Para la ortodoxia UDI ¿es excluyente el fin de alcanzar el Gobierno con el de construir esa sociedad bajo la égida cultural valórica conservadora? No lo es por razones de principios, pero sí lo es por cuestiones de orden político y de tiempos históricos.
Antonio Cortés Terzi, en La Nación un excelente artículo que comparto con los lectores Una poinión más para formarse ideas. Cada cual saque sus propias conclusiones.
No es un misterio para nadie que la derecha pasa por un muy mal momento. Más de un analista y más de un dirigente político han planteado que la derecha está cruzada por la contradicción entre quienes realmente aspiran al Gobierno y entre quienes se conforman con ser una oposición fuerte y que, mientras tal conflicto no se resuelva a favor de los primeros, la derecha continuará autoinhibida para postular a la conducción del país.
Si bien este argumento tiene detractores, no es menos cierto que hay elementos tangibles que lo soportan. Qué más soporte puede ser que un senador y ex presidente de la UDI declare: “Llegar a la presidencia es un objetivo importante de todo partido, pero no es el único y ni siquiera el principal. Para Chile, más que tener una figura presidencial de nuestro lado que descolle y salga Presidente, es más importante tener dos partidos y una alianza sólida, que tenga como piso político el 40% de los votos” (“La Tercera”, 17/09/2006).
Esta apreciación del senador Novoa, compartida por otros, pudiera no ser producto de una falta de vocación de Gobierno, sino el resultado de un diagnóstico pragmáticamente frío, referido al escenario temporal que se visualiza hasta el 2009 y en el que se considera que el plazo hasta esa fecha es muy corto para los efectos de desarrollar una estrategia que derrote a la Concertación.
Algunos dirigentes de la derecha adscriben a ese tipo de razonamiento “pragmáticamente frío”. Pero no parece ser el caso del senador Novoa ni de muchos otros dirigentes e ideólogos que provienen y resguardan la ortodoxia udista.
Cuando el senador Novoa dice que alcanzar la presidencia (o sea, gobernar el país) no es el objetivo “único y ni siquiera el principal” de un partido está hablando de doctrina, de concepciones, de estrategias históricas y no de simples evaluaciones coyunturales.
Y ahí está el quid del asunto: en la ideología profunda, histórica, ortodoxa de la UDI tiende a primar el objetivo de transformar a Chile, a su sociedad, en una sociedad de derecha. Dicho más estrictamente, el objetivo histórico es erigir una sociedad bajo la hegemonía cultural-valórica del pensamiento conservador de la UDI y que “salve” al país de las consecuencias secularizadoras y libertarias que acarrea la modernidad. ¡Que se sonrojen quienes han dicho que la ortodoxia UDI no tiene vocación de poder!
La pretensión de hegemonía cultural y valórica de la UDI y de resistencia a la secularización moderna, la expresa con harta precisión Luis Cordero, un connotado ideólogo de la ortodoxia UDI. Ante la pregunta acerca de si no es un fracaso que su partido no haya llegado a la presidencia, responde: “Precisamente, por esta razón, que es la esencia del partido, nunca va a ser un fracaso para la UDI no alcanzar la presidencia de la República. Uno podría decir que sería un fracaso para la UDI vivir en un país donde se perdieran todos los enormes derechos que hoy día les dan una enorme fortaleza a las personas frente al Estado. Si retrocediéramos y nos instaláramos en el escenario de un socialismo moderno, donde en función de los intereses colectivos las personas tuvieran que renunciar a sus derechos fundamentales, yo diría que la UDI habría fracasado.” (“Capital”, 24/03/2006)
Ahora bien, para la ortodoxia UDI ¿es excluyente el fin de alcanzar el Gobierno con el de construir esa sociedad bajo la égida cultural valórica conservadora? No lo es por razones de principios, pero sí lo es por cuestiones de orden político y de tiempos históricos.
La visión que prevalece, y que huele a un “escandaloso” gramscianismo, es que un Gobierno de derecha (en el imaginario UDI-ortodoxo) debe estar precedido de una conquista de hegemonía cultural y valórica conservadora socialmente mucho más amplia de la que dispone en la actualidad. Por consiguiente, antes de gobernar la derecha debe trabajar para asegurar una extensa hegemonía en la sociedad civil que le dé respaldo a un eventual Gobierno. Aconseja Luis Cordero: “Lo importante es retomar lo antes posible el trabajo silencioso y abnegado que siempre hemos hecho. Que el partido siga formando jóvenes en todas las universidades e institutos del país. Que siga buscando y capacitando líderes poblacionales. Que se organice la gran fuerza sindical que sin duda existe en el partido…”
La duda que cabe es ¿por qué esa hegemonía no se edifica o extiende después de conquistar el Gobierno? Simplemente -es la respuesta- porque, primero, ganar el Gobierno sin suficiente hegemonía previa implica que en la marcha hacia ese logro se habrían hecho concesiones de principios que constreñirían la posterior acción gubernamental. Y, segundo, porque, si se siguiera esa marcha lo más probable es que el Gobierno quedaría contaminado por los negocios políticos que se establecieran en su curso, ergo, impedido o dificultado a la realización de su verdadera obra. “Si llegamos al poder -sentencia Luis Cordero-, el mérito será lograrlo sin haber renunciado a nuestras convicciones y principios”.
En suma, el conflicto al interior de la derecha es sustantivo, no sólo porque están en juego concepciones de país, sino porque la mirada UDI-ortodoxa dificulta las alianzas, la eficiencia de estrategias político-electorales, los acuerdos en torno a candidatos, etc. Y es difícil imaginar que tal conflicto se resuelva sin pasar por duros enfrentamientos.