Por qué los medios de comunicación no son los únicos responsables del declive de la sociedad en la actualidad. La forma de revertir el deterioro de la cultura es a través del impulso de la autonomía responsable de los individuos, dejando atrás los modelos paternalistas. La solución al embrutecimiento público pasa por impulsar la autonomía responsable de los individuos, construyendo y creyendo en las generaciones actuales y futuras.
EN LA MAYORÍA DE LAS DEMOCRACIAS IBEROAMERICANAS se está presenciando, una vez más, cómo una parte importante de los sectores de la sociedad culpabilizan a los medios de comunicación de todas las desgracias del mundo posmoderno. Se acusa a los medios deembrutecer al público, infantilizar y atrofiar sus facultades intelectuales, de dar una ola de informaciones superficiales fragmentarias y de espectacularizar todo lo que tocan.
Pero, ¿podemos decir que los medios son culpables de todos nuestros problemas, que son los que nos han corrompido y han hecho que nuestras sociedades vivan en una decadencia individualista y consumista, en que todo lo amplifican y lo convierten en un talk show?
En primer lugar, no se puede obviar el marco de referencia de nuestros tiempos, que se compone de cuatro grandes fenómenos:
UNO
Globalización, donde se incluye la inmigración, que con frecuencia amenaza el empleo de los autóctonos. La competencia, uniformidad de gustos y los consumos.
DOS
Un control del Estado cada vez menor. Aún las sociedades europeas se han abierto a una creciente privatización de muchos de los papeles que antes eran ineludibles para un Estado protector.
TRES
Declive de la política: por primera vez desde finales del siglo XVIII, las sociedades liberales no tienen otro proyecto político que la democracia. Junto con esto, está surgiendo un nuevo papel de la justicia, con un creciente poder de los jueces y capacidad de atraer a los medios de comunicación, restándole importancia a los políticos tradicionales.
Qué duda cabe que en nuestros tiempos de liberalismo mediático los electores tienen gran volubilidad y una adhesión cada vez más fluctuante. Los ciudadanos se manifiestan de acuerdo sólo con una parte de las ideas de un partido y muy pocos se adhieren a todas las ideas de los mismos.
Existe una mayor libertad en la opinión pública, menor confinamiento ideológico y social de los electores y un número creciente de ciudadanos se muestra vacilante, menos seguro de su elección para una votación. La nueva norma legítima es vivir el aquí y ahora, según el propio albedrío.
CUATRO
Nuevo contrato social: existe un creciente redescubrimiento de la ética, más allá de una simple actividad promocional. La gente se ha cansado de la corrupción y de las injusticias, tanto a nivel gubernamental como en el ámbito de trabajo. Se está comenzando a ver a la empresa como un lugar de responsabilidades compartidas, un reto común para empleador y empleados. De ahí el surgimiento de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) como un fenómeno que ha llegado para quedarse.
Los medios de comunicación van reflejando todo estos cambios, pero a su manera, con sus códigos, bombardeando de estímulos a los espectadores, orquestando y filtrando lo que al juicio de los editores es lo más relevante o lo que tiene mayor jerarquía noticiosa.
EL SER HUMANO DE HOY
En segundo lugar, revisemos el estado actual de lo que vive cada individuo.
Estamos presenciando un incremento de religiones emocionales, a la carta, una desinstitucionalización de la familia, un culto a la salud y forma física, con la consiguiente búsqueda de la belleza a cualquier precio y una negativa a envejecer. La escalada de dietas y alimentación sana en extremo ha llevado al auge de la anorexia, y al hiperconsumo de medicamentos y psicotrópicos.
El ser humano actual no es un individuo triunfante, sino todo lo contrario, se ha convertido en una persona fragilizada, desestabilizada, que tiene que llevarse a cuestas y reconstruirse completamente una y otra vez. Ya no tiene el apoyo de marcos colectivos y las normas sociales interiorizadas, rígidas y obligatorias del pasado. Hay una dificultad de vivir, inseguridad, miedo ligado no sólo al terrorismo sino a todo: la alimentación, el ámbito de lo relacional, la edad, el trabajo, la jubilación.
DE LA AUSTERIDAD AL CONSUMISMO
Cada individuo desea ser autónomo y construye libremente, su entorno personal, acompañándose de otros seres que tal como él, se sienten solos en grandes metrópolis, sin el sostén de un entorno gratificante.
Así, el consumo funciona como doping, como una animación de la existencia, transformándose en diversión para lo que no funciona en nuestra vida. Es un contraste abismal con las sociedades de nuestros padres y abuelos en las que la gratificación venía en el largo plazo, después de una dura vida de sacrificios. Hoy el individuo ha pasado de esa vieja austeridad hacia el consumo inmediato, urgente, desesperado.
Por último, al transformarse el mundo, y con él los valores imperantes y los patrones de consumo a todo nivel, la conducta del televidente también se ha modificado. Ver televisión se ha convertido en una costumbre en vez de una elección. El telespectador posmoderno es un individuo zapeador, de escucha fluctuante, que utiliza los medios de comunicación como instrumentos de estimulación y de legitimación hedonistas. Ellos destilan un estado de inseguridad, al amplificar los miedos cotidianos, las agresiones alimentarias, los virus, la pedofilia, el sobrepeso, la violencia urbana, la contaminación, etc. La figura del individuo amenazado, fragilizado, no puede abordarse con independencia del mundo de los medios.
IMPULSO A LAS NUEVAS GENERACIONES
Pero recordemos que los medios de comunicación no cargan por sí solos con la responsabilidad del declive de la sociedad. También están los entornos más cercanos a los individuos como la familia, y la educación. Por esta razón, es necesario dotar a los jóvenes y a los ciudadanos de la capacidad de discernir, de evaluar y de entender qué es lo bueno y qué es lo que no desean. Para lograrlo, son los mismos medios de comunicación los que deben educar, pero asumiendo que no es su objetivo principal ya que, simultáneamente, juegan un papel clave e ineludible el Estado, la educación y también las empresas.
Es necesario reflexionar sobre los sistemas educativos para que los jóvenes enfrenten el presente y el futuro con una base más sólida que las actuales generaciones, para que puedan discernir entre lo que creen adecuado y lo que no. En este sentido, y como dice Gilles Lipovetsky, la única manera de evolucionar es impulsando la autonomía responsable de los individuos, construyendo y creyendo en las generaciones actuales y futuras, olvidándonos de los viejos modelos paternalistas, en que asumimos que los jóvenes no saben lo que quieren.