Ya he hablado en estas páginas, de cuáles son los dos objetivos reales de los gobiernos en sus recientes medidas de ayuda a las entidades financieros.
Estos objetivos no son tomar participaciones en el capital de las instituciones financieras y tampoco es ampliar la base de capital de estas. Bueno, algunos gobiernos están encantados con la posibilidad de tomar más capital en sus bancos sin ser criticados.
Los dos objetivos eran, uno, que los depositantes normales no hagan colas para sacar su dinero de sus cuentas en los bancos y, dos, que los bancos empiecen a prestarse entre ellos en el mercado interbancario (préstamos entre bancos). En el primero, se ha cumplido bien el objetivo (casi no hemos visto colas en los bancos) y, en el segundo, todavía estamos esperando el retorno completo de las entidades financieras al interbancario.
Lo que hicieron bien es el aumento de las garantías del gobierno a los depósitos de las personas normales, en España hasta 100.000 por depósito.
Aunque estos aumentos quieren decir que personas normales no tienen que preocuparse de donde depositan su dinero, esto es razonable, ya que una persona normal no tiene por qué saber que un banco puede tener dificultades, si está operando y tiene permiso de los reguladores para hacerlo.
El que han hecho mal es la forma en que facilitaron liquidez a los bancos.
Cuando a un banco le falta liquidez, porque están en problemas o porque no pueden acceder al interbancario o, como lo que hemos visto durante estas semanas, que los bancos no se fían de los otros bancos en general y el mercado interbancario se estanca, hay mejores formas de suministrarles liquidez.
En esta situación, lo primero que los reguladores deben hacer es averiguar si el banco merece la pena ser apoyado y salvado.
Si la respuesta es si, y ese banco por cualquier razón no tiene acceso a las fuentes normales de liquidez, debería poder acceder al Banco Central para obtener la liquidez que necesita, por periodos cortos, hasta que su situación se estabilice y que reestablezca sus fuentes de liquidez normales.
Si las necesidades de los bancos son extraordinarias en tamaño o en tiempo, estos deben suministrar al Banco Central títulos y activos que ayuden a garantizar los préstamos recibidos.
Algo de esto ha pasado pero muy mal hecho, con garantías y títulos de dudosa calidad, en público y bajo la lupa de crisis y de fracaso.
Muy importante es que este acceso a liquidez, como mínimo, se efectúe a un costo notablemente por encima de los costos normales de financiación en el mercado. El Banco Central también debería tener la posibilidad de exigir otras condiciones, como pueden ser el cambio de directivos y las limitaciones en sueldos y pagos adicionales, los famosos bonus.
Este coste extra y las condiciones adicionales sirven para limitar el uso de estas fuentes sólo a bancos que no tienen otras alternativas y el costo adicional penalizará los beneficios de esos bancos que lo hicieron mal.
Esta forma de suministrar liquidez cara a las entidades financieras necesitadas, y las otras condiciones, reduce el peligro que siempre hemos advertido en estas páginas, el de moral hazard, donde queremos evitar que los directivos toman riesgos inapropiados sabiendo que siempre tienen al Banco Central para salvarles si las cosas van mal. Con estas condiciones, los bancos no utilizarán estas fuentes como su primera alternativa.
Con estas dos políticas bien implementadas y con el aumento de profesionalidad y rigor por parte de los reguladores, veríamos muchos menos problemas de los que hemos visto estos meses.
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