Cristián Larroulet V.
Ministro Secretario General de la Presidencia
Ha pasado un mes desde que gran parte de nuestro país fuera arrasada por un terremoto seguido de un maremoto, en la madrugada del 27 de febrero. Y a 30 días de esta dolorosa tragedia, es necesario compartir algunas reflexiones.
El terremoto fue devastador tanto por su magnitud el quinto de mayor intensidad a nivel mundial de acuerdo a los registros existentes como por su extensión, afectando a más del 75% de la población total del país. A modo de comparación, el terremoto de 1960 afectó al 38% de la población de la época, y el de 1985, al 50%. Además, por esta tragedia ha habido el doble de víctimas fatales que las ocasionadas por el terremoto de 1985; en tanto que los daños generaron pérdidas del orden del 11% del stock de capital (alrededor de US$ 30 mil millones), lo que supera largamente los daños causados por los terremotos de 1960 y de 1985, en los que las pérdida fueron el 5,5% y el 2% del stock de capital de la época, respectivamente.
Pese a esto, el arduo trabajo que hemos realizado como gobierno nos permite contar hoy con un acabado y profundo diagnóstico de las consecuencias del sismo. Actualmente, hay 800 mil damnificados y 190 mil viviendas destruidas o con daños estructurales mayores. Cerca de cuatro mil escuelas ubicadas entre Valparaíso y La Araucanía presentan restricciones significativas, impidiendo el inicio de las clases a más de 590 mil niños y niñas. De los 130 hospitales de las zonas más afectadas, 25 tienen daños severos y 54 requieren algún tipo de reparación. En cuanto a obras públicas, hay 10 grandes puentes, 420 sistemas de agua potable rural y 27 caletas pesqueras con daños mayores, además de los deterioros registrados en los puertos de Valparaíso y Biobío, así como en las autopistas y carreteras a lo largo del país. También hay importantes daños en la infraestructura de defensa, energía, justicia, telecomunicaciones y patrimonial, quedando como testigos emblemáticos monumentos deteriorados como la Basílica del Salvador, entre muchos otros.
Además, diferentes áreas de nuestra economía han sido seriamente golpeadas. En el sector pesquero hay más de 4.200 embarcaciones dañadas, afectando a 27 mil pescadores. Más de 100 millones de litros de vino de exportación se perdieron a causa del terremoto, y hay grandes mermas de producción y daños en la infraestructura silvoagropecuaria, especialmente en las instalaciones de frío y packing.
Este completo diagnóstico nos permite contar con un plan concreto de tres etapas: Emergencia Inmediata, Emergencia Invernal, y Reconstrucción. La primera ha tenido como prioridad asegurar la alimentación, el agua y el techo; restablecer los servicios básicos y el orden público; para ello se han desplegado todas las autoridades de gobierno, de manera sistemática, desde el mismo 11 de marzo, en conjunto con las Fuerzas de Seguridad y de Orden. Adicionalmente, se creó un Comité de Emergencia, a cargo de dar respuesta de forma eficiente y oportuna a las necesidades más urgentes de la población. El Ministerio de Educación está implementando diferentes fórmulas para retomar las clases en todo el país antes de un mes, y el Ministerio de Salud ha puesto rápidamente en marcha medidas de vigilancia, prevención y contingencia, reorganizando la red asistencial y poniendo en marcha hospitales modulares y de campaña.
En cuanto a la Emergencia Invernal, el Ministerio de Planificación junto a los municipios y a Un Techo para Chile supervisará la entrega de 40 mil viviendas de emergencia, y el del Trabajo, 60 mil incentivos al empleo. Esto será acompañado por un conjunto de iniciativas legales y administrativas para agilizar aún más las respuestas requeridas, especialmente para los sectores más afectados, como el pesquero.
Finalmente, la última fase será coordinada por el Comité Interministerial de Reconstrucción, que tendrá como misión generar un programa coherente con la visión del Chile que queremos. Tal como nos ha encomendado el Presidente de la República, vamos a desarrollar proyectos emblemáticos, con la participación de las comunidades, impulsaremos una gran regeneración urbana, pero preservando el rico patrimonio cultural y arquitectónico de las localidades afectadas, y modernizaremos el aparato productivo del país.
La naturaleza nos ha encomendado como gobierno liderar el proceso de Reconstrucción, pero el Bicentenario nos exige hacerlo pensando en un Chile mejor, desarrollado e inclusivo. Ésa es la gran tarea que tenemos y que sacaremos adelante
Saludos,
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