El Debilitador Social (Fábula posmoderna)
El secreto del demagogo es parecer tan tonto como su audiencia, para que esa gente se piense a si misma tan inteligente como el demagogo (Kark Krauss)
Año 2007 DC en un país sudamericano, el debilitador social, polémico, cuestionable, sin honestidad intelectual y rodeado de un séquito de adulones alquilados se mueve entre aviones y helicópteros, la mueca tragicómica siempre presente en una ironía prestada con la que acosa a sus enemigos, que por cierto son muchos dentro del haber de un plan sistematizado.
Andrajos de democracia cubren la osamenta del tirano y la dejadez de su imagen se equilibra con la republiqueta que dirige, una mirada sin brillo resalta la obscuridad de un pensamiento mendaz.
Sin carisma ni capacidad de liderazgo, aplica el autoritarismo desde la pequeñez de una impostada pretensión de hombre de acero, amenaza y disgrega a la sociedad por medio de oprobios que son lanzados como piquetes de fuego.
Fobias, odios, burlas, son sus herramientas que emplea con los ciudadanos que desa debilitar, acosa, mancha, ensucia y corrompe, mintiendo a cuatro voces, presentando desde la impunidad nefastas ideologías, incoherentes apremios y futurologías de imaginarios progresos.
Pero el demagogo no está solo, lo acompaña la señora demagoga dentro de un estuche cubierto de valores materiales pero desposeído en su interior de toda esencia moral. Todo lo que reluce no es oro, la pirita también brilla pero es falsa.
Pensando alcanzar el camino de los dioses buscan por medio del sometimiento a los adoradores masivos, sin escatimar en ofrendas para conquistar sus preferencias, llegan con carrozas cargadas de dineros, elementos y alimentos.
La caravana de los atribulados obsecuentes serpentea a sus pies rindiendo pleitesía a los ídolos de lata que con su egolatría pedante se regodean ante los lacayos y la estupidez humana que mira desde el rincón la vulgar chabacanería sin ningún tipo de reacción.
Rey y reina desde el palco adornado con espejitos de colores festejan tan rayana pacatería, ríen y gozan con ilusiones de supremacía, se aplauden mutuamente con tanta algarabía que quedan en desnudez ante toda la plebe que palmotea enloquecida.
Se calmó la concurrencia y que desilusión, sin todos sus adornos quedaron convertidos en lo que realmente son, efímeros ídolos de lata, en un santiamén el predio quedó vació y en medio del aparatoso estrado ambos insignificantes terminaron su reinado, convirtiéndose en el hazmerreir de los habitantes de la republiqueta que ahora si podrá aspirar a ser nuevamente una república.
Autor: Susana Sechi
Directora de La Historia Paralela
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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Santiago, Chile
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