En un escenario tan abierto para las opciones presidenciales, el discurso más audaz y convincente para los grupos medios, será decisivo en el resultado de diciembre. La encuesta Cep, dada a conocer el jueves último, confirmó que la disputa presidencial se definirá en segunda vuelta, y con alta probabilidad entre los representantes de las dos principales coaliciones políticas, Sebastián Piñera, de la Alianza por Chile y Eduardo Frei, de la Concertación. En primera vuelta ninguno de ellos logra imponerse entre el electorado. Piñera mantiene el 37% de preferencias de la medición anterior (mayo-junio), y Frei baja de 30% a 28%. El único que sube en intención de voto es el abanderado independiente (ex PS), Marco Enríquez-Ominami, de 13% a 17%. Del balotaje entre Piñera y Frei, resulta un empate técnico, por cuanto en la modalidad voto en urna, entre los inscritos en los registros electorales, el primero obtiene 42% y el segundo 39%. Medidos a través de cuestionario cara a cara, ambos obtienen 39%. De modo que no hay carrera ganada. A menos de cien días de las elecciones, todos los escenarios están abiertos. Y, por lo mismo, lo único predecible es que la etapa final será la más dura que se ha vivido en las últimas décadas. ¿Qué debe hacer Piñera en estos meses decisivos? Liderar todas las iniciativas que le permitan sumar el máximo de sectores, porque si bien sigue encabezando todas las encuestas, mantiene sus marcas anteriores. La incorporación del senador Adolfo Zaldívar, sin duda, le aporta, lo mismo que una estrategia comunicacional que potencie su cercanía a la gente, atributo que mejoró en la medición Cep. Pero lo que realmente le permitirá volcar el electorado a su favor es un programa concreto y audaz orientado a los sectores medios, que son los que definirán la elección. La clase media, las 800 mil pymes, sus familias, es el sector que le da estabilidad política al país y ha sido el más descuidado en las dos décadas concertacionistas. De ahí, la oportunidad que se le abre a Piñera.
¿Y Frei? No hay duda que su gran base de apoyo está en el enorme aparataje de Gobierno y el poder consolidado en estos 20 años por la Concertación. Como también juega a su favor el cambio de clima económico que advierte que lo peor de la crisis pasó. Y un factor relevante que registra la Cep, es que Frei recoge mayoritariamente las adhesiones de Enríquez-Ominami: 46% de los votos del candidato independientes irían, en segunda vuelta, al abanderado oficialista, y sólo 17% a Piñera. Por eso el comando político del senador, aconseja un trabajo más fino de acercamiento de Frei a Enríquez-Ominami para facilitar ese trasvasije en enero próximo. Sin embargo, el diputado está en otro momento político, muy distante, por ahora, de una necesidad de sellar alianzas. Su desempeño ha sido una sorpresa para todos y su buen manejo escénico, sigue siendo recompensado, por lo mismo, su despliegue comunicacional resulta atractivo para la masa mayoritaria que no milita en los partidos. La inquietud que genera en La Moneda este cuadro, se reflejó en la reacción de la vocera de palacio, ministra Carolina Tohá, quien repitió que no da lo mismo quien gobierne, y que todos los votos cuentan, apelando a la base para que no favorezca a Enríquez-Ominami, en primera vuelta, como voto de castigo. Una preocupación cierta para el establishment concertacionista porque está claro que el 72% de respaldo, inédito para un Presidente, que concentra Michelle Bachelet no es traspasable a su candidato. La desesperada idea de un cambio de gabinete para integrar a algún ministro con buena evaluación al comando de Frei, fue rechazada por los presidentes de los partidos oficialistas. Es verdad que buscan mantener el poder, pero no a costa de poner en riesgo el capital con que cuenta hoy la mandataria.
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