El dinero, para el que lo tenga, no está sólo para invertir, sino también para gastar. Y si no que se lo pregunten a los ricos más ricos (unos 9,5 millones de personas en todo el mundo), que destinaron parte del 10% de su capital, que normalmente invierten en hedge funds, derivados, divisas, materias primas y demás productos alternativos a colocarlo en las llamadas inversiones emocionales.
Este tipo de gasto, según el informe 2007 sobre la Riqueza en el Mundo -recientemente publicado por Merrill Lynch Banca Privada y Capgemini- se ha convertido en un elemento importante de las carteras de los ricos. Y se centra principalmente en productos de lujo, como automóviles, barcos, aviones privados, joyas, obras de arte, inversiones relacionadas con el deporte -equipos profesionales, vela, caballos de carreras- y otras categorías como vinos, antigüedades y numismática.
Según el estudio, los coleccionables de lujo ocuparon el primer lugar de la lista de las compras emocionales, al representar más del 26% de las inversiones totales de los particulares con grandes patrimonios (personas con unos activos financieros netos superiores a un millón de dólares) en 2006. Entre ellos, destacaron los automóviles clásicos y los aviones privados.
En España, por ejemplo, donde el número de grandes patrimonios es de 157.800, la venta de coches de lujo -de más de 60.000 euros- creció en 2006 casi un 20%.«Además de la rentabilidad general de la cartera, la inversión socialmente responsable, la diversificación global y un mayor enfoque en la filantropía, las inversiones emocionales se han convertido en un objetivo adicional para los grandes patrimonios, al valorar sus metas generales y desarrollar sus estrategias de gestión de la riqueza», declara Andrés Guibert, responsable del sector financiero de Capgemini Consulting en España.
El mercado del arte ocupó el segundo lugar en la categoría de inversiones emocionales, según el informe, con el 20% de las asignaciones de los grandes patrimonios. Los expertos creen que el arte se ha convertido en un bien muy popular entre los ricos -incluso en aquéllos sin un especial interés por el coleccionismo-, ya que consideran los cuadros y las esculturas vehículos viables para la diversificación de sus carteras, dada la escasa correlación entre el precio del arte y el ciclo de los mercados de renta variable, bonos e inmuebles.
Las joyas ocupan el tercer lugar, con un 16% asignado a este mercado de lujo. La joyería muestra más diferencias geográficas que otras inversiones emocionales. En 2006, la popularidad de esta categoría fue mayor entre los compradores de Oriente Medio, que dirigieron el 32% de sus inversiones emocionales hacia la misma.
En cambio, los europeos, los latinoamericanos y los norteamericanos le dedicaron menos de un 20%, de acuerdo con el estudio.
El informe concluye que el poder adquisitivo creciente de los grandes patrimonios de los mercados emergentes seguirá impulsando la demanda de las marcas de lujo y las que definen un determinado estilo de vida.
Sin embargo, esta mejora conlleva el riesgo de que, al aumentar el número de particulares con grandes patrimonios interesados en estas inversiones emocionales, estos artículos lleguen a estar sobrevalorados, dicen los expertos..
El lujo, más caro.
En el año 2006, el coste de los bienes y servicios de lujo subió casi el doble que el de los productos de consumo habituales. Según el análisis, que compara el consumo de artículos de lujo con el de productos de uso cotidiano, el coste de los primeros -reflejado en el índice Forbes' Cost of Living Extremely Well- aumentó un 7%, mientras que el precio de los bienes y servicios de consumo, reflejado por el IPC, subió un 4%.
Rodrigo González Fernández
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