En agosto de 2007 se sintieron los primeros estallidos en el mercado inmobiliario estadounidense, con las llamadas hipotecas subprime o préstamos de alto riesgo a personas que no tenían capacidad de pago. Este evento, que parecía más bien un problema local, marcó el comienzo de la que sería la peor recesión de la economía mundial en 80 años.
Ha pasado un quinquenio desde entonces, la crisis ha tomado diversas formas a ambos lados del Atlántico y aún no hay indicios de que haya llegado a su fin. Algunas de las causas que generaron la caída y varios de los males que llegaron con ella aún persisten. Lo grave, como dice el premio Nobel Paul Krugman en su nuevo libro Acabemos ya con la crisis, es que no se están usando los conocimientos y las lecciones del pasado para resolver los problemas.
Es hora de hacer un balance y reflexionar sobre las malas decisiones que se han tomado y las plagas que amenazan la recuperación de la economía.
1. Austeridad con bajo crecimiento:
Después de caer en la recesión en 2009, la economía mundial ha tratado de recuperarse pero lo ha hecho de una forma muy frágil y a diferentes ritmos entre los países ricos y emergentes. La reactivación en Estados Unidos ha sido anémica, dice el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) y los riesgos en todo el planeta se han agudizado, por el recrudecimiento de la crisis europea.
Los eslabones más débiles de la Eurozona -Portugal, Irlanda, Grecia, España e Italia-, se encaminan a un tercer trimestre de recesión. La economía británica crecerá cero en 2012. Y ya la crisis está tocando las puertas en Alemania en donde la industria y las exportaciones se han desacelerado.
Pues bien, mientras se debilitan las economías, los gobiernos europeos están acudiendo a recortar el gasto público como fórmula para aliviar sus maltrechas finanzas y devolver la confianza.
El problema es que la disciplina fiscal que ha impulsado la canciller alemana, Angela Merkel, es un arma de doble filo, pues está pesando sobre el crecimiento económico. Krugman dice que se ha hecho caso omiso de la máxima frase de Keynes: "El auge y no la depresión es la hora de la austeridad". Afirma que los programas de austeridad que supuestamente debían restaurar la confianza no solo abortaron cualquier clase de recuperación sino que produjeron nuevas depresiones. Esto lo ratifican Grecia, España e Italia que emprendieron severas medidas de ajuste y sus economías andan de mal en peor. Las reformas también arrastraron a Italia hacia una recesión más profunda.
Según Krugman, en tiempos de caída en la economía la receta que se debe seguir es la del gasto de los gobiernos hasta que el sector privado esté preparado de nuevo para impulsar la economía.
2. Azotados por el desempleo:
El gran damnificado de la crisis ha sido el empleo. Entre 2007 y 2009 la tasa de desempleo aumentó en las economías avanzadas alrededor de 2 puntos. En diciembre pasado el número de desempleados en Estados Unidos ascendía a 13 millones, casi el doble de 2007.
En la zona euro, según el Instituto Europeo de Estadísticas, Eurostat, el desempleo llegó en junio a 11,2 por ciento, récord histórico, con la peor situación en España con 24,8 por ciento. Más de 6 millones de españoles están sin trabajo.
Una de las formas más dramáticas en la que se expresa la crisis es en la desocupación, especialmente la juvenil. Uno de cada dos españoles y uno de cada tres italianos e irlandeses no tiene trabajo. "Estos son tiempos difíciles para los jóvenes", dice Krugman para quien muchos países están atrapados en un desempleo de larga duración, algo "terriblemente desmoralizador".
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), desde que estalló la crisis se destruyeron 27 millones de puestos de trabajo y el desempleo alcanzó a más de 197 millones de personas en el mundo. La OIT prevé que mientras persistan las medidas de austeridad fiscal en las grandes economías, las condiciones del mercado laboral continuarán deteriorándose durante 2012 para superar los 200 millones de desocupados.
El sombrío escenario no afecta a todos por igual. En las economías emergentes las tasas de desempleo apenas variaron durante los peores momentos de la recesión y se proyecta que se reducirán para 2014.
3. Lio fiscal y deudas al cuello:
La deuda pública en muchos países avanzados, que ya era cuantiosa antes de 2009, aumentó con la crisis. La recesión ha generado grandes déficits fiscales, debido principalmente al lento crecimiento económico y al aumento del gasto, en buena parte porque los gobiernos tuvieron que salvar a sus bancos con fondos públicos. De acuerdo con el FMI, al menos ocho países han desembolsado más de 1,2 billones de euros de sus arcas para rescatar al sistema financiero.
La deuda pública de la zona euro se situó en el primer trimestre de 2012 en 88,2 por ciento del PIB. Los casos más críticos son Grecia, donde la deuda representa el 132,4 de su PIB; Italia con 123,3 por ciento; Portugal con 111,7 por ciento e Irlanda con 108,5 por ciento. Es decir, estos países deben más que todo lo que producen en un año.
Aunque uno de los pilares fundamentales de la Unión Económica es el déficit fiscal, del que se impuso como regla un máximo de 3 por ciento del PIB, varios países perdieron el rumbo. Grecia está en el 9,1 por ciento y España en el 8,9.
Con las deudas hasta el cuello y con bajo crecimiento algunos países están en una encrucijada. O bien no pueden pedir más plata prestada para mantener el gasto o lo consiguen pero a tasas extremadamente elevadas. La receta que se ha planteado -con Alemania a la cabeza- para salir de esta trampa es la disciplina fiscal, que a su vez afecta el crecimiento. Por eso muchos economistas han planteado que es preferible permitir temporalmente subir el déficit, mientras se da una recuperación del sector privado y se dinamiza la economía.
Pero si en Europa llueve en Estados Unidos no escampa. La incertidumbre fiscal también reina en la primera potencia del planeta. Gian Maria Milesi-Ferretti, economista del FMI, afirma que si Estados Unidos cayera en el precipicio fiscal, los efectos serían graves: la economía se contraería a principios de 2013 y los efectos de contagio negativos se harían sentir en el mundo entero. "Lo mejor que pueden hacer las autoridades antes de fin de año es acordar un plan a mediano plazo para recortar la deuda a niveles más sostenibles mediante una reducción paulatina del déficit".
4. Calificadoras, más leña al fuego:
Un rol protagónico han jugado en esta coyuntura las agencias de calificación que de alguna manera han ayudado a agudizar la crisis mundial. Un estudio de la Universidad de St. Gallen de Suiza afirma que los pronósticos negativos de las calificadoras sobre los países empujan a estos a caer profundamente.
Según los autores del estudio las agencias hicieron más estrictos sus criterios a partir de 2008, con lo que impulsaron la crisis de la deuda soberana en Europa.
Los investigadores señalan que las fuertes bajas a la calificación que las agencias estadounidenses Standard & Poor's, Moody's y Fitch, le dieron a países como España, Portugal e Irlanda no se justificaban con la situación económica ni con el estado de sus finanzas públicas. La realidad ha mostrado que cuando se produce una baja calificación se crea una situación de incertidumbre en la que las profecías se autocumplen.
Las agencias han sido implacables. Standard & Poor's degradó a Estados Unidos, y Moody's hace dos semanas rebajó a perspectiva negativa la 'triple A' que ostenta la deuda soberana de Alemania, lo que provocó que los mercados vivieran instantes de pánico, pues temen que pague las consecuencias del agravamiento de la crisis en Grecia, España e Italia. Para muchos analistas, la reacción de las calificadoras son la causa central y el resorte de la crisis europea de la deuda. El efecto en los mercados es nefasto, pues genera una especie de bola de nieve difícil de contener.
5. Laxa regulación financiera:
Una de las causas que originó la peor crisis económica mundial desde la Gran Depresión fue la falta de regulación financiera. Las autoridades fueron demasiado permisivas con el sector privado y muchos banqueros se volvieron locos hasta que explotó la crisis. Para Krugman el sistema financiero de Europa y Estados Unidos estaba marcado por una autocomplacencia extraordinaria.
Pero cinco años después, ¿qué se ha hecho para aconductar al sector financiero? Un informe del FMI señala que tras un primer impulso por reformar la regulación financiera, el ritmo se ha desacelerado. Ha habido cambios desde 2009 tanto en Estados Unidos como en Europa, pero la sensación es que el impulso de reforma regulatoria se ha atenuado. La gente está más preocupada por el lento crecimiento económico y el alto nivel de desempleo.
Ahora bien, la propia industria financiera se ha resistido a una reforma más estricta, aduciendo los costos de la sobrerregulación y el riesgo de que el cambio tenga consecuencias no deseadas.
La mayor dificultad para continuar con la regulación proviene de la coyuntura por la que atraviesa el sistema financiero mundial. La crisis de deuda en Europa ha golpeado a los bancos, tenedores de los títulos soberanos, y muchos han tenido que recibir ayuda de los gobiernos para evitar una quiebra. Además de la caída en los valores de los títulos de deuda, los bancos también hacen frente a la morosidad de los hogares muchas veces sobre endeudados.
6. Crece la desigualdad en el mundo:
Uno de los males que se acentuó con la crisis es la desigualdad. Paul Krugman dice que los ingresos de los más ricos, lejos de ser una cuestión trivial, están en el meollo de lo que está pasando a la economía y a la sociedad estadounidense.
La desigualdad y la pobreza han aumentado en todos los países. Estados Unidos tiene hoy más de 46 millones de pobres, la mayor cifra en medio siglo. A medida que se empobrece la clase media, se enriquecen los más ricos de los ricos. Por su parte, la desigualdad de ingresos en los países de la Ocde, grupo de las 33 economías más avanzadas y desarrolladas, llegó al nivel más alto de los últimos 50 años. La brecha entre ricos y pobres ha crecido incluso en países tradicionalmente igualitarios, como Alemania, Dinamarca y Suecia.
Los niveles de desigualdad han alimentado las protestas sociales. El movimiento Occupy Wall Street se congregó en torno al lema "nosotros somos el 99 por ciento", para significar que el 1 por ciento de la población se lleva la mayor tajada de la riqueza en Estados Unidos. Pero también protestan los 'indignados' en España y otras capitales.
La semana pasada, hubo una peculiar protesta en Alemania, con la imagen del Tío Rico. Los alemanes piden mejor distribución de la riqueza, mayor inversión en educación y salud, y más impuestos para los ricos.
7. Reina el desacuerdo entre líderes:
Si algo ha mostrado esta crisis es la falta de acuerdos entre las autoridades del mundo para buscar estrategias que permitan salir de esta situación más rápidamente. Para muchos, los desacuerdos en Europa han contribuido a profundizar la crisis en la Eurozona y han frenado la recuperación económica.
Por un lado va la línea dura de Angela Merkel en busca de disciplina fiscal y por el otro, países como España e Italia que insisten en medidas que apoyen el crecimiento y que reduzcan los costos de endeudamiento. El primer ministro italiano, Mario Monti -citado por The Wall Street Journal- dijo que si las autoridades europeas no hacen nada para reducir los costos del endeudamiento a niveles razonables, Angela Merkel "corre el riesgo de encontrarse ante un Parlamento italiano que repudie Europa, la estabilidad monetaria y el euro".
La profundidad de la crisis pasó de la esfera económica a la política y tiene dimensiones universales. Mientras la división entre los líderes europeos se mantiene, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, les pide buscar rápidamente una solución para evitar que la crisis se extienda a todo el planeta.
La verdad es que la globalización ha mostrado que en el mundo se necesitan unos a otros. Es la única forma de que se apague definitivamente el fuego que se inició hace cinco años en Wall Street. Como dice el nobel de Economía Paul Krugman, no hay que rendirse, pues la historia de la humanidad está repleta de inundaciones, hambrunas, terremotos y tsunamis y siempre se han superado. Las lecciones del pasado de algo deben servir.