Los Países Miembros deberán conseguir que el 20% de la energía europea sea renovable en 2020
El Parlamento Europeo aprobaba recientemente una Directiva que obligará a los Veintisiete Países Miembros a asumir el denominado "tripe objetivo veinte" para 2020: reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en un 20%; aumento de la eficiencia energética en un 20%; y que la energía en la Unión Europea (UE) provenga en un 20% de energías renovables. Los responsables de la industria europea de dicho sector han recibido favorablemente el documento, mientras diversas asociaciones y grupos ecologistas han criticado algunos de sus aspectos concretos, como el apoyo a los agrocombustibles.
La nueva Directiva de Energías Renovables, de carácter vinculante, establece planes de acción para una serie de tecnologías, entre las que incluye la bioenergía (biocombustibles y biomasa) y las energías solar térmica, fotovoltaica, minihidráulica, oceánica y eólica. Asimismo, expresa la necesidad de apoyar determinadas investigaciones científicas que permitan el desarrollo de estos sistemas. Por ejemplo, en el caso de la energía geotérmica, recomiendan estudios que mejoren las tecnologías de perforación y sistemas que funcionen a una menor temperatura, mientras en la energía fotovoltaica solicitan centrarse en reducir los costes de las células solares y aumentar su eficiencia y su vida útil.
En el aspecto concreto de los combustibles, se reafirma el objetivo de lograr que el transporte utilice el 10% de origen renovable
En el aspecto concreto de los combustibles, se reafirma el objetivo de lograr que el transporte utilice el 10% de origen renovable. Ahora bien, para que los biocombustibles sean aceptados como tales, deberán ofrecer una reducción mínima de emisiones del 35% en relación a los combustibles fósiles en el primer año de la directiva y llegar al menos al 50% en 2017.
Por otra parte, los responsables comunitarios crearán un sistema para medir las emisiones causadas por "el cambio indirecto del uso de tierras", en el caso de que los agricultores cambien sus cultivos alimenticios por otros destinados a producir biocombustibles. Asimismo, recomiendan el desarrollo de sistemas más eficientes y de menor coste que minimicen su impacto medioambiental.
En cuanto a los biocombustibles de segunda generación, que salvan los problemas anti-ecológicos de los de primera, no tendrán una cuota mínima obligatoria, como pretendía la Comisión Europea, pero sí se incentivarán mediante un sistema de bonificaciones. Asimismo, la nueva norma incentiva también el uso de los coches eléctricos.
Los Países Miembros podrán también beneficiarse de proyectos conjuntos, dentro de sus planes nacionales, para producir energía renovable y contabilizar ese tipo de energía que compre de países terceros.
La nueva Directiva señala junio de 2010 para que cada país miembro cuente con un Plan Nacional de Acción (PNA) que detalle los detalles y las metodologías a seguir. La Comisión Europea evaluará dichos planes y los informes de progreso bianuales que los estados deberán también elaborar.
Reacciones contrapuestas
Los detalles de la nueva directiva no han ocasionado una opinión unánime. Los responsables de los sectores industriales relacionados con estas energías han mostrado en general una reacción favorable, mientras que diversas organizaciones medioambientalistas han criticado algunos aspectos de la norma.
La nueva Directiva podría permitir crear hasta 2020 dos millones de puestos de trabajo en el sector de las renovables
Los representantes de las empresas europeas de energías renovables creen que se podrán lograr los objetivos siempre que las políticas se apoyen realmente y se realicen inversiones. El Consejo Europeo de Energía Renovable (EREC) ha subrayado además la importancia de estas medidas en el aspecto del empleo, ya que este sector cuenta en Europa con más de 400.000 trabajadores y genera un negocio anual de 40.000 millones de euros. Según los responsables del EREC, gracias a la nueva Directiva la industria podría crear hasta 2020 dos millones de puestos de trabajo.
Por su parte, la Asociación Eólica Europea (EWEA) cree que la nueva norma situará a Europa "a la cabeza de la revolución energética que necesita el mundo", y en la que la eólica será la "contribuyente principal".
En España, la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA) ha afirmado que se fija un escenario "realista y viable" para lograr que en 2010 el 10% de los combustibles de transporte sea de origen "bio". Ahora bien, desde APPA solicitan a la UE que impida la "competencia desleal" del biodiesel subvencionado en sus países de origen, sobre todo Estados Unidos y Argentina, y que en el primer trimestre de 2008 coparon el 61% del mercado español.
Por su parte, diversas ONG y colectivos ecologistas han expresado su rechazo a la inclusión de los actuales agrocombustibles. Una agrupación de organizaciones internacionales ha recordado diversos informes que consideran insostenible y perjudicial para el medio ambiente este objetivo, por lo que solicitan una moratoria.
Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra y la campaña "No te comas el mundo", han manifestado también su malestar, ya que en su opinión los agrocombustibles causarán daños "irreversibles" a los ecosistemas, a la biodiversidad y al clima, y han recomendado un mayor apoyo a la "energía auténticamente renovable, como la eólica y la solar".
Por su parte, WWF España ha criticado también el Plan de Acción para la Seguridad y Solidaridad Energético, presentado recientemente por la Comisión Europea. Según esta organización proteccionista, se trata de un paquete de políticas insuficiente, ya que "ni incluye metas vinculantes para la eficiencia energética, ni cumple con los objetivos ambientales y económicos esbozados en las propuestas". Por ello, consideran los responsables de esta ONG, los consumidores no se verán beneficiados de unas medidas que supondrían un importante ahorro en la factura energética.
Energía y cambio climático
La directiva de energías renovables es parte del denominado "paquete verde", que engloba energía y clima, propuesto por la Comisión Europea. En este sentido, los responsables del acuerdo han asegurado que se trata del mejor texto que podía acordarse, y que basa la posición de la UE de cara a la cumbre de la ONU del año que viene en Copenhague, en la que se intentará firmar un nuevo acuerdo internacional que sustituya al Protocolo de Kioto.
Las críticas tampoco se han escapado en este caso, especialmente en el aspecto de los derechos de emisión, que en opinión de diversas organizaciones ecologistas y algunos eurodiputados favorece más a la industria que al medio ambiente.