Joaquín Lavín
Ministro de Educación
Una noticia reciente y muy desalentadora señala que Chile cayó al lugar 28 del ranking de competitividad.
Una de las razones que llevan a este resultado, el más bajo desde el año 2000, se refiere a las debilidades del sistema educacional del país.
Por eso, el Presidente Piñera lo ha dicho con toda claridad: la batalla por el desarrollo se gana o se pierde en la sala de clases. Y estamos decididos a ganarla.
Existe acuerdo en que la enseñanza presenta problemas que se arrastran desde hace años, como lo prueban los resultados del SIMCE, las pruebas de evaluación que se hacen a los profesores o los tests internacionales en los que ha participado Chile. Es hora de pasar, de manera urgente y sistemática, del diagnóstico a la solución del problema; de las palabras a la acción.
En el Ministerio de Educación pensamos que, en primer lugar, es necesario promover el desarrollo de un sistema educativo que convoque a los mejores. La apuesta fundamental es por la enseñanza de calidad, lo que implica atraer a muy buenos alumnos para que desarrollen estudios en pedagogía y se dediquen después a enseñar en los sectores más vulnerables, tanto en los establecimientos municipales como en los particulares subvencionados. Lo mismo debiera ocurrir con la formación de directivos de alto nivel.
Los resultados del proceso y las evaluaciones nacionales deben ser informados de manera simple, completa, relevante y oportuna, de manera que permita a los padres tomar las decisiones para elegir lo mejor para sus hijos de acuerdo a sus intereses y convicciones.
Todo esto sería letra muerta si no se avanza en un sistema de premios para los buenos resultados y de consecuencias para el mal desempeño.
En la educación superior el objetivo es el mismo. Es imprescindible mejorar la calidad y el acceso a las universidades y a la enseñanza técnico-profesional de acuerdo a estándares de los países más avanzados en esta área. Asimismo, es preciso incrementar el capital humano avanzado en Chile, una tarea crucial para incorporar competitividad, innovación, investigación y desarrollo del talento de miles de chilenos, tanto en el país como en el exterior.
Todo lo anterior es posible, pero requiere de un esfuerzo continuo, de voluntad política y también de un fuerte sentido de urgencia. Es muy injusto e inaceptable que cada año contemplemos los mismos resultados, lleguemos a las mismas conclusiones y no se produzca un cambio de timón hacia la calidad.
Por mencionar sólo algunos objetivos que ya han comenzado a implementarse, hay un compromiso de duplicar la subvención escolar en los próximos ocho años; en el corto plazo habrá una subvención adicional para las escuelas y liceos que progresen más en el Simce; promoveremos un clima de convivencia escolar que evite las prácticas de bullying y violencia; extenderemos los horarios escolares en los barrios con mayor delincuencia; ya comenzamos a diseñar los mapas con los resultados del Simce y los padres recibirán una carta del Presidente de la República para que puedan tomar decisiones con más información. Además, en marzo de 2013 estarán funcionando 50 liceos de excelencia, 15 de los cuales comenzarán en marzo próximo. En materia universitaria, estableceremos convenios de desempeño con las universidades, especialmente para mejorar la formación y resultados en el área de la pedagogía.
Hay una cuestión de principios muy importante en todo esto: los niños tienen derecho a la mejor educación, porque ahí están proyectados su futuro y las esperanzas de sus padres. Llegó el momento de la calidad y no debe haber marcha atrás.
Saludos,
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
DIPLOMADO EN GESTION DEL CONOCIMIENTO DE ONU
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