¿Cuánto ha costado realmente el rescate de Wall Street? No hay más que fijarse en las cifras: 29.000 millones de dólares para acabar con la confusión generada por Bear Stearns; 700.000 millones de dólares para la adquisición de activos "tóxicos"; 200.000 millones para la adquisición de las acciones de Fannie Mae y de Freddie Mac; préstamo de 85.000 millones para la compañía de seguros AIG; otros 37.800 millones más para AIG; además de 250.000 millones de dólares en acciones de bancos. Centenares de miles de millones en garantías para proteger los fondos de los mercados monetarios y para garantizar los depósitos en los bancos. Y quién sabe que otros gastos hay en el horizonte. Todos esos gastos del rescate financiero recuerdan a una frase atribuida al fallecido senador Everett Dirksen: "Un trillón aquí, un trillón allí, y de pronto nos damos cuenta de que estamos hablando de dinero real". Hoy, los gastos se disparan ¿Cómo pretende EEUU financiar el plan de rescate del sector financiero? Respuesta: tomando dinero prestado y aumentando así la preocupación por la forma en que los déficits anuales presupuestarios, cada vez mayores, y la deuda creciente, afectarán a la economía y los mercados financieros. Algunas directrices, como las tasas de interés y el cociente de la deuda y de los déficits en relación al PIB, indican que la nueva deuda se digerirá fácilmente. Pero, algunos expertos creen que tales directrices son engañosas, y advierten de que las obligaciones están acumulándose peligrosamente. "Si el tipo de contabilidad que el gobierno hace se hubiera hecho en el sector privado, ahora estarían en la cárcel", dice Kent Smetters, profesor de Seguros y Gestión de riesgos de Wharton. Al igual que otros expertos, Smetters no está tan preocupado por el déficit y la deuda actuales como por las obligaciones de largo plazo respecto a la sumas monumentales que necesitarán la Seguridad Social, Medicare y Medicaid para la población de baby boomers que cada vez están más cerca de la jubilación. "Los problemas que enfrentamos actualmente son triviales son sólo el aperitivo del gran show que está por llegar", prevé. ¿Cuál será el coste de todos esos rescates financieros? No se puede hacer ese cálculo sumando simplemente los valores de cada uno. Muchos de esos valores, como los 700.000 millones de dólares del Programa de Rescate para Activos con Problemas (TARP, según las siglas en inglés), cuyo objetivo es la adquisición de títulos respaldados por hipotecas ilíquidas de las instituciones financieras, son límites máximos establecidos por legisladores u órganos reguladores con la esperanza de que se gaste menos que los valores propuestos. Algunas cifras se superponen. Los 250.000 millones destinados a los bancos de inversión, por ejemplo, deberán salir del fondo TARP. Buena parte de los gastos tienen como objetivo la compraventa de activos que, en el futuro, se podrán vender, compensando los costes, o parte de ellos, pudiendo hasta generar ingresos. Eso incluye títulos y derivados respaldados por hipotecas del TARP, así como participaciones accionariales en bancos, en Fannie Mae y Freddie Mac. Algunos fondos, como el dinero destinado a AIG, son préstamos que el gobierno espera que se paguen con intereses a menos que el prestatario incumpla su pago. Otros son garantías y sólo serán usados en caso de emergencia los 29.000 millones de Bear Stearns y centenares de millones cuyo propósito es fortalecer la confianza en la estabilidad de los mercados monetarios y de las cuentas de ahorro. Abriendo la caja de Pandora Richard Marston, profesor de Finanzas de Wharton, señala que habrá otras ayudas de emergencia financiadas con dinero público. General Motors y Chrysler, que están negociando una posible fusión, están quedándose sin caja y pueden ser candidatos a uno de los primeros préstamos que el fondo federal conceda. Al igual que los pesos pesados de la industria financiera que ya han sido rescatados, ¿son los Tres Grandes fabricantes de coches (o los tres) demasiado grandes para hundirse? El presupuesto del Estado de California está en números rojos, otros Estados podrían estar en la misma situación. "Creo que todavía van a suceder muchas cosas", prevé Marston. "La cuenta va a ser mucho más cara el año que viene [...] Es obvio que el gobierno saldrá en auxilio de General Motors y de Ford [...] Hemos abierto la caja de Pandora". Aunque sea imposible medir el tamaño de esa ayuda, algunos expertos dicen que el déficit anual el montante pedido prestado para contrarrestar la diferencia entre gastos e ingresos va a dispararse. En una entrevista concedida a la televisión a principios del mes de abril, Peter Orszag, director de la Oficina de Presupuesto del Congreso, dijo que los gastos del rescate financiero y la caída de los ingresos fiscales derivados de una posible recesión tendrán como resultado un déficit de 750.000 millones de dólares en el actual año fiscal, frente a los 455.000 millones del año que acaba de terminar. El déficit fue de cerca de 163.000 millones en 2007. Concord Coalition, organización no partidista que aboga por combatir el déficit, informa de que el valor del año que viene puede rebasar los 1.000 billones de dólares. Después de aprobar los paquetes de rescate, el Congreso, el verano pasado y el otoño de este año, amplió el techo de la deuda de 9.800 billones a 11.300 billones de dólares. Actualmente, la deuda está algo por encima de los 10.000 billones. La deuda es el resultado de la acumulación de déficits anuales cíclicos, dice Marston. Durante los periodos de recesión, el ingreso fiscal cae junto con la actividad económica, haciendo que los déficits aumenten. El déficit se mide, por norma, como un porcentaje del producto interior bruto. Los economistas comienzan a estar preocupados cuando ese porcentaje excede el 3%. En 2007, el déficit fue de 1,2%; en 2008, subió hasta el 3,2%. Mil billones de dólares corresponderían a un 7% o más, si la economía se contrajera. Ese valor sería el más alto registrado desde el 6% de los años 80. Antes de 2008, los déficits han caído durante varios años seguidos porque la economía, relativamente fuerte, había producido ingresos fiscales más generosos. Los últimos años, el déficit se ha mantenido relativamente bajo en relación a los porcentajes anteriormente registrados. Se mantuvo, de media, un poco por encima del 4% del PIB desde la Segunda Guerra Mundial. De 1998 a 2001 hubo superávits. "Aún sin los planes de rescate, el déficit se habría deteriorado drásticamente", señala Marston. "Es lo que siempre ocurre al principio de una recesión. Ahora tenemos el rescate [...] El dato más importante de ese deterioro son los movimientos cíclicos. Los ingresos fiscales están simplemente cayendo". Aunque el total de la deuda federal esté cerca de los 10.000 billones, aproximadamente la mitad de ese valor son deudas que una parte del gobierno debe a la otra. Los economistas se concentran en la deuda "pública", que es lo que el gobierno debe a los detentores de la deuda, como los dueños de bonos del Tesoro. Esa deuda es de cerca de 5.400 billones de dólares, más o menos el 38% del PIB. El porcentaje era mayor durante buena parte de los últimos 70 años, con excepción de los años 70. Al final de la Segunda Guerra Mundial, el valor de la deuda era de más del 100% del PIB, siendo la media en la posguerra de cerca del 43%. El menor valor, un 24%, se registró en 1974 . Muchos países desarrollados tienen deudas enormes en relación al PIB. Desde el punto de vista del PIB, los déficits y la deuda no han sido motivo de gran alarma en los últimos años, y ni incluso el aumento esperado del déficit impidió que la deuda pudiera ser razonablemente administrada. Esto no significa, sin embargo, que tales obligaciones no sean importantes. "Si la relación aumenta con el tiempo, ahí sí tendremos un problema", observa Marshall E. Blume, profesor de Finanzas de Wharton. "Si cae, no hay mucho de qué preocuparse". La deuda tiene que ser pagada con intereses. Cuanto mayor sea la cuenta del servicio de la deuda, más difícil será para el gobierno soportar otros gastos sin aumentar los impuestos. El año fiscal 2008, los intereses de la deuda costaron al gobierno cerca de 234.000 millones de dólares, o un 8% de los gastos totales. "Tengo la impresión de que eso va a limitar el margen de maniobra del futuro presidente", prevé Blume. "Tal vez podamos encontrar un modo, pero habrá costes en otras áreas". Además de eso, aunque las ventas del Tesoro estén absorbiendo los dólares de los inversores, ese dinero no está disponible para otras inversiones que pueden impulsar el crecimiento económico, como acciones u obligaciones negociables. El alto endeudamiento del gobierno reduce el crecimiento económico. "Lo que está en vigor ahí es una política de intereses altos", dice Blume. "El gobierno impone intereses elevados al sector privado". Déficit de confianza en los números Smetters cree que los problemas relacionados con la deuda son mucho peores de lo que muestran las cifras del gobierno. Si el gobierno siguiera los procedimientos contables que se exigen a las empresas, clasificaría como pasivo el valor presente de los gastos futuros de la Seguridad Social, de Medicare y de Medicaid. Con eso, el déficit de 2006 sería de 2.400 billones, en vez de 248.000 millones. La deuda actual sería de aproximadamente 68.000 billones, y no 10.000 billones. "Conclusión: el gobierno no tiene parámetros de prospección". Marston y Blume señalan que aunque esos costes futuros constituyen un enorme problema. Para lidiar con esa dificultad será preciso combinar, de algún modo, el aumento de la carga fiscal o el recorte de beneficios o "monetizar" el problema. Esto significa, básicamente, imprimir dinero y aumentar la tasa de inflación, lo que debe elevar el valor de los ingresos fiscales (aunque una inflación más elevada deba también aumentar los gastos de la Seguridad Social y Medicare, anulando el beneficio obtenido). "Con la liquidez que se está inyectando en el sistema, y la disponibilidad de crédito que el Tesoro y la Fed están intentando crear, tendremos que preocuparnos en el futuro con la inflación", dice Marston. Casi todos los economistas coinciden en señalar que los beneficios sociales son una posible amenaza en el horizonte, señala Marston. "No importa la tendencia política. Estamos mucho más preocupados con la cuestión de los beneficios sociales que con el déficit cíclico y con las tasas de interés". Pero si el problema es tan serio, ¿por qué los mercados financieros no están encendiendo las alarmas mediante el aumento de las tasas de interés? En la visión tradicional, los déficits y las deudas cada vez mayores contribuyen a elevar las tasas de interés, porque el gobierno tiene que ofrecer ingresos más altos para atraer a los acreedores inversores que compran bonos del Tesoro. Pero los ingresos procedentes de los títulos del Tesoro no han aumentado sustancialmente. "No estamos siendo penalizados por el aumento de los gastos del gobierno", observa Marston, añadiendo que otros factores acaban neutralizando la influencia de la deuda sobre el aumento de los intereses. Marston y Blume mencionan también el enorme ahorro mundial una montaña de dinero en búsqueda de inversiones que van a refugiarse en títulos del Tesoro americano, considerados como uno de los activos más seguros del mundo. Esa demanda elevada es compensada por la oferta creciente de papeles del Tesoro, como Letras, Notas y Bonos (Bills, Notes and Bonds) , permitiendo al gobierno venderlos a tasas de ingreso bajas. Los bonos del Tesoro a treinta años rinden sólo un 4.2%. La fuga "en busca de seguridad" que se observa en todo el mundo tiene el respaldo del aumento reciente del dólar respecto al euro, que ha sido un rival fuerte de la moneda americana en años recientes, dice Marston. El aumento del dólar es consecuencia de la demanda de títulos del Tesoro. "El Tesoro, en la crisis actual, está considerado como el puerto más seguro del mundo. Eso debería abrir nuestros ojos. Yo no imaginaba una situación de esas, sobre todo en relación al euro". De acuerdo con Smetters, las tasas de interés no se deben considerar una alarma que ayude a identificar el comienzo de problemas. "La idea muy común de que los mercados de capitales son infalibles es precisamente lo que los lleva a fallar", dijo Smetters en un artículo de 2007 en elFinancial Analysts Journal: "¿Están preocupados los mercados por el déficit de 2.400 billones de EEUU?" Smetters y Jagadeesh Gokhale, coautor del artículo e investigador del Cato Institute, afirman que "EEUU jamás experimentó una situación parecida a la que se enfrenta hoy en día con su balance patrimonial tan desequilibrado, ni incluso durante la Segunda Guerra Mundial". Los autores concluyeron que los inversores de renta fija "revelan una miopía enorme respecto a las implicaciones de los problemas financieros que el gobierno federal enfrenta". El instinto de manada hace que esos inversores refuercen los puntos de vista respectivos de que no hay nada erróneo, y prueba de eso serían las tasas de interés bajas, informan Smetters y Gokhale. El artículo se escribió antes del desastre financiero actual causado, en gran medida, por la incapacidad del mercado para identificar riesgos cada vez mayores inherentes a la mayoría de las tasas de interés. La confianza de muchos expertos en el valor predictivo de las tasas de interés se ha visto sacudida en los últimos dos años. Los déficits y la deuda importan mucho sino hoy, algún día, dice Smetters. Para los economistas, el hecho más preocupante es que el coste enorme de los rescates financieros es sólo una gota en el océano. |