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viernes, septiembre 01, 2006

DOS DISCURSOS EN UNO DESDE EL BLOG DE VICTORIA PREGO

Un amigo blogger me comentaba de España y de los discursos de Zapatero. Nosotros tenemos una afición a coleccionar discursos de presidentes (discurseando,blogspot.com) .Acá Victoria hace un interesante articulo. Saludos Rodrigo González Fernández, discurseando.blogspot.com

Dos discursos en uno

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José Luis Rodríguez Zapatero, durante la comparecencia. (Foto: AFP)

José Luis Rodríguez Zapatero, durante la comparecencia. (Foto: AFP)

29 de junio.- Esta mañana el presidente del Gobierno repartió alpiste para todos.

Pero no lo hizo mezclando los mensajes. Al contrario, el reparto resultó extraordinariamente ordenado.

La primer parte de su intervención –ya hablaremos mañana del formato delirante de su comunicación- estaba dirigida a los demócratas alarmados.

El mensaje fue clarísimo y repetido, lo cual es muy recomendable: la democracia no va a pagar ningún precio político por alcanzar la paz.

Ah, bueno, qué alivio, habrán pensado los que ven con aprensión y desconfianza profundas cómo ETA amenaza en sus comunicados, pone condiciones, no renuncia a ninguna de sus viejas pretensiones y alienta a sus asesinos encarcelados a que agredan bestialmente a la representación de la Justicia, que son los jueces y tribunales.

Y remata Zapatero: el diálogo que el Gobierno va a iniciar con ETA es sobre el principio irrenunciable de que las cuestiones políticas sólo se resuelven con los representantes legítimos de la voluntad popular.

Ah, bueno, esto es lo que todos pensamos, se habrán dicho los que no están, estamos, dispuestos a tolerar que los asesinos impongan la menor condición política a los demócratas.

Con eso y con su mención a las víctimas, el discurso de Zapatero podría haber terminado. Era un discurso perfecto.

Pero, amigo mío, una vez dicho esto, entró el presidente en el segundo discurso, que no estaba destinado a los demócratas sino a los etarras y aledaños.

Por eso, precisamente porque ya se dirigía a otros, empezó una segunda intervención con punto y seguido.

Y ahí fue donde, después de haber dicho que no había ninguna cuestión política que tratar con ETA, se lanzó nada menos que a formular los "principios básicos del futuro de Euskadi".

Entrábamos ya en terrenos muy pantanosos porque fue en este segundo tramo donde anunció que, en ausencia de violencia y coacciones, el Gobierno respetará las decisiones que los vascos adopten libremente.

No tendríamos nada que objetar a una formulación que es impecablemente constitucional, sino fuera porque así es, exactamente así, como ETA formula su exigencia del derecho de autodeterminación. Y por eso resulta una formulación tan sospechosa.

Luego dijo que los acuerdos han de alcanzarse con el máximo consenso posible y en igualdad de oportunidades para todas las formaciones. Pero resulta que ésa es exactamente la fórmula que Batasuna emplea para reclamar su presencia en una mesa de negociación política. Sospecha sobre sospecha, igual a alarma profunda.

Es verdad que Zapatero añade que esto debe hacerse con sujeción a la legalidad, pero, como dice un diputado del PNV que estaba encantado con lo oído, "la legalidad es un concepto muy amplio".

Y es verdad que también dijo que la Ley de Partidos sigue vigente y que éstas son las reglas para que las formaciones políticas participen en la vida institucional.

Es decir, que si los batasunos acaban por condenar la violencia (alguien decía esta tarde que igual Batasuna se descuelga condenando todas las violencias y con eso considera que ya es legalizable), Zapatero les ofrece mucho. Muchísimo más de lo que deja dicho en su discurso primero. Les ofrece tanto que incluso repite sus propias expresiones, en un guiño indisimulable.

Pero el remate llega cuando el presidente del Gobierno hace suya la estrategia de Batasuna de convocar a las fuerzas sociales –sindicatos, empresarios, diputadas, lo que sea- y les convoca él también. El acabóse.

No tiene nada de raro, por lo tanto, que los batasunos y alrededores no quepan en sí de alegría.

Han sido sin lugar a dudas dos discursos cosidos uno a otro sin solución de continuidad, de manera que el que quiera elegir, pueda hacerlo. Como dicen en Francia, "toutes tailles, toutes couleurs".

 

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