¿Más Estado o más mercado?
Raphael Bergoeing
Miembro Comisión Económica Sebastián Piñera
Ni una mano más visible, ni una mano más invisible. Lo que Chile requiere no es más Estado, es un mejor Estado; no es más mercado, es un mejor mercado.
Los US$ 40 mil millones para gasto público que contempla el presupuesto 2010 están bien. Un gasto en torno a 25% del PIB es apropiado para nuestro nivel de desarrollo. Porque a diferencia del añejo discurso exclusivo a veces recuperado desde la ignorancia, otras desde el oportunismo electoral , hoy se reconoce la necesidad de Estado y mercado, de seguridad y oportunidad, combinados virtuosamente y asumiendo cada cual más o menos relevancia en función del problema en cuestión.
Dos ejemplos ilustran: protección social y emprendimiento.
Tradicionalmente ha sido el Estado el responsable de garantizar condiciones sociales mínimas. Pero es a través del crecimiento, impulsado por un mejor mercado, que estas garantías sociales pueden ser sostenidas y ampliadas. Porque, como señala el informe final del Consejo Trabajo y Equidad, convocado por la presidenta Bachelet, "la mejor política social consiste en que cada persona tenga un empleo". Así, un principio básico de una red moderna de protección es promover la capacitación y estimular el trabajo. Y esta red debe dar seguridad a quien se tropieza, ya sea porque fracasa su emprendimiento o pierde temporalmente su empleo, pero su eficacia debe medirse por su capacidad de reinsertarlo en la sociedad con nuevas oportunidades para generar ingresos.
Y si de emprendimiento se trata, lo tradicional es hablar de mercado. Porque emprender es crecer, al innovar y crear. Pero también es más igualdad de oportunidades: los emprendedores no están restringidos por barreras de género, sociales o raciales. Sí necesitan un entorno dinámico, con mercados competitivos y una fuerza laboral capacitada.
Lamentablemente, desde 2002 el número de emprendedores y la creación de empresas cayeron 20% y 14%, respectivamente. Y aunque todavía hay cerca de 800 mil personas intentando ser emprendedores, según ellas mismas afirman, el exceso de burocracia estatal y la falta de financiamiento las detiene. El Banco Mundial lo contextualiza: mientras en Nueva Zelanda cuesta US$ 26 empezar una nueva empresa, en Chile el costo supera los US$ 1000; y si en varios países asiáticos basta con un par de trámites y un día para iniciar un emprendimiento; en Chile los trámites son 9 y la espera es casi un mes.
Pero para emprender también se requiere un mejor Estado, con una regulación que profundice el mercado de capitales, aumente la información comercial y fomente el capital de riesgo, para que las ideas surjan y sean exitosas no sólo en las empresas grandes, sino que también en las pequeñas; con una ley de quiebras que reconozca al fracaso como un paso hacia el éxito, y no como hoy, que lo considera un delito; con un programa educacional que cambie nuestra cultura, incorporando al emprendimiento entre sus contenidos escolares.
La tarea, desde la política pública, requiere de grandes acuerdos, como los alcanzados durante estas últimas décadas. Con una Concertación que adoptó al mercado y una coalición de centro derecha que apoya y pretende potenciar la mayor protección social impulsada por la presidenta Bachelet. Es probable que los que plantean desde la ideología una dicotomía antagónica entre Estado y mercado no estén de acuerdo con esta nueva mirada, pero el resto de los chilenos, que necesita más oportunidades y más seguridades, la agradecerá.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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