11.08.08 -
No es lo mismo 'dolor' que 'sufrimiento'. El primer vocablo se aproxima al malestar físico; el segundo, al daño mental, espiritual o incluso moral. El filósofo español Antonio Escohotado lo explica magistralmente: la extracción de una muela será acaso muy dolorosa, pero apenas conmueve el ánimo del paciente, pues consiste en una intervención de poca monta. En cambio, una difusa molestia en el estómago, si la sabemos cancerosa, aun casi sin dolor, producirá amargo sufrimiento.
Hay seres humanos expertos en hacer sufrir a los demás. La psicóloga francesa Irigoyen los denomina individuos «perversos». Son sujetos capaces de manipular a sus víctimas hasta el punto de conseguir que busquen el suicidio para escapar de la angustia que los oprime. El seno de la familia es el escenario más conocido, con la violencia de género como plasmación de la dominación hombre-mujer; pero al mismo tiempo, desde una perspectiva más amplia, la violencia doméstica, de la que no se libran niños, ancianos, enfermos o cualquier otra presa de los depredadores emocionales. El legislador nacional ha reaccionado con dureza contra la violencia familiar. El Derecho no está dispuesto a permanecer pasivo ante semejante tragedia. Consecuentemente, castiga a los maltratadores por atentar contra la integridad moral. Esta noción encarna la defensa jurídica ante el sufrimiento. El objetivo no es sólo proteger a la víctima del perjuicio físico ('vis physica'), sino también frente a la violencia moral ('vis moralis'). A la postre, como veíamos, lo verdaderamente insoportable son las heridas del alma.
Pero, ¿cuál es el motivo de tanto sufrimiento? Algunos no aceptaremos la simplona respuesta de que los maltratadores sean un puñado de psicópatas. Hay algo más. Diríase que subyacen ciertas condiciones estructurales que propician la opresión de los más débiles. Son, en terminología del psicólogo Iñaki Piñuel, las «organizaciones tóxicas», cuya deficiente arquitectura institucional genera abusos de poder.
Ése es el objetivo último de los estudios del Observatorio Vasco del Acoso Moral, un grupo multidisciplinar de expertos centrado en el llamado 'mobbing'. Es decir, los ataques contra la integridad moral dentro de las relaciones laborales. Pues bien, se ha observado que, allí donde una organización se contamina tóxicamente, se reproduce un patrón de violencia similar: la familia, el centro de trabajo, los cuarteles, la escuela, el inquilinato... El poder degenera en opresión, como advertía Foucault, el filósofo francés que clamaba contra el sometimiento de los marginados. Es más, las raíces últimas de esta reflexión nos conducen a la ciencia natural, al etólogo austriaco Konrad Lorenz, que describió la agresividad en el reino animal, precisamente el punto de partida de todos los estudios de 'mobbing'.
Nuestra meta, empero, es estrictamente jurídica: la ley criminal no sólo ha de aplicarse ante el maltrato familiar, sino ante toda clase de violencia, aunque sea sólo moral. Una solución es la del proyecto de reforma del Código Penal, esto es, crear un nuevo delito contra el acoso. Sin embargo, como demuestra el fiscal Luis Lafont en su último libro, nuestros tribunales ya vienen desde hace tiempo castigando a los acosadores. Por tanto, la solución no es tanto inventar nuevas leyes como aplicar las que ya tenemos. Y en esa tarea hemos de concienciarnos. Así evitaremos muchos sufrimientos.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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