allamand y su perseverancia
La embestida de Andrés Allamand para instalarse como candidato presidencial RN
La incorporación del estratega comunicacional de la UDI, Gonzalo Cordero, como asesor es sintomática de su propósito de perfilarse como presidenciable.
Blanca Arthur
Cuando hace un año se frustraron sus esperanzas de ser canciller, el entonces senador Andrés Allamand asumió que para cumplir sus expectativas de transformarse en presidenciable, el camino no era fácil.
Con su experiencia política, entendía que era completamente distinta la plataforma que le ofrecía ser parte de gabinete -con el lucimiento que puede tener estar a cargo de las Relaciones Exteriores- que la que le otorgaba ser un senador más del oficialismo, por destacado que fuera su papel.
Pero su desencanto no lo hizo claudicar. Por el contrario, luego de desplegar primero una estrategia silenciosa de acercamiento a las bases de su partido, Renovación Nacional (RN), posteriormente optó por posicionarse como el parlamentario más "díscolo" del gobierno al no silenciar sus críticas.
Eso, hasta que de pronto, la sorprendente decisión del presidente Piñera de incorporarlo al Ministerio, le brindó la oportunidad que buscaba, y que no desperdiciará.
Desde su cargo en Defensa, Allamand comenzó a dar todos los pasos tendientes a conseguir su propósito. No sólo buscó perfilarse en los temas propios de su cartera, sino que además se rodeó de asesores con capacidad de articulación política con los parlamentarios de la Alianza, como su jefe de gabinete, el RN Eduardo Riquelme, a quien reclutó desde la secretaría general de la Presidencia.
Pero el indicio más potente de que sus pretensiones exceden una buena gestión en el cargo, fue solicitar la colaboración del experto comunicacional, Gonzalo Cordero, un reconocido UDI, quien fue el principal asesor en la campaña de Lavín en 2005.
Con la mirada puesta en que ahora puede ser el momento para cumplir sus anhelos presidenciales, en su entorno recibieron con especial satisfacción el 58% de aprobación a su desempeño que le otorgó la primera medición de Adimark, sondeo que además entrega otra cifra importante para sus pretensiones: el conocimiento que tiene de él la ciudadanía se empina al 86%.
Tanto sus cercanos como sus detractores internos admiten que se trata de un buen comienzo, que lo instala entre los presidenciables del gabinete, pero no se desconoce que la tarea en que está empeñado es compleja, sobre todo, por las tensiones que comienzan a percibirse con el resto de los presidenciables, en especial con el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, que es con quien disputa la postulación de RN.
Acercamiento a RN
Consciente de que el delfín de Piñera, al menos como el representante de su partido, sería el ministro Hinzpeter, los primeros dardos de Allamand antes de incorporarse al gobierno, apuntaron a reactivar lo contactos con las bases de su partido. Con ese fin recorrió todo el país para reunirse con sus dirigentes, con el pretexto de presentar el libro que escribió durante el verano junto a su pareja, Marcela Cubillos, relatando los pormenores de la campaña presidencial en que ambos participaron. Cuentan que en tales actividades restableció las redes con la militancia, al punto que incluso para mantener el contacto les comenzó a mandar periódicamente un análisis con su mirada del acontecer político.
Con pragmatismo, tampoco Allamand descuidó la relación con la cúpula partidista, al optar incluso por respaldar la postulación de Carlos Larraín –que era la ganadora- en desmedro de Cristián Monckeberg, pese a la supuesta cercanía con las ideas más liberales de éste, lo que en parte se explicaría porque es cercano a Hinzpeter.
Conocido el distanciamiento que existe entre la directiva de Larraín y el ministro del Interior, la movida de Allamand de acercarse al primero –de quien fue el principal promotor para que lo sucediera en el cargo de senador- no tiene otra explicación al interior de RN que el intento por pelearle a Hinzpeter la candidatura en representación del partido que éste parecía tener ganada por el solo hecho del cargo que ostenta, además de ser el hombre de confianza de Piñera.
No al papel político
El propio Allamand sabe que el desafío más complicado para cumplir sus expectativas de transformarse en el abanderado de RN, es la forma en que maneje la relación con el ministro del Interior, el que por su parte tiene claro que el ingreso del ex senador al gabinete alteró sus propios planes presidenciales.
En este cuadro, pese a que su nombramiento se interpretó como la llegada de un político con experiencia que incidiría en las principales decisiones, su firme determinación fue mantenerse completamente al margen de los círculos que las adoptan.
Contrariamente a lo que se especuló inicialmente, en cuanto a que podría integrarse a alguna instancia como el comité político, la opción de Allamand fue negarse a cualquier fórmula de ese tipo, al partir de la base que ello sólo podría significarle costos.
En esa línea, los cercanos al actual ministro de Defensa observan que el mejor escenario que se le ha dado es que la amenaza de que pudiera ejercer un papel más político, impulsó a Hinzpeter, para no exponerse a ser sobrepasado, a asumir la conducción a la que le había hecho el quite, lo que no le importó ningún beneficio, sino que por el contrario, le hizo experimentar una significativa disminución en la aprobación ciudadana.
Como ejemplo de que la opción de no incorporarse a los círculos de las decisiones políticas es acertada, en el entorno de Allamand comentan el riesgo que habría corrido si es que hubiera cumplido un papel en el complejo caso de la intendenta Jacqueline van Rysselberghe, porque cualquiera que hubiera sido su postura, habría terminado con problemas, o con sus pares en el gobierno, o con RN o con la UDI, que es precisamente lo que quiere evitar.
Desde Defensa
Consciente de que la mejor manera de enfrentar la soterrada lucha interna con Hinzpeter, es no entrar en su área, el camino escogido por Allamand es concentrarse en las tareas del Ministerio de Defensa, pese a tener claro que no es la cartera con más posibilidades de lucirse políticamente.
En esa línea, le correspondió entrar en un momento complicado por los cuestionamientos de la Contraloría a situaciones de las Fuerzas Armadas, situación que lo impulsó a tomar las riendas del proceso, instalando incluso lo que se ha bautizado como "doctrina Allamand", que apunta a la necesidad de actuar con más transparencia.
La idea fue no aparecer irrelevante frente a las acusaciones de la Contraloría, aun a costa de tener que enfrentar el descontento de los altos mandos que sintieron menoscabada su imagen de probidad.
Cuidar esa relación, es otro de los desafíos que enfrenta, la que en estos días evidenció al aparecer en una posición distinta a la de los ministros Hinzpeter y Felipe Bulnes –otro potencial presidenciable- en el tema de la propuesta a la crisis carcelaria, al abogar para que los beneficios alcanzaran también a los uniformados, alegando el principio de igualdad ante la ley.
Como sus dardos apuntan a representar a toda la derecha, no pocos percibieron que Allamand quiso marcar el punto en cuanto a que si se genera un lío con los uniformados o con quienes perciben injusta la medida de excluirlos, no es responsabilidad de él, pese a tener claro que la posibilidad de excarcelar a personas condenadas por delitos contra los derechos humanos, no tiene ningún piso político.
En definitiva, la estrategia de Allamand contempla intentar un cambio en su imagen de político conflictivo, especialmente con su sector, reemplazándola por la de un hombre de Estado, capaz de generar acuerdo en temas de real trascendencia.
Es lo que pretende, por ejemplo, con la relación que está buscando con la Concertación para sacar adelante importantes iniciativas como la reforma de la Ley Reservada del Cobre, de manera que los aportes para las FF.AA. se hagan como ocurre en las democracias, terminado de esa manera con uno de los últimos eslabones no desatados de la transición.
Con la posibilidad de exhibir éxitos en temas como éste, Allamand da indicios de que su intención apunta a tratar que con el respeto de la oposición, pueda consolidar la imagen de hombre de Estado a que aspira.
Está claro que en su primer mes de gestión, Allamand ha obtenido ganancias tendientes a cumplir sus antiguos anhelos presidenciales, sobre todo erigiéndose como el más serio competidor interno de Hinzpeter como representante de RN. Pero como incluso admiten sus cercanos, se trata de una tarea apenas incipiente, considerando que deberá lidiar con la realidad de que el ministro del Interior continúa siendo el elegido de Piñera, aparte de que posteriormente le corresponderá diseñar la estrategia para hacer frente a las pretensiones de la UDI, que buscará su propio abanderado, o erigirá como propio al más popular del gobierno, como es Laurence Golborne.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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