Los grandes encuentros internacionales dan voz a esta moda.
Al lado de los paneles solares, la energía eólica y los coches que funcionan con biocombustibles desfila también el mundo de la moda.
Ahora son las grandes multinacionales de la industria del vestido las que tejen de manera sostenible y apuestan cada vez más por la ropa orgánica.
La llamada moda ecológica o ética está ganando terreno en esta industria en la que trabajan más de 40 millones de personas en todo el mundo y mueve anualmente US$350.000 millones.
Para la diseñadora Elena García se trata de sentido común.
"Simplemente hay que tener en cuenta cualquier paso en el proceso de manufactura de la ropa, ya que sabiendo lo que sabemos ahora y el daño que le estamos haciendo al planeta, no puedo hacer las cosas sin pensar", explica.
"Nosotros vendemos la idea de consumir menos y mejor. No entendemos la moda si no va ligada al comercio justo y a la ecología", expresa, por su parte, Pepe Barguñó, creador de Intrépida Mu (IM), la primera marca española que apuesta al 100% por el algodón orgánico y el comercio justo.
Grandes marcas
Las empresas más influyentes en la industria textil están incorporando los tejidos ecológicos en sus colecciones. "Biocotton" en C&A o "Levi's® Eco" en Levi´s son algunos de los nombres que empiezan a sonar entre las grandes marcas.
Las multinacionales tienen mucha influencia en los consumidores.
En 2003, Nike empezó a usar el algodón orgánico en sus prendas.
Más tarde, la británica Marks & Spencer, la sueca H&M, la italiana Armani y las estadounidenses GAP o Timberland empezaron a preocuparse de que sus producciones fueran más sostenibles.
El gigante Zara, del grupo español Inditex, comercializó sus primeras camisetas de algodón orgánico en 2006. Desde entonces, han fabricado más de 11 millones de prendas bajo esta premisa y a nombre de acciones ecoeficientes están cambiando su Responsabilidad Social Corporativa.
Por su parte, Marks & Spencer vendió más de 600.000 prendas elaboradas a partir de algodón, lana y lino orgánicos durante el primer semestre de 2008.
"Por un lado es importante por el alcance, el volumen y la notoriedad que tienen las multinacionales en el mercado a la hora de encauzar a la gente. Está bien que si ellas llevan la tendencia hacia la moda ética nos vamos a beneficiar todos", opina Barguñó.
"Ahora que han dado el paso a campañas de marketing de compromiso y están tomando conciencia sobre sus actividades no pueden cometer fallos porque la gente va a estar buscando, no pueden permitirse que alguien descubra que no lo están haciendo", dice la diseñadora.
Con o sin estrategia de marketing, las multinacionales están siendo empujadas a cambiar su forma de actuar, y en las pasarelas y grandes encuentros de la moda mundial -como el Ethical Fashion Show en París o Esthetica en la London Fashion Week de la capital inglesa- esta moda se abre espacio y se escucha cada vez más a sus diseñadores.
¿Revolución sostenible?
Future Concept Lab., un Instituto de investigación especializado en marketing y tendencias de consumo, dice que estamos viviendo un cambio comparable con la llegada de las sociedades industriales.
Ahora la revolución va en dirección de la sostenibilidad
Francesco Morace, sociólogo.
"Igual que llegó la revolución higiénica y se crearon parámetros universales para proteger la salud o cuando con la revolución sindical empezaron a defenderse la dignidad de los trabajadores, ahora la revolución va en la dirección de la sostenibilidad", explica Francesco Morace, sociólogo y Presidente del Instituto.
"Precisamente porque es parte de un contexto más amplio, el fenómeno no es atribuible a la lógica de la moda y, por tanto, no tendrá un carácter cíclico, sino que se convertirá en un nuevo punto de referencia de calidad, necesario e indiscutible", explica Morace, para quien la moda ecológica es uno de los nuevos paradigmas para hacer frente al cambiante escenario de la crisis.
100% natural
Algodón, seda, lana o bambú biológicos son solo algunos de los materiales naturales que predominan en esta moda.
Reciben este apellido "bio" porque durante todo su ciclo de vida tienen un menor impacto en el medio ambiente. Se cultivan sin pesticidas y sin productos químicos, de tal manera que el control de las plagas se realiza con depredadores y pesticidas de origen natural. Tampoco se utilizan transgénicos ni fertilizantes artificiales.
En este diseño de Elena García la falda es de bambú y el top de seda biológica (foto gentileza de Elena García)
Sellos internacionales como Flo, Oeko-Tex, Naturtextil, Ecolabel, Eko sustainable textile y Made in Green certifican que estos procedimientos se realicen bajo parámetros justos y sostenibles.
La organización ecologista Greenpeace advierte que la mayor parte del impacto medioambiental de la industria textil se produce durante los procesos de elaboración.
A pesar de que sólo representa el 2,5% de las tierras de cultivo del planeta, la producción de algodón tradicional contabiliza el 25% del uso de fertilizantes y el 10% de plaguicidas químicos del mundo. Algo que repercute directamente en la salud de los agricultores y sus familias.
La Organización Mundial de la Salud expone que al año se intoxican dos millones de personas por exposición directa o indirecta de plaguicidas.
El algodón certificado como orgánico actualmente representa solo el 0,1% del total de algodón producido en el mundo.
Críticas
Pero la moda ética también está encontrando numerosos obstáculos por el camino como el precio, la comercialización y la estética.
En una industria donde actualmente impera renovar el armario, comprar la ropa barata y las ofertas de 2x1 es muy difícil competir con los productos no ecológicos.
Para el consumidor puede duplicarse el precio de una prenda ecológica frente a otra que no lo es. Y, mientras, para el empresario el costo también es mayor porque un kilo de algodón orgánico cuesta tres veces más que el tradicional.
Certificar el éxito en cada fase del proceso de manufactura de la ropa es lento. (foto gentileza de IM)
Por otro lado, la barrera en la comercialización aparece a la hora de certificar que se están respetando todas las fases de la cadena. Esto complica y hace mucho más lento el trabajo porque es necesario analizarlo todo.
Y, por último, el dilema ética versus estética. A pesar de que Intrépida Mu y Elena García decidieron hablar el idioma del mercado y apostaron por prendas de calidad, cómodas y con diseño, esta moda tiene que avanzar mucho en el estilo, ya que aún hay mucha ropa ecológica con la que no todo el mundo se siente identificado.
"Para avanzar en este sentido, la ética no debe sancionar su contenido estético", considera Francesco Morace.
Precio real
Con el objetivo de mejorar las condiciones de los trabajadores, la moda ética cuida que durante el proceso de fabricación de las prendas no se violen los derechos laborales.
Las mujeres representan al 80% de los trabajadores de la industria textil (© Pablo Tosco/ Intermón Oxfam)
"Cuando la gente piensa que algo es caro es porque tiene como referencia una cosa que no es real. Cuando una camiseta ha costado siempre 12 euros y ahora te cuesta 3 está claro que algo falla en el proceso de producción", explica el creador de Intrépida Mu.
"Tienes que pagar que esa camiseta llegue a tus manos y tienes que pagar a todas esas personas que trabajan en cada fase. Es importante que el consumidor se plantee todas estas cosas", agrega.
Retos
Sin demanda no hay oferta. De ahí que la última palabra y quizás la más importante la tenga el consumidor. Las estrategias de marketing y las grandes celebrities tienen un papel muy importante en este sentido ya que pueden hacer que un producto pase de la noche a la mañana a ser deseable.
Según Morace, la clave para el cambio está en entender la sostenibilidad en términos de experiencia emocional y no de ideología. "Hace falta que los consumidores experimenten el cambio como enriquecimiento de su integridad personal", comenta el sociólogo.
El botón MU refleja la filosofía de consumir menos y mejor. (foto gentileza de IM)
Para Elena García es fundamental que el cliente sea exigente con lo que compra y conozca lo que adquiere, ya que muchas personas actúan por desconocimiento. "A medida que la gente reciba más información sobre el producto que compra irá cambiando el consumo. Las personas necesitan tener opciones y conocer qué están comprando", argumenta.
"Ojalá llegue un día en el que no haga falta poner etiquetas ni sellos porque se de por supuesto el respeto al medio y a los trabajadores", concluye Barguñó.
Todos somos consumidores de ropa, por lo que el futuro y la sostenibilidad de esta industria la escribimos cada uno con nuestra actitud.