- Hay muchas cosas en la actualidad que suman angustia a las personas. En el ámbito laboral, además, la situación se hace más difícil debido a las presiones y los objetivos a cumplir. ¿Qué estrategias o acciones recomienda para alivianar la carga, o por lo menos evitar que se haga más pesada?
- Todas esas situaciones repercuten en las personas a través del estrés, del agotamiento. Cuando la tensión es excesiva produce una depresión por agotamiento. Dicen que uno es como las cuerdas de un violín, si están muy tirantes se rompen, pero si están demasiado flojas no hay sonido. Un básico de tensión necesitamos todos pero cuando la tensión excede a la capacidad de fortaleza interna, viene el estrés.
La inteligencia emocional, que es la capacidad de conocerse a si mismo, es fundamental para saber cual es mi nivel de tolerancia y de vulnerabilidad, saber cuántos factores estresantes yo puedo recibir. El conocerse tiene que ver con los recursos interiores, con la capacidad de exploración de las fortalezas y habilidades, o sea con el autoconocimiento.
Una muy buena manera para manejar la tensión es agendar la felicidad. Siempre hago la comparación de que las personas somos como una vasija. Si vos tenés un agujero en la parte inferior, el agua sale y llega un momento en que te vacías. Tiene que haber un balance entre el agua que entra y el agua que sale. Yo gasto energía y si no recibo energía me debilito. Por eso hablo de agendar qué cosas me dan energía. Las tengo que anotar y considerarlas tan importantes como la negociación más urgente que tenga en la agenda. Caminar, leer un libro, charlar, ir al cine, lo que fuese que a mi me carga energía lo tengo que hacer.
- A veces no es fácil
- No, porque nosotros tenemos la cultura del descanso a partir del viernes. Pensamos: "el viernes gracias a Dios me voy a descansar". Tenemos una mentalidad especial. No se trata de que me vaya un mes a Europa porque cuando vuelva el estrés se va a activar. Hay que agendarse las cosas que nos cargan energía de lunes a viernes, cada dos horas o cinco horas hacer una pequeña actividad de 5 minutos, en el trabajo también. De esa manera siempre voy a estar balanceado entre lo que doy y lo que recibo.
- Habla de la gente tóxica y de lo necesario de despegarse de ellos, lo que en un ámbito profesional a veces es complicado. ¿Qué se hace en esos casos?
Vos le tenés que enseñar a la gente cómo querés que te traten. El que se burla de vos te está haciendo saber cómo otro se burló de él. La gente reproduce las conductas sobre los demás. Tenemos que aprender a usar las dos palabras más poderosas que hay en un ámbito laboral y que son Si y No. Yo pongo cercos emocionales y lo tengo que hacer de manera acertiva, sin agredir ni romper nada, pero sin tragarme las broncas. Enseñándole al otro qué cosas a mí me hacen bien y que cosas me hacen daño. Pero para eso hay que aprender a usar la palabra no, que no es fácil por el miedo al rechazo, al que el otro se enoje o que peligre mi trabajo.
Pero hay que hacerlo porque una persona perdura en un ámbito laboral cuando es honesta y sincera. Es decir, que aún cuando una persona diga no y el otro se enoje, en el fondo va a ser valorado porque ese no fue la expresión sincera de lo que le está pasando a la persona.
Hay un elemento muy importante en comunicación que a veces no se le da importancia en los trabajos: cómo digo lo que digo. Lo no verbal, lo gestual, el tono es más importante que el contenido. Yo puedo expresar algo de una manera incorrecta, el envase ser incorrecto. Hay que entender que uno puede poner un gran límite de una buena manera o ponerlo de manera negativa. Para que los ámbitos laborales sean fuentes de alegría y no fuentes de estrés, hay que recuperar la comunicación sana. Derribar hábitos insanos como la triangulación, la información poco clara y no veraz, el mal manejo del enojo, no saber comunicarlo sanamente.
- ¿Debido a qué, las personas llegan a una situación de autoboicot?
- Por la culpa, la culpa es un sentimiento que dice que "tenés que pagar peaje y el peaje es el dolor". No alcanzaste el ideal, el debe que se te impuso desde afuera o internamente. Entonces tenés que sufrir. Por ejemplo, una persona se autoboicotea cuando consigue una buena pareja y la cela. Son situaciones que llevan a sentir "no merecés disfrutar lo que tenés". La señal más clara de autoboicot es la queja, todo quejoso es un culpógeno. La queja es un displacer que yo invento para no disfrutar lo que tengo. Ejemplo, conseguí trabajo pero me queda lejos. La culpa está muy instalada en la gente desde el ámbito religioso, familiar y cultural.
Los argentinos somos de la cultura del sacrificio. Preguntamos: ¿Cómo estás? y el otro contesta: "luchándola", "peleándola". No podemos decir bien y listo.
La envidia también contribuye al autoboicot. Es una de las emociones tóxicas más comunes en los grupos laborales. El envidioso se compara y ahí es cuando se activan dos emociones, destruir lo envidiado, o destruir al envidiado. El envidioso como tiene baja estima es inseguro y destruye.
Para las personas con estima sana, que no es comparativa ni competitiva, el otro es un motivo de inspiración. "Si vos lo lograste, yo también". Una buena opción para evadir la envidia es no contar nuestros éxitos a cualquiera. Y si un envidioso se entera, descalificarnos nosotros estratégicamente. A la pregunta"¿Che así que te ascendieron?", contestar: "Si pero vos viste como es este trabajo, en cualquier momento me echan".
- ¿Cómo reconocer a una persona tóxica?
- Te das cuenta porque aparece la descalificación. Cuando alguien critica a otra persona, es probable que lo esté envidiando. Los logros siempre despiertan envidia de la gente que tiene la estima en mal estado. Una persona tóxica no es alguien con conflictos, es alguien cuya adicción emocional es destruir al otro. Necesitan descalificar y destruir. La autoaceptación no tiene nada que ver con los logros. Una persona puede tener doctorados, ser jefe y ser la persona más insegura de toda la empresa.
La estima tiene dos brazos, dignidad y eficacia. Dignidad: yo me lo merezco. Eficacia: yo puedo. Esa paz entre el yo me lo merezco y el yo puedo, es algo que se da uno mismo. Cuando una persona busca sentirse merecedor a través de la gente y del reconocimiento, esa persona se vuelve co-dependiente y nunca termina de aceptarse. Por eso hay mucha gente intelectualmente brillante y afectivamente inmadura, los dos caminos no son paralelos.