Votar bien en las primarias
"Lo que estará en juego en la elección es una alternativa de cambio moderada versus un giro radical de la sociedad chilena: el verdadero salto al vacío que significa esta Michelle Bachelet 2.0..."
Mucha gente en la centroderecha se pregunta si no será mejor votar por Andrés Velasco en las primarias de la Concertación en lugar de hacerlo en las primarias de la Alianza. Otros dicen lo mismo de Claudio Orrego.
¿Cuál sería la razón para hacer algo así? Bueno, unos ponderan la seriedad técnica de Velasco y su moderación; a otros les gusta la cercanía de Orrego en temas valóricos, ya que en cuestiones económicas y sociales no se diferencia del socialismo. Piensan así debilitar la opción de Michelle Bachelet, que en ese escenario no tendría un triunfo tan holgado, lo que la llevaría a moderar sus posiciones.
La verdad es que no tiene sentido hacerlo. Votar en esas primarias es fortalecer a Bachelet, pues su triunfo igual será holgado y aparecerá ante la ciudadanía como que la gran mayoría del país está por esa alternativa y no por la que representa la Alianza. Es impensable que Bachelet vaya a moderar sus propuestas porque Velasco u Orrego saquen unos votos más. La fuerza política de ellos es insignificante frente a la de la ex Presidenta.
Hay que votar en las primarias de la Alianza y hacerlo por Andrés Allamand o Pablo Longueira, para así dar al ganador de esa instancia, sea Longueira o Allamand, la fuerza para enfrentar con posibilidades la elección del 17 de noviembre.
Ello es fundamental, no solo por la elección presidencial misma, sino también por las parlamentarias que se efectuarán el mismo día. Dos fuerzas relativamente parejas permitirán un Congreso equilibrado, que cualquiera sea el ganador de la presidencial obligará a un gobierno moderado que requerirá contar con votos del perdedor para realizar reformas de fondo.
Si, en cambio, la votación de las primarias arroja una ventaja abrumadora para la Concertación, producto -entre otras cosas- de esta equivocada estrategia de la derecha de votar en las otras primarias, tendremos en la Alianza un candidato debilitado, que llegará con muy poca fuerza a la elección y será un débil apoyo para los candidatos a diputado y senador.
La próxima semana comienzan los debates presidenciales que son una oportunidad para que los candidatos de la Alianza acorten la ventaja con que parte Michelle Bachelet. El repunte en el apoyo al gobierno de Piñera refuerza la idea de que lo que hay que hacer es fortalecer la elección de la centroderecha. Las incorporaciones de Luciano Cruz-Coke y Joaquín Lavín a las campañas de Allamand y Longueira también suman.
El desafío de los candidatos de la UDI y Renovación Nacional es presentar ante la ciudadanía un proyecto para Chile que sea distinto del que está delineando Michelle Bachelet. Un proyecto que construya sobre lo que los chilenos han levantado en los últimos veinticinco años y no que destruya todo lo hecho para ofrecerlo en sacrificio a quienes vociferan y exigen cambiarlo todo sin entender nada.
Un proyecto que, en lugar de echar por la borda un modelo que ha sido exitoso, lo reforme en sus aspectos más débiles y cuestionados, introduciendo más competencia, más movilidad social y más oportunidades para todos.
Ese proyecto tendrá que contrastarse con la revolución estatista que promete Bachelet: asambleas constituyentes, fin del principio de subsidiariedad, nacionalización de recursos básicos, prohibición a los padres de aportar a la educación de sus hijos, AFP estatal. Ese camino es el que ha emprendido Venezuela, el que empiezan a seguir Argentina, Bolivia y Ecuador.
Los chilenos tendrán que optar entre las políticas de la Alianza del Pacífico, el grupo de países exitosos de esta parte del mundo integrado por nuestro país, Perú, Colombia y México; o bien por las del ALBA, el conjunto de naciones que va a los tumbos y ha prestado oídos a la retórica estatista que escuchamos por estos días acá en Chile.
La radicalización e izquierdización que Bachelet ha introducido en su campaña, con el objeto de seducir a los llamados movimientos sociales, es una oportunidad para la centroderecha. Lo que estará en juego en la elección es una alternativa de cambio moderada versus un giro radical de la sociedad chilena: el verdadero salto al vacío que significa esta Michelle Bachelet 2.0.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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