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Desde pequeños nos inculcan el juego como una forma de desarrollo, en el que podemos compartir y socializar con nuestros semejantes.
¿Cuándo deja de ser sano e inofensivo y caemos en las garras de la ludopatía?
La ludopatía es una enfermedad adictiva en la que el sujeto es empujado por un abrumador e incontrolable impulso de jugar.
El deseo persiste y progresa en intensidad y urgencia, consumiendo cada vez más tiempo, energía y recursos emocionales y materiales de que dispone el individuo.
La ludopatía no es un vicio, concepto comúnmente extendido entre la población, sino que se trata de una enfermedad que crea dependencia y adicción crónica.
La terapeuta Carmen Peguero nos dice, que “el ludópata busca en el juego un refugio, una vía de escape a sus miedos, sus complejos y sus carencias de personalidad.
Se habla con frecuencia de la adicción a los videojuegos como un factor de riesgo o un paso previo para contraer una ludopatía.
La adicción a los videojuegos es una forma de ludopatía, tan grave y autodestructiva como lo es a la máquinas de premios de los casinos o los juegos de bingo o el casino”.
Peguero señala que “el dinero es solo un componente más en el mundo de fantasía del ludópata”. No es más importante que todo lo demás, el pensamiento mágico que le lleva a pensar que puede dominar el azar, la serie de gestos y rituales que habitan en una mesa de bingo, en la ruleta del casino o una noche de poker.
La superstición del jugador; las otras conductas adictivas que suelen acompañar al juego especialmente alcohol y tabaco.
Cómo son. Los expertos han trazado varias características del jugador patológico. Una de ellas es que por lo general el sujeto hace un juego progresivo, que es cuando el jugador empieza con poco tiempo y dinero, va aumentando ambos a lo largo del proceso adictivo.
Otra señal es cuando desarrolla una dependencia emocional por el juego y este se va convirtiendo en la fuente principal de interés del sujeto. También está el desarrollo de la tolerancia, que es cuando el jugador juega más tiempo y dinero, para obtener el mismo nivel de sensaciones.
Algo casi infalible dentro de los indicadores de patologías de jugador compulsivo es el eterno deseo de “recuperar” las pérdidas económicas: aquí el jugador mantiene su conducta, por que debe recuperar lo que ha perdido, y por igual, junto a esta o paralelamente, aparecen, en muchos casos, los actos ilegales, donde el sujeto desarrolla la necesidad de conseguir dinero para seguir jugando, y que puede llevar al jugador al delito.
Los conflictos en la familia y el trabajo, los engaños, la falta de dinero, la falta del jugador de su domicilio, hacen que la convivencia y el comportamiento laboral sean focos de discusión.
Finalmente, es importante tener en cuenta que ninguna persona se vuelve jugador patológico o compulsivo desde inicio.
Resulta que es un hecho que nadie comienza a jugar con la intención de volverse un jugador patológico.
Al igual que la adicción a las drogas, la ludopatía se genera de una manera progresiva y la olidaridad es buena ayuda.
¿Cuándo deja de ser sano e inofensivo y caemos en las garras de la ludopatía?
La ludopatía es una enfermedad adictiva en la que el sujeto es empujado por un abrumador e incontrolable impulso de jugar.
El deseo persiste y progresa en intensidad y urgencia, consumiendo cada vez más tiempo, energía y recursos emocionales y materiales de que dispone el individuo.
La ludopatía no es un vicio, concepto comúnmente extendido entre la población, sino que se trata de una enfermedad que crea dependencia y adicción crónica.
La terapeuta Carmen Peguero nos dice, que “el ludópata busca en el juego un refugio, una vía de escape a sus miedos, sus complejos y sus carencias de personalidad.
Se habla con frecuencia de la adicción a los videojuegos como un factor de riesgo o un paso previo para contraer una ludopatía.
La adicción a los videojuegos es una forma de ludopatía, tan grave y autodestructiva como lo es a la máquinas de premios de los casinos o los juegos de bingo o el casino”.
Peguero señala que “el dinero es solo un componente más en el mundo de fantasía del ludópata”. No es más importante que todo lo demás, el pensamiento mágico que le lleva a pensar que puede dominar el azar, la serie de gestos y rituales que habitan en una mesa de bingo, en la ruleta del casino o una noche de poker.
La superstición del jugador; las otras conductas adictivas que suelen acompañar al juego especialmente alcohol y tabaco.
Cómo son. Los expertos han trazado varias características del jugador patológico. Una de ellas es que por lo general el sujeto hace un juego progresivo, que es cuando el jugador empieza con poco tiempo y dinero, va aumentando ambos a lo largo del proceso adictivo.
Otra señal es cuando desarrolla una dependencia emocional por el juego y este se va convirtiendo en la fuente principal de interés del sujeto. También está el desarrollo de la tolerancia, que es cuando el jugador juega más tiempo y dinero, para obtener el mismo nivel de sensaciones.
Algo casi infalible dentro de los indicadores de patologías de jugador compulsivo es el eterno deseo de “recuperar” las pérdidas económicas: aquí el jugador mantiene su conducta, por que debe recuperar lo que ha perdido, y por igual, junto a esta o paralelamente, aparecen, en muchos casos, los actos ilegales, donde el sujeto desarrolla la necesidad de conseguir dinero para seguir jugando, y que puede llevar al jugador al delito.
Los conflictos en la familia y el trabajo, los engaños, la falta de dinero, la falta del jugador de su domicilio, hacen que la convivencia y el comportamiento laboral sean focos de discusión.
Finalmente, es importante tener en cuenta que ninguna persona se vuelve jugador patológico o compulsivo desde inicio.
Resulta que es un hecho que nadie comienza a jugar con la intención de volverse un jugador patológico.
Al igual que la adicción a las drogas, la ludopatía se genera de una manera progresiva y la olidaridad es buena ayuda.
Recomendaciones para lidiar con el caso
Un tratamiento adecuado debe incluir medidas sicoterapeuticas, farmacológicas, terapias de familias, grupales e individuales, grupos de autoayuda y accesoría judicial y financiera.
La familia debe comprender que es el mismo jugador que tiene que perdonarse. Las mentiras del jugador son una consecuencia del juego y forman parte del problema que hay que resolver.
Una vez que el jugador ha contraído deudas este tiene que remediarlas, pero resolver el problema económico no es resolver el problema del juego.
La familia es una ayuda para resolver el problema, pero el responsable es el jugador que tiene que participar en la resolución del problema.
Ser jugador no significa ser mal padre, hijo o esposo, significa tener un grave problema y que necesita tratamiento.
La comprensión es, quizá, uno de los principales remedios para este y mucho de los males similares.
La familia debe comprender que es el mismo jugador que tiene que perdonarse. Las mentiras del jugador son una consecuencia del juego y forman parte del problema que hay que resolver.
Una vez que el jugador ha contraído deudas este tiene que remediarlas, pero resolver el problema económico no es resolver el problema del juego.
La familia es una ayuda para resolver el problema, pero el responsable es el jugador que tiene que participar en la resolución del problema.
Ser jugador no significa ser mal padre, hijo o esposo, significa tener un grave problema y que necesita tratamiento.
La comprensión es, quizá, uno de los principales remedios para este y mucho de los males similares.
Saludos cordiales
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
CONSULTAJURIDICACHILE.BLOGSPOT.COM
Renato Sánchez 3586 dep 10
Santiago, Chile
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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