Y por Lucía Costa Álvarez
No es hoy el tema religioso el principal motivo de debate en Estados Unidos, en una campaña electoral de enorme complejidad, pues existen otras inquietudes más urgentes de carácter político, económico, medioambientales
, pero no deja de sorprender que un ámbito como el religioso, tan escrupulosamente separado del civil en el orden constitucional de esta nación, aflore reiteradamente y no deje de utilizarse con diversas intencionalidades.
A MEDIADOS DEL SIGLO XIX, un agudo observador de la naciente realidad democrática, Alexis de Tocqueville, escribió lo siguiente: No sé si todos los americanos tienen fe en su religión (
). Pero estoy seguro de que la creen necesaria para el mantenimiento de las instituciones republicanas. Esta opinión no pertenece a una clase de ciudadanos o a un partido sino a la nación entera; se la encuentra en todas las capas sociales (La democracia en América).
Han pasado más de ciento cincuenta años desde que Tocqueville hiciera esta afirmación y muchas cosas han cambiado en los Estados Unidos ¿Sigue siendo válida en el momento actual?
UNA FE CONTRADICTORIA
"El porcentaje de ciudadanos que se declaran ateos o agnósticos sobre el total de la población norteamericana se ha duplicado casi en diez años"Ciertamente, no es hoy el tema religioso el principal motivo de debate en una campaña electoral de enorme complejidad como es la norteamericana, pues existen otras inquietudes o motivaciones más urgentes de carácter político, económico, medioambientales
, pero no deja de sorprender que un ámbito como el religioso, tan escrupulosamente separado del civil en el orden constitucional de esta nación, aflore reiteradamente y no deje de utilizarse con diversas intencionalidades.
Observamos hoy en la sociedad norteamericana a un hecho sociológico un tanto contradictorio: por una parte, el avance del laicismo secularizador es incontestable como en todo Occidente. "Son los candidatos demócratas quienes están refiriéndose al tema con mayor o menor acierto"Aunque el fenómeno no adquiere todavía en este país la magnitud que en Europa, el porcentaje de ciudadanos que se declaran ateos o agnósticos sobre el total de la población norteamericana se ha duplicado casi en diez años, pues ha pasado del 8,4 por ciento en el año 1990, al 15 por ciento en 2001.
A pesar de esto, más del 50 por ciento de los norteamericanos encuestados no votaría a un candidato que se proclamara ateo (Navarro Vals, Diario El Mundo, 17 de julio de 2007).
EL SENTIR RELIGIOSO DE LOS CANDIDATOS A LA CASA BLANCA
Los candidatos del Partido Republicano han venido utilizando tradicionalmente la estrategia de captar el voto de los miembros pertenecientes a las más importantes confesiones religiosas, pues éstas constituyen un filón importante de cara a la obtención de votos. "Hillary, perteneciente a la Iglesia Metodista Unida, ha resultado más desconcertante y equívoca, pues, reconociendo que la fe es algo que realmente percibimos, ha propuesto no utilizarla con fines electoralistas"En la actualidad, McCain (episcopaliano, aunque participa del culto de la Iglesia Baptista de Arizona), está manteniendo por el momento una actitud muy circunspecta sobre este asunto.
Sin embargo, son los candidatos del Partido Demócrata, Hillary Clinton y Barak Obama, quienes en su tensa y clamorosa carrera hacia la nominación están refiriéndose al tema con mayor o menor acierto.
Barak Obama, por ejemplo, no ha dudado en referirse a su conversión religiosa en su juventud al entrar en contacto con las actividades espirituales (inseparables de la acción social entre los pobres) que le ofreció en Chicago la Iglesia Unida de Cristo (Trinity United Church, de origen congregacionalista) a la que pertenece, muy comprometida con las inquietudes sociales desde comienzos del siglo XX.
Hillary Clinton, perteneciente a la Iglesia Metodista Unida, ha resultado más desconcertante y equívoca, pues aun reconociendo que la fe es algo que realmente percibimos, ha propuesto no utilizarla con fines electoralistas. No ha dudado sin embargo en abordar el tema religioso desde el punto de vista más negativo posible al lanzar sospechas sobre el presunto islamismo de su rival, Barak Obama, cosa que el interesado ha desmentido.
RELIGIÓN EN CAMPAÑA, UN ASUNTO DELICADO
En el orden de las estrategias electorales importa mucho aprender de los errores cometidos en el pasado e intentar evitarlos."Un gesto de prudencia de Obama ha sido el de prescindir del Reverendo Jeremiah Wright ante la agresividad de algunas de sus predicaciones en defensa de la población afroamericana" En el año 2004 el senador demócrata John Forbes Kerry (JFK, iniciales que utilizó, jugando con las del demócrata John Fitgerald Kennedy, único presidente católico de Estados Unidos), afirmaba ser católico pero apoyó la práctica del aborto como un derecho civil. Se enfrentó así, sin pretenderlo, con la jerarquía católica que saltó a la palestra denunciando que dicha actitud estaba en contradicción con la doctrina de la Iglesia, lo que fue suficiente para restarle votos en la carrera hacia la presidencia. Barak Obama, en cambio, ha sido más cauto. Sobre este asunto insiste más en la responsabilidad del gobierno en promocionar las adopciones de niños, y delega la responsabilidad a las mujeres, que consultando a sus pastores, doctores y familia, están en mejor posición para tomar estas decisiones que un burócrata de Washington (Diario ABC, 04 de marzo de 2008).
"En Estados Unidos las nuevas tendencias sociales tienden a expresarse más de forma religiosa que política
En parte, porque las iglesias proporcionan identidad y solidaridad étnicas a diferentes grupos"
Otro gesto de prudencia por parte de Obama ha sido el de prescindir del Reverendo Jeremiah Wright (considerado uno de los diez pastores de color más influyentes del país y amigo personal del candidato) como asesor de asuntos religiosos en su equipo de campaña, ante la agresividad de algunas de sus predicaciones contra el pueblo norteamericano en defensa de la población afroamericana.
Pero a pesar de tanta prudencia, el senador de Illinois finalmente parece haber cometido un error: en uno de sus recientes discursos de campaña afirmó no sorprenderse de que la población rural de algunas regiones de Estados Unidos se vuelva amargada por la falta de perspectivas de trabajo, y como válvula de escape se aferre a las armas y a la religión, etcétera, ocasión que no ha desaprovechado su rival Hillary Clinton, para salir en defensa de la gente que no se aferra a la religión porque esté amargada, sino por convicción, asegurando que ella misma ha crecido en una familia queiba a misa.
RENOVARSE O MORIR
¿Cuestión de meras palabras y gestos electoralistas o una intuición sobre las raíces religiosas de la gente? Es vital para los candidatos acertar a captar toda la fuerza interna que poseen las convicciones religiosas tanto a la hora de estructurar la sociedad como de transformarla (la historia de Estados Unidos está salpicada de ejemplos), porque como escribe Ph. Jenkins, en Estados Unidos las nuevas ideas y tendencias sociales tienden a expresarse más de forma religiosa que política
En parte esto se puede explicar por el hecho de que las iglesias proporcionan una identidad y una solidaridad étnicas a diferentes grupos
Además, la movilidad social y geográfica siempre ha añadido a los atractivos de las iglesias la ventaja de que éstas ofrecen, de manera más fácil y rápida, redes y ayudas sociales en lo que de otra forma serían nuevos territorios desconocidos (en Breve historia de Estados Unidos).
Esta afirmación nos parece que sigue siendo válida hoy en este país multirreligioso, multiétnico e individualista, porque los más importantes grupos religiosos están dando muestras de creatividad a fin de encontrar nuevos horizontes de acción constructiva. En esa línea apunta, por ejemplo, la nueva generación de grupos evangélicos que desde los textos de la Sagrada Escritura fundamentan y propugnan la lucha contra el calentamiento global, o las continuas alusiones del Papa Benedicto XVI, ahora en visita oficial, que se convierten en norma de acción para los católicos (el grupo religioso más numeroso de Estados Unidos) sobre el desafío del medio ambiente, ante el cual todo pueblo tiene el deber de poner en práctica políticas encaminadas a (su) protección, con el fin de prevenir la destrucción del patrimonio natural cuyos frutos son necesarios para el bienestar de la humanidad.