En nuestro espacio de hoy, les hacemos llegar un muy completo y brillante análisis sobre el terrorismo islámico desde sus orígenes, así como el nexo que lo une a los movimientos de izquierda de nuestro país, a través del cual les presentamos a quien a partir de este momento, será un nuevo colaborador de La Historia Paralela, nos referimos a Carlos Marcelo Shäferstein.
Carlos es abogado, Licenciado en Estrategia, miembro del Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires y un muy buen amigo, al que agradecemos su generosa colaboración.
El Santo Padre no ha desvariado
El nacionalsocialismo kirchnerista comulga estrechamente con la belicosidad religiosa de los sectores violentos del Islam, en el marco del conflicto global desatado por el terrorismo de todos los tiempos.
En defensa del Orden Natural¿Cuál es el nexo entre los islamitas y algunos sectores de nuestro país, encabezados por el montonero Roberto Cirilo Perdía[1], agente indudable de este régimen, evidenciado por los rostros enfurecidos de esos manifestantes armados que —escasos días atrás— se enmascaraban tras los keffíes[2] palestinos y los garrotes de «Quebracho», asaltando las calles de Buenos Aires?
Simplemente el odio, un sentimiento primitivo e irracional que nada tiene que ver con el Verbo de N.S. Son torpes planteos como reivindicación del cambio “revolucionario” planteado en la lejana década de los ´70, compatibles con el empleo de la violencia para enarbolar la bandera de la liberación del hombre contra toda injusticia, miseria o dependencia. En efecto, el régimen intenta transformar al individuo en un instrumento de los fines que le son impuestos, según el lema de Saint Simón: “Hay que reemplazar al gobierno de los hombres por la administración de las cosas”.[3]
Tal vez se esté tratando de imponer de nuevo una transfusión cultural donde gradualmente el sentido del orden se va esfumando a medida que la filosofía se desvincula de la realidad cotidiana para refugiarse en una ilusión pseudo-intelectual, sin contacto con los acontecimientos concretos. Como consecuencia de este proceso histórico, el hombre fue reemplazando los datos naturales de la experiencia con las construcciones de la imaginación, a caballo de doctrinas marginales al epítome católico de Dios. La manera de exteriorizar esa irreverencia hacia el Orden Natural, que otrora demarcaban las Instituciones es solidarizándose con los extremos caóticos de la Humanidad, con el pronunciamiento islamita como antagonista de Occidente.
En efecto. Allí —sin duda— encontraremos esa extraña afinidad. La agenda del mundo árabe y musulmán está dominada y determinada por los radicales intolerantes y fundamentalistas. Podrá existir un Islam moderado, pero hoy permanece en manos de quienes dicen desmarcarse del terrorismo para después justificarlo y marchar junto a él en la denuncia de cualquier cosa que hagan o digan los ciudadanos europeos. Todos los representantes islámicos mundiales, aún en Europa, han apretado las filas con los terroristas de los que dicen no tener nada que ver, pero a los que miman, comprenden y justifican.[4]
La semana posterior al discurso del Papa ha culminado con el declarado “día de la ira”. Tras manipular las palabras de Benedicto XVI en Ratisbona, pronto salieron escandalizados los tradicionales guardianes de la fe musulmana. Regímenes paleocorruptos como el de Mohamed VI, medievales como el de Yemen, así como jeques, muftis, ulemas, escritores se pusieron a la cola para exigir disculpas al Papa, y lanzar a los suyos a las calles para protestar como habitualmente lo hacen, quemando banderas, iglesias, crucifijos. Y amenazando con reducir Europa a cenizas.
En el colmo del cinismo, la Unión Mundial de Ulemas encendió la mecha y se tapó los oídos; convoca el día mundial del odio contra el Papa pero pide que no se ataque a aquellos a quienes ordena odiar. Hipocresía máxima, pero que demuestra que el Sumo Pontífice no se equivocaba: denunció a quienes defendían la fe mediante la violencia y éstos se dieron por aludidos y convocaron contra él un día de ira y odio.[5]
Las consecuencias son ya conocidas; amenazas ante las cámaras de televisión occidental, quema de efigies papales y el asesinato de una monja en Somalia. Más allá de polémicas teóricas, lo cierto es que la teatral indignación de los supuestos representantes del Islam ha traído una vez más la muerte de inocentes. Muertos en sus países islámicos, a manos de aquellos islámicos a quienes ellos consideran los suyos. Y encima piden disculpas. ¿Pedirles perdón? Europa debiera reaccionar, y hacerlo ya: son ellos quienes tienen que pedir perdón por defender, albergar y permitir las actividades criminales. Deben hacerlo, en primer lugar, ante los propios árabes a los que asesinan, someten y toman el pelo culpando a los demás de su propia miseria. Y en segundo lugar ante los occidentales que sufren sus eternas quejas culturales sin pretenderlo.
Europa debe andar muy perdida para permitir, sin indignarse o sin carcajearse, que determinados sujetos le exijan pedir perdón cada vez que se comporta como lo que es, un continente solar de democracia, de ilustración y de progreso. No contentos con amordazar en los países que controlan o quieren controlar, no contentos con someter la libertad de millones de personas y arruinar países, se pasean por los medios de comunicación occidentales para decir qué tienen que decir y qué no. Y todo ello con cara de indignación.
La Jihad de las viñetas pasó, y parece pasar la Jihad antipapal. Pero resulta evidente que volveremos en un futuro próximo a vivir las iras de los islamistas de turno, que hablarán en nombre del Islam que lanzarán las masas a las calles. El problema de fondo es que el islamismo más reaccionario y criminal sabe que en Europa se le permite todo. Pero ya es hora de que se les exija a ellos pedir perdón por cobijar, esconder o aleccionar al criminal. No lo pedirán, claro está, pero el deber de los europeos es ponerse frente a ellos y pedírselo.
La reaparición de Alá
Con la irrupción del Estado de Israel enquistado en la media luna de las tierras fértiles del Oriente Medio, se conmovió la nación árabe en su conjunto, ante ese cuerpo extraño a su cultura que se insertaba en esa geografía, provocando una guerra constante en la región, de características nacionales.
Pero… ¿Es Israel la causa del extremismo fanático islamista que se instaló violentamente en el mundo?
Recién en las postrimerías de la década del ´70, luego del fracaso de la República Árabe Unida como movimiento pan-arabista laico que dominaba gran parte de la comarca resurgió convenientemente la religión como derecho eficiente para sostener eficazmente las operaciones. De esa forma, con el asesinato de Anwar el Sadat, debutó la Hermandad Musulmana, y con ella, la irrupción del fanatismo salafita[6] que desplazó la motivación nacional para impulsar el conflicto, desde el Islam sunnita. Cuando las operaciones militares se trasladaron al Líbano, en 1982, tomó ingerencia competitiva por la conducción del terrorismo palestino el Islam shiíta, esta vez, a través de los ayatolaes que conducen Hezballah.[7]
En sus orígenes, Alá se quedó al margen cuando la Organización para la Liberación de Palestina fue fundada en 1964. Sus estatutos de 1968 tampoco hacían mención a Alá, ni citaban el Corán. La Carta de la OLP es un documento nacionalista árabe que define el objetivo palestino como la destrucción de Israel, facilitando de esa manera la unificación del mundo árabe.
Alá aparece por todos lados en los estatutos de 1988 de Hammas. Para los islamistas, cuyo gobierno salió elegido por los palestinos en enero del 2006, el objetivo final es que el Islam gobierne el mundo. El conflicto palestino contra Israel, entretanto, se lleva a cabo en nombre de Alá - no del nacionalismo árabe.
Bienvenido al Nuevo Oriente Medio. ¿Pero cómo tuvo lugar este cambio radical? ¿Cómo acabaron los 11 años de socialización Fatah-OLP en radicales islamistas que atraen a la sociedad de los palestinos en cuerpo y alma?
Para comprender esta transformación de nacionalismo secular en dictadura islámica radical empecemos por Maquiavelo. En El príncipe, recomendaba encarecidamente a los líderes que utilizasen la religión para fines políticos. Los dictadores deberían aparentar ser religiosos: “No hay nada más necesario a aparentar que ostentar esta característica definitiva [la religión]”.
Durante años, la dirección Fatah de la Autoridad Palestina siguió esta filosofía al pie de la letra. Promovieron la religión e involuntariamente abrieron el camino al presente régimen de Hammas.
Tanto Yasser Arafat como Mahmoud Abbás concedieron rutinariamente prominencia mediática a líderes religiosos. Muchos de ellos promovieron el odio y la violencia contra los judíos e Israel sobre una base religiosa. Los líderes de Fatah aparecieron en televisión rezando en mezquitas incluso mientras los sermones impartidos predicaban el genocidio. La educación islámica recibió prominencia en el sistema escolar de la AP.
Arafat, aunque secular, no dudaba en denominar Palestina una entidad islámica o wakf. Y el borrador de la constitución propuesta reconoce la ley islámica.
Más significativamente, la incesante promoción y glorificación de la Jihad y la shahadah (“muerte por Alá”) encaminada a motivar los atentados suicidas cedieron espacio al Islam como fuerza impulsora de la guerra contra Israel.
El disfraz religioso de Al-Fatah tuvo tanto éxito que islamizó a su propio pueblo, especialmente a los jóvenes.
En una encuesta de marzo del 2005, el 70% de los palestinos prefería la ley islámica, shari’a, en lugar de las leyes del parlamento de la AP. Menos de un año más tarde, en enero del 2006, Hammas completaba su transformación de movimiento marginal a Oficina del Primer Ministro. El énfasis por parte de Arafat y Abbás a la hora de hacer preponderante la religión tras la guerra contra Israel había tenido mucho más “éxito” del que podrían haber anticipado.
En marcado contraste con la carta de la OLP, en los estatutos de Hammas el término “Alá” aparece unas arrolladoras 105 veces; con 39 citas del Corán y las frases y prácticas de Mahoma.
Toda parte de la ideología de Hammas es presentada como la verdad eterna de Alá. En la práctica, los que redactaron el documento lo inician con las palabras, “En el nombre de Alá, el más misericordioso”, seguidas de versos del Corán que se centran en la supremacía islámica - propios de un documento religioso, no político.
Hammas es el acrónimo de Movimiento de Resistencia Islámica; la palabra “Palestina” ni siquiera está presente en el nombre del movimiento. Esto contrasta con “Organización para la Liberación de Palestina”, cuya atención se centra en la liberación de todo Palestina y no en el Islam o en Alá.
Tanto Fatah como Hammas se centran en la destrucción de Israel - de modo que desde la perspectiva israelí, existen pocas diferencias prácticas entre los dos. Pero para los palestinos, los dos movimientos representan objetivos completamente divergentes.
La Carta de la OLP ve el estado palestino como temporal, conduciendo a “la unidad árabe” [Artículo 11], mientras que la Carta de Hammas plantea la destrucción de Israel como camino a la unidad islámica - y el momento en el que los muecines anunciarán desde los minaretes de Palestina el nacimiento del Estado del Islam [Artículo 9].
Esta transición de dirección árabe secular a directiva islamista radical tiene implicancias significativas. Bajo un gobierno de Hammas, la paz o aceptación del derecho de Israel a existir nunca será posible, porque Hammas concibe la destrucción de Israel y el exterminio de los judíos como el reflejo de las verdades inamovibles de Alá [Artículos 7 y 3].
Y mientras que los pronunciamientos hechos en árabe por parte de los regímenes Arafat-Abbás o un examen de los libros de texto a los que dieron lugar dejan claro que Fatah nunca aceptó el derecho de Israel a existir, el nacionalismo palestino secular siempre tuvo un potencial intrínseco hacia la moderación.
También sería posible que un futuro líder secular carismático pueda un día cambiar de dirección y obligar a los palestinos a aceptar Israel.
Pero a causa de su ideología dictada por lo divino, sin embargo, la aceptación de Israel es imposible para Hammas. La necesidad de la destrucción de Israel no es la opinión de los líderes políticos, como con Fatah, sino la inmutable voluntad de Alá.
En la práctica, los líderes de Hammas hacen hincapié en que carecen de opiniones propias - juegan el modesto papel de intermediarios de Alá, informando a la sociedad del plan de Alá, como se explica en el Artículo 12 de la carta de Hammas.
Indicativo de esta nueva realidad es el modo en el que el diario Al Ayyam describía el panorama en marzo del 2006 cuando el nuevo parlamento encabezado por Hammas elegía como nuevo premier a Ismail Haniyeh: “Tras la votación, uno de los diputados de Hammas, Hamad Al-Bithouey, alzó un Corán y gritó: Alá hu Akhbar”.
Los legisladores de Hammas respondieron con sofisma: “El Corán es nuestra constitución, Mahoma es nuestro profeta, la Jihad es nuestro camino y morir por Alá como mártires es nuestro mayor deseo”.
Los presentes esfuerzos entre Fatah y Hammas por constituir un nuevo gobierno de unidad no reflejan el cierre de un vacío ideológico, sino la desesperada necesidad de la reanudación de la financiación occidental.
Sea lo que sea lo que ocurra en los presentes esfuerzos entre Fatah y Hammas por constituir un gobierno de coalición, el cambio ideológico y teológico fundamental de orientación descripto arriba es improbable que se dé.[8]
Desmesura de unos y cobarde complicidad de otros
La violenta reacción en varios países musulmanes al discurso del Papa en Alemania, y la cobarde respuesta de buena parte del progresismo europeo ante esas expresiones de violencia, han puesto crudamente de manifiesto la necesidad urgente de un rearme intelectual y moral de Occidente, muy especialmente de Europa, para hacer frente al doble desafío que nos plantean nuestros enemigos externos y nuestra propia decadencia interna.[9]
El rotundo fracaso de los regimenes árabes comunistas instaurados en la década de los 70, la opresión en la que siguen viviendo hoy muchas sociedades islámicas y el atraso generalizado que padece el mundo árabe, hace que muchos musulmanes vuelquen buena parte de sus frustraciones contra un Occidente al que acusan de todos sus males. La expresión más radical de esa frustración transformada en odio es la Jihad islamista. Este movimiento, que por desgracia cuenta con muchos adeptos en las sociedades islámicas, ha declarado la guerra a un Occidente al que no sólo acusan de oprimir al mundo islámico, sino que consideran la encarnación del mal por su resistencia a someterse a sus creencias fanáticas, por su supuesta depravación moral y por su pecaminoso amor a la libertad. Este movimiento busca, a través de un uso indiscriminado del terrorismo, no sólo el aniquilamiento de nuestras sociedades, sino la destrucción completa de nuestra perversa civilización y el sometimiento de nuestros países a su proyecto totalitario y fanático.[10]
La principal incapacidad para enfrentarnos a este formidable enemigo proviene de la propia debilidad de nuestras convicciones. Para la mayoría de los progres hay una parte de razón en los radicales islamistas cuando acusan a Europa de ser la causa de todos sus males. Así, existe una perversa coincidencia entre la izquierda radical europea, hoy encarnada por Zapatero mejor que por ningún otro líder, y los radicales islamistas en el mundo árabe en sus críticas hacia el mundo occidental y en el cuestionamiento de algunos de sus principios más básicos.
Junto a esta debilidad intelectual y moral del pensamiento progresista, hoy predominante en muchas sociedades europeas, existe también una importante dosis de cobardía. Así, para el neo-pacifismo europeo, liderado por Zapatero, es siempre preferible claudicar de los principios antes que tener que enfrentarse a cualquier enemigo. Esta claudicación se disfraza de un diálogo siempre justificado por el ansía de paz, pero no puede ocultar nuestra predisposición a negociar los términos de una derrota previamente asumida.
La encrucijada entre Islam y modernidad es un dilema que sólo las propias sociedades musulmanas pueden resolver. Sin duda, Occidente debe apoyar a todos aquellos que en el mundo islámico defiendan la democracia, que apuesten por la plena igualdad entre hombres y mujeres, que aboguen por una separación entre religión y Estado y que estén comprometidos con una defensa activa de los derechos humanos en sus sociedades. Pero en definitiva, esa batalla sólo puede ser ganada por los propios demócratas musulmanes, hasta el punto de que cualquier injerencia occidental corre el riesgo de ser incluso contraproducente para la causa de quienes defienden la compatibilidad entre religión y libertad. La mayor ayuda que podemos prestar es derrotar a quienes utilizando su religión han declarado la guerra a nuestras sociedades y los principios que las sustentan.[11]
Para lograr la victoria sobre esta nueva forma de totalitarismo lo primero que tenemos que hacer es creer con mayor firmeza en los principios que defendemos y que están en el fundamento de nuestra civilización. La ola de relativismo intelectual y moral que invade Europa nos vuelve totalmente vulnerables ante los envites de esta nueva forma de fanatismo terrorista. Sin un rearme moral corremos el riesgo de que una Europa opulenta y decadente pueda ser derrotada por un “jihadismo” muy inferior en términos económicos, tecnológicos, políticos y sociales, pero que expande su proyecto totalitario con una convicción de la que nosotros carecemos para defender nuestros propios valores.[12]
¿Perdón?
Reunido, la semana pasada, en Castelgandolfo con las autoridades islámicas, el Santo Padre no le pidió perdón a nadie. Ni siquiera hay referencia directa al debate. Bien al contrario, su discurso se centra en aclarar, desde la estima y el respeto, cuáles son los fundamentos del diálogo entre religiones y culturas y, más en concreto, entre la Iglesia Católica y el Islam.
Benedicto XVI volvió a mencionar la importancia de la razón en referencia al relativismo, que niega su dimensión trascendente y universal. Retomado el principio doctrinal origen del problema, vincula un diálogo “auténtico” a dos principios irrenunciables: la reciprocidad y el respeto a la dignidad humana.
No puede haber diálogo —dijo— mientras los derechos de los cristianos sean pisoteados cotidianamente en el conjunto del Islam, un auténtico “pogrom” que está en el origen de la desaparición de las antiquísimas comunidades cristianas, abocadas a emigrar siguiendo la estela de las judías. No puede haber diálogo cuando se niegan los derechos humanos, se justifica la violencia y se fomenta el fanatismo.
Frente a la Alianza de la entrega y el chantaje, Su Santidad exige un diálogo basado en los valores trascendentes, la razón, la reciprocidad y el respeto a la dignidad humana. No hay en sus palabras ánimo de contemporizar a cualquier precio, sino de aclarar y precisar cuál puede ser el espacio común, en el caso de que las autoridades musulmanas realmente estén dispuestas a ello.
En esta Europa decadente y relativista, Benedicto XVI, a sus 79 años, emerge como un gigante, testimonio de una Europa que fue grande y que dio forma a una civilización que hace del hombre su centro, alguien dotado de dignidad, derechos y deberes, a imagen y semejanza de Dios.[13]
Contrariamente, la violenta reacción en los países musulmanes a las palabras del Papa resulta sin duda inquietante, porque muestra la pujanza de las ideas más radicales en esas sociedades. Pero desde un punto de vista occidental es aún más preocupante la incapacidad de muchos europeos para mantener los principios de la razón y la libertad que el Santo Padre defendió como fundamentos de nuestra propia Fe. Hay que agradecer al Papa su decisiva contribución para lograr un rearme moral e intelectual que Europa —muy en especial España y Francia— necesita con urgencia.
Por la reconquista islámica de Europa
Para los fanáticos salafitas la sha´aria —esto es, la Ley Coránica— tiene jurisdicción en toda la umma —la comunidad islámica— entendiéndose por tal el territorio donde resida el último musulmán.
Los musulmanes retornaron a Europa —mayormente a partir de la década del 70— en lo que ahora se considera doctrinariamente como la “tercera invasión islámica”, siendo acogidos como refugiados, humanitariamente aceptados por las democracias decadentes del pos-modernismo marcusiano que habían olvidado la vieja noción del Orden Natural, y que preconizaban el control de natalidad y la contraconcepción en un afán de vivir más holgada y cómodamente. La mano de obra barata fue adquirida mediante los inmigrantes del Magreb y de las ex colonias. El crecimiento vegetativo de los occidentales cristianos comenzó a ser negativo, mientras que demográficamente crecieron exponencialmente las poblaciones marginales musulmanas, que ahora tienen hijos nacidos en Europa, pero provenientes de una cultura diferente.
Esta buena gente sostiene que el derecho religioso tiene preponderancia sobre las leyes locales, y —en consecuencia— que corresponde reivindicar sus derechos desplazando a los gobiernos «infieles» por un Califato islámico, del cual se consideran herederos, luego de haber sido ilegalmente desplazados de Francia por el Emperador Carlos Martel (Carlomagno) en la batalla de Poitiers, injustamente echados al mar por los reyes Católicos de España, mil años después, y de Europa Central por los Caballeros de la Orden Teutónica.
Numerosos, indigentes, pero jamás insertados —sino como marginales— en la sociedad europea de una minoría de privilegiados, comparten el rencor social buscando su explicación en el Corán, que sólo les suministra una respuesta a la injusticia: la guerra santa contra el infiel.[14]
Sudamérica a contramano de la Historia, obstruida por sus rémoras del pasado
En nuestro país, donde la integración de todos los inmigrantes se caracterizó por ser plena y sin limitaciones, jamás hubo conflictos interraciales o religiosos. De pronto se desató una controversia en las calles de Buenos Aires.
¿Por qué despiertan la simpatía en las masas las causas antioccidentales?
¿Cuál es la razón de la emulación de “la horda” enfurecida en las organizaciones periféricas no gubernamentales, que —con rostros encapuchados, quemando banderas, con cachiporras, garrotes y cómplice protección policial— cortan las arterias paralizando las ciudades, método de manifestación del fundamentalismo radical islámico, ahora enraizándose en Latinoamérica?
¿Qué tiene en común la doctrina salafita con los piqueteros de Kirchner? Si la hermandad musulmana aspira a la restauración del Califato europeo, seguramente a la umma bolivariana estos últimos.
Hay una extraña complicidad progresista en este subcontinente ocupado por una gavilla cómplice de “jefes de Estado”.
Tabaré Vázquez, el presidente tupamaro en Uruguay, y la Señora Michelle Bachelet, al frente del socialismo chileno, tienen un poco más de mesura y se toman sus tiempos, pero en su momento confluirán también en los objetivos comunes.
Pareciera que ningún ciudadano percibe el peligro, mientras contemporizan con simpatía cómplice “la reparación de los derechos humanos violados” hace más de tres décadas en Argentina, donde Kirchner se esmera por aniquilar a su estructura de seguridad interna, con leyes extrañamente indulgentes hacia los delincuentes; y la defensa nacional exterior, mediante el holocausto de las FFAA argentinas.
Por otra parte, el impresentable autócrata que somete a los argentinos apoya y sostiene la exportación de droga hacia Europa del boliviano Evo Morales, el cocalero que intenta volver al paganismo indígena en su odio a la minoría blanca del país.
Estas situaciones —todas invariablemente— amparadas por el déspota Hugo Chávez desde la Venezuela, también usurpada, que, —sentado en millones de barriles de petróleo, manteniendo en estoica y conveniente pobreza a su pueblo (al igual que los emires árabes) — coquetea con Irán y Palestina, mientras envía tropas a Bolivia para sostener el régimen ante una posible reacción de los católicos del altiplano.[15]
Más —extrañamente— todos estos están interesados y apoyan la reelección de Ignacio Lula da Silva —el líder del partido comunista más viejo de Sudamérica— el hoy desembozadamente corrupto Presidente del Brasil, el verdadero sucesor del agónico barbado de Cuba, decano de los dictadores latinoamericanos: “En un segundo mandato, Lula aprovechará la nueva realidad geopolítica, para terminar de consolidar al Foro de Sao Paulo, creado en 1990 por él mismo y por Fidel Castro con el fin de expandir el castro-comunismo a toda la región. Hasta ahora Lula no se ha comportado de manera más radical, porque las sólidas instituciones se lo impiden”.[16]
Como ya lo insinuara recientemente el ex viceministro de Relaciones Exteriores argentino, Dr Andrés Cisneros[17], resulta indiscutible que este gobierno no sabe elegir las mejores compañías. Todo lo contrario. Comenzó avalando a Fidel Castro para estupor de Occidente, siguió dando carta de naturalidad a Chávez —el “loco” como es conocido por los suyos— alimentó el indigenismo de Evo Morales, que tan caro le va a salir a nuestra economía —que en modo alguno puede basarse en el narcotráfico, por más atractivo y redituable que resulte dicho negocio inmoral— y ahora está empeñado en justificar, indirectamente, a los fundamentalismos del medio oriente, mientras no cesa de atacar a la Iglesia mediante la metodología gramsciana de la aproximación indirecta.[18]
[1] Perdía fue el ejecutor material del crimen a sangre fría del sindicalista José Ignacio Rucci. Este asesino llegó a ser el número dos en la jerarquía de la banda de delincuentes subversivos Montoneros. Abogado laboralista, Roberto “El Pelado” Perdía (62) también fue indultado por Carlos Menem hace 14 años. Desde ese momento obtuvo un puesto como asesor de la bancada de diputados justicialistas, en el ahora bloque oficial. Por orden del régimen, entabló alianzas diversas, siendo designado coordinador de las distintas facciones de los dirigentes piqueteros. Últimamente se lo apreció muy cercano a la O.N.G. “Quebracho”, una fuerza de choque que condujo en los desmanes del edificio Kavanagh, contra la vivienda del ex ministro Martínez de Hoz, y en otros episodios similares. Últimamente, maniobró, también al frente de la horda de la organización “Quebracho”, en manifestaciones armadas en apoyo del movimiento terrorista islamita Hezballah.
[2] Pañuelos árabes utilizados a manera de turbante o simplemente sostenidos sobre la cabeza, o resguardando las vías respiratorias que protegen a los nativos de los rigores del calor del desierto y de las tormentas de arena. El líder palestino fallecido, Yasser Arafat, los popularizó al presentarse ante todos los foros internacionales de tal manera ataviado.
[3] Sacheri, Carlos A.: “El Orden Natural”, Imprenta Rosgal S.A., Montevideo, Uruguay. Noviembre de 1980.
[4] Pipes, Daniel: “The Pope Benedictus & the Byzantine Empire”, publicado en The Jerusalem Post, 19 de septiembre de 2006 y reproducido en http://www.meforum.org/
[5] Novak, Michael: “It’s 1938 All Over Again”, publicado en la página del American Enterprise Institute for Public Policy Research. Sep 27th, 2006. http://www.aei.org/
[6] El salafismo es un movimiento religioso proveniente de Arabia Saudita, heredero de las enseñanzas violentas del wahabbismo de siglos atrás.
[7] Shäferstein, Carlos Marcelo: “Tópicos de Política Mundial”. Clases impartidas en la Universidad del CEMA del 1º de agosto al 16 de noviembre de 2005, para el Centro de Estudios Internacionales y de Educación para la Globalización (CEIEG) Buenos Aires. Módulo «El Impacto del Terrorismo Global».
[8] Marcus, Itamar & Barbra Cook: “Cómo canjeó Fatah el poder por la religión”. Artículo publicado en la revista digital del Grupo de Estudios Estratégicos, Colaboraciones nº 1230, el 25 de Septiembre de 2006. Itamar Marcus es analista en contraterrorismo y director de Palestinian Media Watch. Previamente fue director ejecutivo del Center for Monitoring the Impact of Peace, y formó parte de la delegación trilateral establecida en los Acuerdos de Wye. Barbara Crook es profesora asistente de Derecho en la UW de Washington. http://www.gees.org/articulo/3033
[9] Pons, Frédéric: “Clarté et réciprocité avec l’Islam: Le dialogue impossible?” Valeurs Actuelles n° 3643 paru le 22 Septembre 2006.
[10] Conan, Eric: “Enquête sur la montée de l’islam en Europe”. L’Express du 26/01/2006. Se puede consultar en http://www.lexpress.fr/info/monde/dossier/islamisme/dossier.asp?ida=436706
[11] Golliau, Catherine: “La nouvelle guerre de religion” Le Figaro - Publié le 22 septembre 2006
[12] Snow, Jonathan: “The menace over us”. http://www.defenddemocracy.org//publications/
[13] Valeurs, Orcival: “Le divorce des mondes” L’Éditorial de François d’Orcival Valeurs Actuelles n° 3643 paru le 22 Septembre 2006.
[14] Auel, Grl Heriberto J. (Presidente del Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires – IEEBA): “Incertidumbre, Inseguridad e Indefensión ante los Nuevos Riesgos”, conferencia auspiciada por la Asociación para la Reconstrucción Nacional –A.RE.NA.- disertación que se llevó a cabo el Jueves 29 de Junio 2006, a las 1900 Hs., en el Centro de Oficiales Retirados de las Fuerzas Armadas (COFA) Av. Quintana 161 de la ciudad de Buenos Aires.
[15] Véase Informe de los “Grupos del Foro de San Pablo y Manta” sobre la situación en Latino América -
Informe estratégico, en www.ieeba.com.ar
[16] Peña Esclusa, Alejandro (escritor y dirigente político venezolano): Conferencia dictada el 26 de setiembre del corriente sobre “El futuro de la democracia en América Latina”. Sede de la Asociación de Comercio de São Paulo (ACSP), ante un grupo de cien empresarios brasileños.
[17] Cisneros, Andrés: “Nuestro Castrismo Incomprensible”. Publicado en la revista Noticias, en Buenos Aires, el 16 de septiembre de 2006.
[18] Mediante la carrera por la legalización del aborto, la castración y la contraconcepción; la sustitución de contenidos en la ley y en la educación; la deformación cultural obligatoria de los niños donde el Estado sustituye el papel de los padres, y —en general— por los permanentes ataques a la Iglesia Católica y a los principios ingénitos de la Cristiandad
Autor: Carlos Marcelo Shäferstein
miembro del
Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires