Oratoria, hagan el favor JAVIER MORÁN Según cuentan las crónicas, la inauguración de la 51.ª edición de la Feria de Muestras ha arrojado un hecho histórico: la organización limitó el tiempo de los discursos de autoridades a cinco minutos por cabeza -que sólo se saltó el presidente, Areces- y el acto se deslizó velozmente, sin alcanzar el maratón de sermoneo propio de otros años.
Desde luego, la Feria ya no es lo que era. Entre que este año no hubo ministro de gala -había sucedido ya alguna vez-, y que los asistentes a la inauguración han sido privados de un tostón, no podemos ni imaginar por dónde tirará el certamen gijonés. Menos mal que el pabellón amarillo, o galería comercial, nunca falla, con sus maquinitas formidables y sus dispositivos de nueva invención. Esto que decimos, como se imaginarán, es en parte broma, pues la Feria es tan consustancial al verano gijonés como el arenal de San Lorenzo o la noche de los fuegos.
Pero volvemos sobre el asunto de los discursos, porque mientras esté establecido que a todo político hay que pagarle el peaje de una escucha paciente en cada acto al que acuda, no nos quedará más remedio que, recíprocamente, exigirles que cultiven mínimamente las artes de la oratoria, pues esta región sufre de oradores lamentables, circunstancia que nos parece índice del mismísimo nivel político que padecemos. Deformados por el estilo mitinero, o por la pereza reiterativa de tópicos y trivialidades, hay verdaderamente poco que escuchar. Por citar alguna excepción, Javier Fernández, secretario general de la FSA, tiene madera para ser un magnífico orador, pero se ve que no le da tiempo. Y la alcaldesa Felgueroso, a falta de virtuosismo, cultiva con sabiduría la brevedad.
No es poco, pues debe recordarse que la máxima capital de la oratoria es que «quien no mueve corazones, mueve culos».
Desde luego, la Feria ya no es lo que era. Entre que este año no hubo ministro de gala -había sucedido ya alguna vez-, y que los asistentes a la inauguración han sido privados de un tostón, no podemos ni imaginar por dónde tirará el certamen gijonés. Menos mal que el pabellón amarillo, o galería comercial, nunca falla, con sus maquinitas formidables y sus dispositivos de nueva invención. Esto que decimos, como se imaginarán, es en parte broma, pues la Feria es tan consustancial al verano gijonés como el arenal de San Lorenzo o la noche de los fuegos.
Pero volvemos sobre el asunto de los discursos, porque mientras esté establecido que a todo político hay que pagarle el peaje de una escucha paciente en cada acto al que acuda, no nos quedará más remedio que, recíprocamente, exigirles que cultiven mínimamente las artes de la oratoria, pues esta región sufre de oradores lamentables, circunstancia que nos parece índice del mismísimo nivel político que padecemos. Deformados por el estilo mitinero, o por la pereza reiterativa de tópicos y trivialidades, hay verdaderamente poco que escuchar. Por citar alguna excepción, Javier Fernández, secretario general de la FSA, tiene madera para ser un magnífico orador, pero se ve que no le da tiempo. Y la alcaldesa Felgueroso, a falta de virtuosismo, cultiva con sabiduría la brevedad.
No es poco, pues debe recordarse que la máxima capital de la oratoria es que «quien no mueve corazones, mueve culos».
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Renato Sánchez 3586 of. 10
Telefono: 2084334- 5839786
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