Melnick, Sergio
@melnicksergio
Melnick, Sergio
Jueves 19 de Diciembre de 2013
Bachelet y el futuro
Nadie puede dudar que Bachelet ganó y en buena ley. Por cierto, contra todos mis análisis basados en la expectativa de una mínima racionalidad nacional. El desenlace ya lo veremos en cuatro años. Por ahora es evidente que no soy capaz de leer adecuadamente a nuestra sociedad, como en realidad nadie lo fue en sus pronósticos. Chile parte ahora en una aventura un poco juvenil para mí (lo que puede ser bueno o malo), pero ha sido la opción elegida democráticamente y eso nunca lo debemos perder de vista, ganadores y perdedores.
Como país, ciertamente nos conviene que le vaya bien y para ello requiere una oposición constructiva, a diferencia de la que tuvo Piñera. Yo, al menos, espero contribuir a ese tono, en la medida en que el gobierno sea razonable, que es lo que deseo. Tenemos la obligación moral de darle el beneficio de la duda y ser republicanos. La pregunta de fondo es qué significa realmente que le vaya bien. Ahí empiezan las grandes discrepancias.
Para mí significa, entre otras cosas, llegar al pleno empleo, que haya mucha inversión, disminuir la pobreza, terminar con los campamentos, tener la inflación controlada, luchar contra la corrupción, aumentar el capital social y la tolerancia, terminar con los encapuchados, tener buenas regulaciones y controles de lo privado y público, bajar los costos de Codelco, avanzar decididamente en ciencia y tecnología, descentralizar el país de verdad, combatir decididamente la delincuencia, tener energía barata, mejorar la salud primaria, manejar bien las cuentas públicas, cuidar el medio ambiente, eliminar las congestiones urbanas, y llegar a unos dos millones de estudiantes en educación terciaria, abriendo el debate real de qué es la calidad de la educación en el siglo 21.
Nada de ello está muy claro en el programa de Bachelet y esperamos que lo vaya aclarando en el camino. Finalmente, si quiere cambiar la Constitución, espero que entienda que para que sea realmente legítimo, como desean, ese contrato social debe ser aprobado por un mínimo del 75% de la población, de modo que las minorías sean adecuadamente consideradas. De otra manera sólo sería seguir las peores prácticas chavistas de América Latina. En suma, espero un poco de sabiduría y humildad, considerando que el 60% de la población se abstuvo, lo que yo leo como un acuerdo básico con lo que hay, y que exigen la buena gestión de gobierno más que cambios radicales. Para esos cambios hubo nueve candidatos en primera vuelta que igualmente no motivaron nada.
La primera duda es quiénes van a mandar realmente en este nuevo gobierno. De verdad, yo espero que no se repitan el plato los viejos tercios que perdieron en 2010 por sus malas prácticas, y que los Girardi, Navarro, Andrade, Pizarro, Teillier y otros similares tengan poca influencia en la Presidenta. La nueva coalición de partidos es realmente muy brava y eso pondrá a prueba el liderazgo de Bachelet. Su principalfortaleza parece ser más bien emocional que técnica o decisional. La enorme diversidad ideológica no es trivial para los acuerdos, pero se puede. Para ello basta ver el programa de gobierno que apareció a última hora y nunca bajó de los titulares. La clave de un buen gobierno no está en las intenciones, sino en cómo se realizan los proyectos. Bachelet tiene ya muy malos ejemplos de su gestión anterior, que esperamos no se repitan.
Por parte de la derecha, la derrota fue simplemente aplastante y ha quedado literalmente pulverizada y desorientada. Los partidos y sus líderes dieron jugo todo el rato, como dirían los más jóvenes, y siguen haciéndolo. Quizá, entonces, sólo están cosechando lo que plantaron. En materia política hubo una tremenda falencia del Gobierno, cuya primera tarea histórica era obviamente proyectar su tremenda obra y lograr el reconocimiento a través de un nuevo período de su coalición. El Gobierno ha sido francamente excepcional en su gestión, con logros contundentes y observables, pero en política y comunicaciones simplemente no atinó jamás y ahí están los resultados.
La principal oposición de Piñera, al final del día, fue él mismo y la propia derecha que él no logró manejar, seducir, ni liderar. Básicamente descuidó a sus aliados, a sus amigos, a sus colaboradores, y maltrató severamente a la coalición durante septiembre pasado en medio de las elecciones. Los datos son ahora elocuentes: la coalición de gobierno no logró siquiera el 40% de los votos, el peor resultado en décadas, y la ley de voto voluntario produjo el efecto contrario al que ofrecieron nuestros políticos. Se equivocaron de cabo a rabo, como también en el período de gobierno, que es claramente inadecuado y que ojalá se cambie ahora.
Finalmente, Evelyn merece un gran reconocimiento público. Peleó solita, sin recursos, y no sólo contra sus adversarios políticos, sino además contra su propio sector. Aun así obtuvo casi un 40% de apoyo, lo que no es menor en esas condiciones.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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