Un "amigo" y el único "con suficiente serenidad y valor para abordar el tema de las relaciones de su país con Cuba" consideró Fidel Castro al ex presidente de EE.UU. Jimmy Carter tras su visita de tres días a la isla. "Está ayudando a que se avance en los problemas comunes", opinó el presidente Raúl Castro.
Carter fue una vez "el enemigo", "el primer presidente norteamericano contra el que grité una consigna", recuerda la conocida bloguera cubana Yoani Sánchez. Sin embargo, respetado a sus 86 años por La Habana y Washington, está dispuesto a mediar en las tensas relaciones bilaterales, "aunque es poco probable que me lo pidan", dijo en conferencia de prensa.
Sobre la "verdadera misión" de Jimmy Carter en Cuba, el curso de las anunciadas reformas económicas y el ambiente político en la isla, Deutsche Welle conversó con Bert Hoffmann, politólogo del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo, también recién llegado de La Habana.
¿Futuro de Cuba o intercambio de "agentes"?
Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: Alan Gross y su esposa, durante su juicio en La Habana, marzo 2011.Informarse sobre el venidero congreso del Partido Comunista y sobre "los planes para el futuro de Cuba", fue el propósito declarado de esta visita "privada", de la que ex presidente entregará un informe "completo" y "confidencial" al actual mandatario Barack Obama.
Medios y analistas sugirieron que Carter intervendría por el contratista estadounidense Alan Gross. Éste ha sido condenado en Cuba a 15 años de prisión por "delitos contra la seguridad del Estado". El Gobierno cubano lo acusa de introducir equipos ilegales de comunicación satelital financiados por Washington para promover la oposición política en la isla.
Gross podría ser intercambiado por cinco agentes cubanos de inteligencia presos en EE.UU., se especuló. Y, en efecto, Carter se reunió con Raúl Castro, su hermano y ex presidente Fidel, el presidente del Parlamento, líderes religiosos judíos y católicos, familiares de "los cinco" agentes cubanos presos en EE.UU., disidentes y ex presos políticos isleños, así como con su compatriota Alan Gross.
Y, aunque el Departamento de Estado se dijo decepcionado de no ver regresar a Gross con Carter, "bien puede haber una negociación con consecuencias aplazadas", opina el politólogo Bert Hoffmann. "Carter es un canal oficial y ese tipo de visitas no se hacen sin preparativos que indiquen resultados concretos", así que el "intercambio de agentes" podría venir cuando nadie lo asocie con el ex presidente, sugiere el estudioso alemán.
El propio Carter negó que coordinase tal canje. Pero expresó optimismo sobre una posible "orden ejecutiva" que indulte a Gross, "inocente de un delito serio contra el pueblo de Cuba"; al tiempo que pidió la liberación de los cinco agentes cubanos, condenados en circunstancias "que el propio sistema legal estadounidense considera dudosas".
Embargo comercial vs. libertades civiles
En su segunda visita a la isla –la segunda de un presidente estadounidense, retirado o en ejercicio, desde que una revolución derrotase al dictador apoyado por Washington en 1959–, Carter pidió, como en 2002, el fin del embargo comercial de su país a Cuba. Al mismo tiempo, abogó insistentemente por la completa libertad de expresión, de reunión y de viaje de los cubanos, por el respeto del Gobierno a las normas internacionales de derechos humanos.
Bildunterschrift: Fidel Castro cederá el liderazgo del Partido Comunista, su último cargo formal en la política cubana. Otros cambios políticos no se avizoran.
A su país exigió también el cese de las restricciones de viajes de estadounidenses a la isla y la supresión de Cuba de la lista de países terroristas. Ello no tiene sentido, dijo, si los servicios de inteligencia de uno y otro lado han cooperado "para enfrentar amenazas de Al-Qaeda en la región del Golfo". Tampoco, si diplomáticos colombianos y españoles celebran, agregó, la posibilidad de sostener conversaciones con miembros de ETA y FARC en la isla.
Congreso comunista y… ¿reformas?
La visita de Carter se produce a dos semanas de que comience en La Habana el VI Congreso del Partido Comunista, único legal en Cuba. Retrasado por nueve años, según sus propios estatutos, éste debe marcar un sólo cambio político: "el relevo del liderazgo de Fidel por Raúl frente al Partido", prevé Bert Hoffman. Pues las recientes excarcelaciones de presos políticos, marcan "un momento de mayor tolerancia y una voluntad de distensión, más no cambios políticos estructurales", agregó el experto.
Al mismo tiempo, en su vista a la isla, Hoffmann percibió la reanimación, por parte del Gobierno, de los "actos de repudio" como recurso político: "actos de intimidación a la oposición, sobre todo verbal, nada formalizados o institucionales, supuestamente espontáneos, pero que nadie cree que lo sean".
Y mientras la televisión estatal revela grabaciones que dan fe del control de la Seguridad del Estado sobre la actividad opositora, también entre la intelectualidad de la isla –desde dentro de instituciones académicas y culturales– se perciben "exigencias de reformas y apertura"; aunque no un proyecto global totalmente alternativo al oficial, opina Hoffmann. Unos abogan por más mercado a la China o Vietnam, mientras un pequeño sector privado se reanima sólo lenta y precariamente, sin insumos o marco legal estable. Otros, por "un socialismo más puro y autogestionario".
Bildunterschrift: Algunos abogan por más mercado, pero el pequeño sector privado se reanima lenta y precariamente, como muestra esta venta callejera.
Pero, por el momento, y "quizás hasta pasado el congreso de mediados de abril", hasta la cara más visible de las reformas económicas recientemente iniciadas se ha detenido, asegura el politólogo del GIGA. Ante el descontento popular, Raúl Castro paró los planeados despidos masivos que alcanzarían a 500.000 trabajadores a fines de marzo y su "ejecutor", el ministro de Economía, fue relevado del cargo.
Lo que sigue al congreso, después de discutida una "actualización económica del socialismo", es incierto. Para "un modelo de reforma económica coherente y dinámico", que al menos asemeje al chino o al vietnamita, indica Hoffmann, "no parece haber consenso político en la dirigencia del país".
Autora: Rosa Muñoz Lima
Editora: Luna Bolívar Manaut