanos Castro. El fascismo cubano tiene las cárceles repletas, las calles y cuadras atiborradas de chivatos y espias al servicio del partido único y mantiene uno de los ejércitos más nutridos y mejor armados del mundo, a pesar de que el pueblo en masa pasa hambre. Eso también es fascismo en estado puro.
Cuando cayó el muro de Berlín, desapareció también aquel comunismo que tenía ideología y que pretendía explicar el mundo desde su óptica. Gran parte de sus herederos han cambiado el color rojo por el negro y se han hecho fascistas puros. Han aprendido a manipular la democracia y han descubierto que el pueblo, con su inocencia y deseos de paz y justicia, puede ser engañado si se esgrimen con astucia y eficacia la mentira y las viejas consigna del igualitarismo, la protección social y el apoyo a pobres y a débiles.
Por mucho que se vista de rojo, cualquier observador independiente y demócrata descubrirá pronto que el fascismo conserva los mismos rasgos y tics que tuvo en la Alemania de Hítler, en la Italia de Mussolini , en la Argentina de Videla o en el Chile de Augusto Pinochet, casi idénticos también a los que patrocinaron Stalin y Mao: los adversarios son encarcelados o exterminados; los líderes se mantienen eternamente en el poder, el pueblo es engañado, manipulado y marginado; la policía y el ejército dejan de servir a la nación para servir al partido único; la economía fracasa; la libertad desaparece y la verdad es expulsada de la sociedad y de la vida cotidiana.
El auge del socialismo totalitario y su adaptación a la democracia, a la que manipula y pervierte desde dentro, ha provocado todo un cambio de 180 grados en el análisis correcto del mundo político, que ya no se divide en izquierdas y derechas, sino en totalitarismo y democracia.
El primer deber de la gente de bien no es ya militar en la izquierda o la derecha, sino en la democracia, que es algo muy diferente. La principal obligación de los justos es oponerse a los totalitarios, a los que marginan al pueblo, a los que anteponen el Estado al individuo, sean de derecha o de izquierda.
En el bando totalitario, revueltos en un cóctel sin ética y sin otro objetivo que el poder, conviven hoy todos los fascistas, los que no respetan los derechos humanos, los que adoran al Estado, los corruptos, los que protituyen la democracia, los que han expulsado al pueblo del poder y los que han abrazado la mentira como método infalible de gobierno. En el bando negro de la Historia, en el núcleo del nuevo fascismo, que no es otra cosa que el viejo fascismo travestido de falsa democracia y de populismo engañoso, están hoy países como Cuba, Irán, Venezuela, Nicaragua y otros, todos ellos con el denominador común del desprecio al ciudadano y la exaltación del Estado y del líder, rasgos que también fueron dominantes en la Alemania hitleriana, la Italia musoliniana, la China maoista y la Rusia estalinista, entre otros regímenes sanguinarios y opresores, todos ellos cargados de oprobio y dignos de desprecio.
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Martes 26 Enero 2010
FUENTE: http://votoenblanco.com/Modernos-socialistas-castristas-y-chavistas-,-que-son-verdaderos-fascistas_a3458.html
Saludos,
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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