Hernán Büchi
Martes 27 de Octubre de 2009 en emol
Falta de Empleo: un problema crónico
La cifra última de desempleo, un 10,7%, fue presentada con una sensación de alivio. Obviamente ello no se debe a que sea baja o a que el drama de los cientos de miles de cesantes no sea grave. Su aspecto positivo está en que no siguió creciendo; parece estar cerca de su techo.
De ser cierto lo anterior, el impacto en el empleo de la recesión mundial iniciada hace un año habría sido algo más moderado que durante la Crisis Asiática del 97.
Con el pasar de los días confirmaremos esta impresión. Si lo peor de la caída del mundo quedó atrás, Chile en esta ocasión fue de los afortunados. El precio de referencia del cobre fijado por la autoridad para 2009, y sobre cuyo valor debiéramos ahorrar, era de US$1,99 por libra. A estas alturas está claro que superará los US$2,27 por libra, de modo que en teoría ese aspecto de la crisis no debió impactarnos en demasía.
A su vez la crisis financiera no prendió en nuestro país debido a condiciones sólidas del sector y a la acción efectiva de las autoridades en los instantes oportunos. Ya lo dijimos antes, lo realmente sorprendente es que la recesión mundial nos haya afectado tanto, sea en actividad o en desempleo.
Pero que los momentos más agudos empiecen a quedar atrás no nos debiera adormecer. La cifra en sí misma es muy alta y no ha sido más crítica por programas de empleo con respaldo estatal que no son una solución definitiva. Está fuertemente ayudada, además, por una fuerza de trabajo que está creciendo menos, seguramente desalentada por las pocas oportunidades existentes. A su vez la composición de los empleos efectivos prende una luz de alerta pues disminuyen los asalariados como porcentaje del total.
En realidad lo que está como telón de fondo del desempleo actual es un problema mucho más grave: la falta de dinamismo de nuestra economía para crear suficientes puestos de trabajo. Ello ha sido un problema crónico de los últimos quince años.
La tasa de ocupación en nuestro país es baja; 10 puntos menos que los países de la OECD. Si pretendiéramos ocupar también a ese número de chilenos desalentados de llegar al mercado laboral, habría cerca de un millón de cesantes más. La cesantía más que se duplicaría. Desgraciadamente en estas materias no hemos avanzado nada; vaivenes más o menos la tasa de ocupación se mantiene estancada desde 1993.
Si miramos más en detalle lo que hay dentro de ese estancamiento veremos problemas aún más graves y preocupantes. Las mujeres se han ido incorporando al mundo laboral del mercado y lo han hecho en forma aún muy parcial, pero el espacio que se han logrado hacer no es por un aumento de los ocupados, sino por una caída de la participación en los hombres. Desafortunadamente esa caída a su vez la explican los quintiles más pobres de la población, donde por ejemplo el quinto más modesto de los chilenos vio caer la tasa de participación de 57,2% a 50,8% entre el año 90 y el 2006. Al mismo tiempo el quintil superior mantuvo su participación en una cifra cercana al 68%.
Tras estas cifras está el drama de los grupos de jóvenes de bajos ingresos que ven aumentar su probabilidad de ser cesantes. Si bien las mujeres han incrementado su tasa de participación de 28,3% a 38,9% entre el 90 y el 2006, el deterioro relativo de los sectores de menores ingresos también es notorio ya que avanza más el quintil más rico que el menos afortunado.
Hay muchas otras dimensiones que son preocupantes respecto a la evolución del empleo. Todas ellas apuntan precisamente en la dirección opuesta a los deseos de las autoridades de los últimos años: promover la equidad, la justicia y la paz social. Es este problema crónico el que debemos enfrentar y no limitarnos a superar los aspectos más agudos y críticos que desató la crisis.
El enfoque confrontacional con que la política gubernamental pareció pretender mejorar el universo laboral del país, enfrentando trabajadores con empresas, es anacrónico y fracasó si lo medimos en la dimensión que dice preocuparles más; la protección a los pobres. Desgraciadamente para algunos sigue rindiendo dividendos políticos a juzgar por las propuestas de todo tipo que al respecto se han planteado en el Parlamento y en otros foros políticos; todas ellas enfocadas supuestamente a forzar a los empleadores a dar más beneficios y a contratar más trabajadores. Si la solución fuera tan fácil hace tiempo el problema habría sido resuelto en el mundo.
Para que todos vivamos mejor, la economía tiene que ser más productiva, las empresas invertir más y los trabajadores estar más capacitados. Esperemos que la anhelada superación de los momentos más críticos de esta recesión, nos lleve por el camino serio de las soluciones reales, con normas laborales flexibles y realistas, impuestos bajos y respaldo a quien invierta. Sólo así crearemos empleos suficientes para una población que lo necesita y merece.
Ex ministro de Hacienda
Fuente
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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